miércoles, 29 de febrero de 2012

Delirium

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Título: Delirium
Autor: Lauren Oliver
Año de publicación: 2011
Editorial: SM


No sé si es cosa mía, pero parece que la racha de vampiros toca a su fin. En los últimos meses han empezado a imponerse las novelas juveniles de ciencia-ficción distópica, es decir, que presentan un futuro negro. Se nota que estamos calentando motores para el estreno de la adaptación cinematográfica de Los Juegos del Hambre, primera entrega de la trilogía que es, desde mi punto de vista, la mejor de esta temática. Cuando leí Juntos, de la qui hice una introducción muy similar a ésta, una amiga con la que comparto mi querencia por la narrativa adolescente me recomendó Delirium, diciéndome que a ella le gustó más. Por fin me he formado mi propia opinión sobre esta historia.

En el futuro, el amor es considerado una enfermedad en contra de cuyos síntomas, los deliria, se alecciona a los jóvenes. A los dieciocho años se opera a todo el mundo para extirparles la capacidad de amar. Lena Halloway espera con impaciencia su operación, pues conoce las consecuencias de la enfermedad: su madre, operada tres veces sin éxito, se suicidó cuando supo de la muerte de su marido. Pero pocas semanas antes de que llegue el día, Lena conoce a Álex y se enamora, poniendo patas arriba todo su mundo.

Sí, ya sé cómo suena: un poco ridículo, si no mucho. No obstante, la autora se las arregla para exponernos, a través de los ojos de Lena, una sociedad con ecos estadounidenses (a diferencia de otras novelas, en que se deja que el lector sobreentienda el origen de los personajes, Oliver destaca desde el primer momento dónde viven y cómo llegaron a donde se encuentran) en que el amor es presentado por las autoridades como una verdadera enfermedad que, afortunadamente, según ellos, se puede curar, aunque el término acaba implicando toda clase de emoción intensa, de manera que los ciudadanos que al principio Lena ve como modelos a seguir le acaban pareciendo borregos sin voluntad, en un proceso no lejano al que experimenta Tally en TraiciónY, como en la trilogía de Scott Westerfeld, en el mundo de Delirium hay una Resistencia al Gobierno y a la cura, aunque no sabremos gran cosa de ellos hasta leer la secuela.

Claro, Delirium es la primera entrega de una saga, trilogía en este caso. La segunda entrega, Pandemonium, fue publicada hace escasas semanas, pero habrá que esperar a 2013 para leer el desenlace, Requiem. Y la verdad es que, gracias al adictivo estilo de Oliver y el interesante desarrollo que puede darle a la trama, la espera tiene pinta de hacerse larga.

Puntuación: 8

martes, 28 de febrero de 2012

Un chico listo

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Título: Un chico listo (Starter for 10)
Director: Tom Vaughan
Intérpretes: James McAvoy, Rebecca Hall, Alice Eve, Dominic Cooper
Año de estreno: 2006


Una vez más, mi acusado fangirlismo hacia James McAvoy y Michael Fassbender, a los que descubrí gracias a X-Men: Primera generación, me ha llevado a tragarme una película en la que uno de ellos aparecía, y una vez más, como pasara con Wanted y Angel, el chasco que me he llevado ha sido considerable. Hacía mucho que no sentía la necesidad de bucear un poco en la filmografía del escocés, y casi, casi lo he lamentado.

Brian Jackson es un chico de familia humilde que siente verdadera pasión por el conocimiento. En el año 1985 se cumple su sueño de asistir a la universidad, concretamente a la de Bristol, y su primer movimiento es apuntarse al grupo de estudiantes que planean asistir a Desafío universitario, un concurso televisado de preguntas y respuestas. Allí conoce a Alice Harbinson, la típica chica guapa, de la que se enamora, pero a medida que pasa el tiempo hasta la prueba, una serie de errores y malas decisiones le hacen replantearse muchas cosas, entre ellas, su relación con la carismática Rebecca Epstein, su primera amiga en el campus.

No creo que esta película gozara del apoyo que se aprecia en ciertas redes sociales de no ser por la aparición de Benedict Cumberbatch, el protagonista de Sherlock, en un papel secundario que probablemente sea, reconozcámoslo, el más divertido de esta comedia. Aunque la película no es mala, gran parte de su hilaridad proceden de Patrick Watts, al que da vida Cumberbatch, y de la vergüenza ajena que provoca James McAvoy en algunas secuencias; el resto es manifiestamente mejorable. A pesar de desarrollarse en los 80, no se le saca ningún jugo a tan prodigiosa década y todas las situaciones tienen pinta de ser un simple esbozo de lo que podría salir mejor, además de ser, en algunos casos, bastante previsibles, si bien hay un par de secuencias, justo es reconocerlo, que tienen bastante gracia, como cuando Brian se encuentra con los señores Harbinson en la cocina. No sé si tiene que ver con la novela en la que se basa la película, pero a mí no me ha hecho tanta gracia como debería... O eso creo.

Puntuación: 6

jueves, 23 de febrero de 2012

Bocados de realidad

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Título: Bocados de realidad (Reality bites)
Director: Ben Stiller
Intérpretes: Winona Ryder, Ethan Hawke, Ben Stiller, Janeane Garofalo
Año de estreno: 1994


A la gente de mi edad le gusta decir que crecieron en los ochenta, pero no es mi caso. Yo me considero una niña de los 90, ya que gran parte de la cultura de la década anterior todavía daba coletazos durante mi primera década de vida, y más teniendo en cuenta que en España todo llega y se marcha más tarde. Por eso siempre he entendido a la Generación X como jóvenes anteriores a mí que sí que crecieron en los ochenta, vivieron la caída del Muro de Berlín como el gran acontecimiento político de su juventud y supieron que Kurt Cobain había muerto en el periódico del día posterior a ese suceso. De esos jóvenes trata precisamente esta película: es la Generación X en vivo.

Lelaina Pierce acaba de licenciarse en Periodismo y sueña con ser una famosa directora de documentales. Mientras lidia con su primer empleo como último mono para un programa matutino de televisión, Lelaina graba a sus amigos Troy, Vickie y Sammy, sus opiniones y momentos de sus vidas en un documental al que llama Bocados de realidad. Lelaina y Troy se sienten atraídos mutuamente, pero no se deciden a dar el paso: ella es metódica y se debe a sus sueños y aspiraciones; él es nihilista y parece pasar de todo sin que nada le importe realmente. Lelaina conoce accidentalmente a Michael, que trabaja para un canal de televisión tipo MTV, y comienzan a salir, para visible disgusto de Troy. Cuando Lelaina pierde su empleo, las cosas comienzan a cambiar a pasos agigantados para el grupo.

Más que contar una historia, Bocados de realidad plantea un mosaico en el que se ven reflejados los problemas e inquietudes de la juventud de los años 90, que no han cambiado demasiado: la dificultad de dar con un trabajo que te llene o la de hacerse respetar, el "paso de todo" como manera de evitar los problemas, la complejidad de la sexualidad y sus consecuencias (personificados en el terror al SIDA de Vickie y la homosexualidad oculta de Sammy); la supervivencia, en definitiva. Los temas se hilvanan con la trama, filtrándose a través de los momentos de folletín para dejar un poso de realidad, como el propio documental de Lelaina.

A la dirección de Ben Stiller, correcta y muy de su época, se unen las excelentes interpretaciones de los actores; no en vano fue Bocados de realidad la cinta que hizo de Winona Ryder la musa de la Generación X y el movimiento grunge. Su Lelaina posee un encanto especial, le da esa fuerza que sólo ella sabe darle a ciertos papeles y que hace imposible imaginarse otro rostro en ese personaje. Ethan Hawke se desmarca de sus papeles de chico bueno con un canalla en cuya piel se mete sin problemas, dándole un interesante calado. Lástima que el doblaje en español no acompañe...

Puede que Bocados de realidad no sea ninguna obra maestra, pero tiene un encanto misterioso del que apenas te das cuenta hasta que empiezan los créditos. Debo confesar que, como película de crecimiento (por así llamar a ese género que los americanos conocen como coming-of-age), probablemente sea la que más de cerca me pilla.

Puntuación: 8

miércoles, 22 de febrero de 2012

The artist

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Título: The artist
Director: Michel Hazanavicius
Intérpretes: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman, James Cromwell
Año de estreno: 2011


Érase una vez una película francesa, muda y en blanco y negro que se puso a ganar premios en la era del 3D en el cine. Podría ser el argumento de una peli de Hollywood, ¿verdad? Y sin embargo, es una historia real. Al cine de hoy en día, sumido en un proceso de cambio similar a la llegada del color, sólo le falta hacer películas sobre el rodaje de otras películas. Cuando eso suceda, The artist tendrá su propio largometraje-homenaje.

A finales de los años 20, George Valentin es un actor de cine mudo encumbrado gracias a sus papeles de galán. Tras ayudar a una joven aspirante a actriz, Peppy Miller, a encontrar su sitio en Hollywood, su mundo da un giro de ciento ochenta grados debido una serie de acontecimientos: la implantación del cine sonoro, al que George se resiste a unirse; su divorcio, culminado cuando su esposa le echa de casa, y el crack bursátil de 1929, que le deja en la ruina total. Convertido en un alcohólico que parece ceñirse a la filosofía de que cualquier tiempo pasado fue mejor, le cuesta reconocer a la única persona que siente deseos de ayudarle: Peppy Miller, convertida en una famosísima actriz de la nueva era del cine.

Curiosamente, The artist narra la misma historia que Cantando bajo la lluvia, pero dándole mil vueltas en el tratamiento de esa conflictiva época que fue la aparición de las talkies. Utilizando ese cine en decadencia, Hazanavicius narra una historia plagada de humor, drama y momentos sencillamente brillantes, como la pesadilla del protagonista, y todo eso sin mencionar al robaescenas por excelencia de la película, el perro Uggy, que interpreta a la inseparable mascota de Jean Dujardin. Mitad nostalgia, mitad homenaje, Hazanavicius juega con la sencillez del argumento y las excelentes interpretaciones de sus actores para crear una verdadera obra maestra.

Puntuación: 9

domingo, 19 de febrero de 2012

Flavia de los extraños talentos

Título: Flavia de los extraños talentos
Autor: Alan Bradley
Año de publicación: 2009
Editorial: Planeta

Cuando me obsesiono con un libro o una película, no paro hasta leerlo o verla, respectivamente, caiga quien caiga. Algunas veces me empecino más que otras, y en casos contados parece que es ese objeto de deseo el que me persigue. Eso fue lo que me pasó con Flavia de los extraños talentos: leí su sinopsis en la contraportada, lo apunté en mi lista de libros que quería comprar y allí se quedó durante más de un año, persistente, echándome ojeadas acusadoras cada vez que repasaba mi lista y comprobaba que seguía ahí. Y un buen día, hace tan sólo unos meses, entré en El corte inglés y, en la sección de saldos, vi un ejemplar de la novela. No dudé ni un instante antes de hacerme con ella. Y qué casualidad, apenas la he terminado cuando leo que acaba de publicarse en España una segunda entrega de la saga. Son cosas del destino.

Nos hallamos en 1950. Flavia de Luce, de once años de edad, vive en una antigua mansión victoriana con su extravagante familia y dedica gran parte de su tiempo a su pasatiempo favorito, que es también un extraño talento: la química. Cuando un desconocido aparece muerto en su jardín y su melancólico padre es acusado de asesinato, Flavia no duda en poner toda la carne en el asador para investigar el caso y atrapar al verdadero culpable.

Sí, es una novela de detectives en la que la investigación la lleva a cabo una niña de once años. Inverosímil e incluso tópico, ¿verdad? Pues lo cierto es que Flavia de los extraños talentos (traducción completamente sacada de la manga del original The sweetness at the bottom of the pie (literalmente, "La dulzura al fondo de la tarta")) engancha desde la primera página gracias a la narración en primera persona de la avispada Flavia, su manera de expresarse, entre cínica y sarcástica con toques de vulnerabilidad, su extraordinario entorno y el desarrollo de los acontecimientos, hilados por las dotes detectivescas de nuestra protagonista. El resultado es una novela de un extraño magnetismo e interesante trama cuyo principal atractivo es su peculiar protagonista.

Como decía en la introducción de la reseña, Planeta acaba de publicar la segunda entrega de esta saga, a la que ha titulado La muerte no es un juego de niños, demostrando así que la tónica de escoger los títulos al azar va a continuar a lo largo de la colección. Dado que esta novela vio la luz en 2010 y que el año pasado se publicaron otras dos, espero que Planeta se dé vidilla publicando las aventuras de Flavia de Luce, porque francamente, engancha.

Puntuación: 9

martes, 14 de febrero de 2012

Revisión: Rurouni Kenshin

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Título: Rurouni Kenshin. La epopeya del guerrero samurai (Rurouni Kenshin Meiji Kenkaku Roumantan)
Autor: Nobuhiro Watsuki
Género: Shounen
Editorial japonesa: Shueisha
Editorial española: Glénat
Número de volúmenes: 28 en la edición original, 22 en la reedición bunko


Si bien dije en mi reseña de Akira que todo lo que tenemos los otakus occidentales se lo debemos a esta película, no es menos justo afirmar que Rurouni Kenshin es una de las series que más propiciaron el inicio de la "era dorada" del manganime en España, si no la que más. Así fue en mi caso. Ponéos cómodos, que ahí va una historia de la abuelita Cebolleta.

Corría el año 1999. Era verano, y aunque llevaba todo el año jurando y perjurando que no madrugaría, acabé levantándome hacia las nueve de la mañana. Era un día cualquiera, no recuerdo ni siquiera a qué altura de junio  o julio debió ser. Aburridas mi hermana y yo, pusimos la televisión e hicimos zapping por los seis canales que teníamos en aquella época. Y entonces empezó en Canal + una serie "de esos dibujos japoneses". Nos quedamos viéndola, resultó ser el primer episodio y nos enganchamos a saco, las dos. Era Rurouni Kenshin, titulada en español El guerrero samurai. Gracias a esa serie que hizo de mí una adicta aprendí lo que era un samurai, lo que era una katana, lo que fue el shogunato Tokugawa y lo que supuso la Era Meiji que lo siguió. Tardé aún un par de años en lograr que alguien me prestara la primera edición del manga que había publicado Glénat, y que cuando leí ya estaba descatalogada. Por eso, cuando hace un par de años la editorial francesa decidió republicar la serie en su nuevo formato bunko (una práctica muy de moda actualmente en Japón: republicar series antiguas de autores consagrados en tomos más grandes y gruesos, con portadas nuevas, realizadas expresamente para la ocasión. Hace poco, finalmente logré comprarme los dos últimos tomos y terminar así de releerme el manga que marcó mi adolescencia.

Nos hallamos en 1878. Kenshin Himura, un vagabundo pelirrojo que ostenta una cicatriz con forma de cruz en la mejilla izquierda llega a Tokio, donde es atacado en plena calle por una muchacha, Kaoru Kamiya, que le acusa de ser Hitokiri Battôsai, el asesino que ha atacado el dojo de su padre, ahora regentado por ella, en el que se enseña la disciplina de kendo Kamiya Kasshin Ryû. Dado que Kenshin desafía la prohibición de llevar armas con la katana colgada de su cinto, es natural que Kaoru se confunda. No obstante, Kenshin le muestra su espada, una sakabatô, de filo invertido con la que no puede matar, y la rescata del verdadero bandido que se jacta de ser el susodicho Hitokiri Battôsai, un legendario guerrero de la Restauración Meiji. Tras ayudar a Kaoru a proteger su dojo y desenmascarar al impostor, Kenshin desvela su verdadera identidad: él es Hitokiri Battôsai, que, horrorizado por los crímenes que cometió en el pasado, se dedica a errar en busca de la manera de expiarlos. Por ofrecimiento de Kaoru se queda en el dojo Kamiya a vivir, y juntos viven numerosas aventuras que les llevan a conocer a buenos amigos como Sanosuke Sagara, Yahiko Myojin o Megumi Takano, y a enfrentarse a villanos como Raijûta, Makoto Shishio o Enishi Yukishiro.

A pesar de desarrollarse en un período muy concreto de la Historia japonesa, Rurouni Kenshin no se ciñe a la realidad más que lo justo, ya que como en todo buen shounen, las espectaculares peleas en las que los combatientes ignoran todas las leyes de la Física son la piedra angular de su desarrollo, en el que además vemos esos típicos valores que destacan los mangas de la Shounen Jump: valor, amistad, sinceridad, trabajo en equipo... En el caso de Rurouni Kenshin, el diseño de los sucesivos contrincantes del grupo protagonista debe mucho a los cómics de superhéroes norteamericanos de Marvel y DC, de los que su autor es un ferviente entusiasta. El manga, cuya publicación abarcó siete años, comprende dos arcos argumentales precedidos por una serie de episodios sueltos gracias en los que se da forma a los personajes que deslumbran en las aventuras posteriores, desde el histórico Hajime Saito del Shinsengumi hasta el desquiciado Enishi Yukishiro. Rurouni Kenshin es, para mí, una serie insustituible que a lo mejor no se diferencia mucho de los shounen que se publican ahora, pero que desde mi pundo de vista no le llegan ni a la suela del zapato.

Puntuación: 10

sábado, 11 de febrero de 2012

La ventana indiscreta

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Título: La ventana indiscreta (Rear window)
Director: Alfred Hitchcock
Intérpretes: James Stewart, Grace Kelly, Wendell Corey, Thelma Ritter
Año de estreno: 1954


Debo confesar que, cuantas más películas de Hitchcock veo, más me llama la atención su obsesión por las rubias. Kim Novak, Eva Marie Saint, Tippi Hedren... Pero la primera fue Grace Kelly, y sus tres películas con el director británico marcaron los hitos de su carrera como actriz antes de convertirse en Princesa de Mónaco. Y aunque no he visto ni Atrapa a un ladrón ni Crimen perfecto, creo que siempre que vea una imagen de la actriz me costará pensar en ella como en una de las más icónicas rubias predilectas de Hitchcock, en vez de como una modelo digna de Vogue.

El argumento de La ventana indiscreta es de sobra conocido: el fotógrafo L. B. Jeffries, aburrido por el prolongado reposo que le exige su pierna rota, mata el tiempo observando a sus vecinos a través de la ventana de su apartamento. Este improvisado acto de voyeurismo se torna detectivesco cuando Jeff comienza a sospechar que uno de sus vecinos, Lars Thorwald, ha matado a su mujer. Con ayuda de su novia Lisa y su enfermera Stella, Jeff se dedica a atar cabos del supuesto crimen, aunque al principio nadie parece convencido de que lo que Jeff cree que ha pasado sea algo más que un simple malentendido.

Debo reconocer que, aunque conocía de principio a fin el argumento de la película, hubo un momento de tensión insoportable tan bien filmada que me tuvo sobre ascuas. Siempre he pensado que es un plus en el caso de determinados directores, eso de que despierten en ti sorpresa, desconcierto o suspense incluso sabiendo de qué va la película. Pero claro, es Hitchcock, el genio. Aunque La ventana indiscreta no vaya a convertirse en una de mis favoritas, sigue teniendo ese ritmo perfecto, ese montaje sublime, ese estilo de filmación sencillamente impecable. Lo único que me chirrió a lo largo de toda la película fueron la banda sonora (un poco pesada en determinadas secuencias) y los numerosos sonidos diegéticos que, aunque aportan realismo a las escenas (después de todo, el patio de vecinos entero fue reproducido en los estudios de la Paramount), no armonizan bien del todo con las escenas elegantemente filmadas.

Puntuación: 8

domingo, 5 de febrero de 2012

Somos la noche

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Título: Somos la noche (Wir sind die Nacht)
Director: Dennis Gansel
Intérpretes: Karoline Herfurth, Nina Hoss, Jennifer Ulrich, Max Riemelt
Año de estreno: 2010


Desde que se estrenara la película Crepúsculo en 2008, tenemos vampiros hasta en la sopa. Por suerte, a algunos les ha venido bien este empujón. Uno de ellos es Dennis Gansel, un director alemán que redactó un primer esbozo para una película de vampiros allá por 1999. El proyecto parecía destinado a no llegar a ver la luz, pero entre el boom de Crepúsculo y el éxito de su película La ola, Gansel acabó logrando realizar esta magnífica película. Aunque es justo matizar que sus vampiros no tienen nada que ver con los de la película de Catherine Hardwicke...

Louise, Charlotte y Nora son tres vampiras que viven en Berlín. Sus noches transcurren en un frenesí de sangre, sexo, drogas y cualquier otro placer que decidan consentirse. No obstante, Louise, la más anciana de las tres, tiene un deseo al que no piensa renunciar: dar con la persona indicada para ella, su amor verdadero. Y ésa parece ser Lena, una joven delincuente perseguida por la policía después de birlarle la cartera a un individuo al que se disponían a detener. Desorientada y atrapada en una vida que odia, Lena acaba entrando en un club donde una atractiva mujer le muerde el cuello, convirtiéndola en una persona nueva: es más atractiva, sus heridas sanan más rápido, no puede exponerse a la luz del sol y posee poderes que desafían las leyes de la Física. Esto debería significar un cambio positivo, pero cuando Lena descubre que se está enamorando de Tom, uno de los policías que la persiguieron, su privilegiada vida como vampira amenaza con convertirse en una maldición.

Una de las cosas que más me gustó de Somos la noche (he decidido utilizar la traducción literal del título aunque no exista un ídem "oficial" en español, ya que la película sólo se vio en el Festival de Sitges del año 2010) es que en ningún momento se pronuncia la palabra "vampiro". Somos la noche no es una clásica película de vampiros en la que el amor redime al monstruo chupasangre, sino que explora temas como la depresión, la automutilación, el suicidio, las consecuencias de la inmortalidad y da forma a un feminismo radical en el que se perciben ecos de Valerie Solanas, que abogaba por la erradicación total de los hombres. En torno a estos conceptos se construyen y desarrollan los personajes de Lena, Louise, Charlotte y Nora, cuyo modo de vida y sus consecuencias engullen al espectador en una espiral de música y acción desenfrenada. Los limitados medios con los que se filmó Somos la noche son sabiamente empleados en una serie de hipnóticas secuencias plagadas de ritmo que se combinan a la perfección con las convincentes actuaciones y la espléndida banda sonora integrada a partes iguales por un trágico score y música dance armoniosamente combinadas.

Somos la noche es, en resumen, una pequeña joya con una fuerza muy particular. Aunque encontrarla puede ser muy, muy difícil, la búsqueda merece la pena.

Puntuación: 9

sábado, 4 de febrero de 2012

Donde los árboles cantan

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Título: Donde los árboles cantan
Autor: Laura Gallego
Año de publicación: 2011
Editorial: SM

Dos años nos ha tenido Laura Gallego esperando una de sus novelas de fantasía. Desde que en 2009 alumbrara Alas negras, la secuela de Alas de fuego (2004), la prolífica autora pisó el freno en su acelerada carrera como escritora súperventas para centrarse en el proyecto de novelas infantiles Sara y las Goleadoras y en su inconclusa tesis doctoral centrada en las novelas de caballerías. Esta última ha ejercido una poderosa influencia en su nueva novela, en la que retoma la ambientación medieval que le granjeó su primer gran éxito editorial en su debut Finis Mundi (Premio Barco de Vapor 1999) y al que volvió en 2003 con Mandrágora.

Donde los árboles cantan tiene por protagonista a Viana, hija del duque Corven de Rocagrís. Viana y su prometido, Robian de Castelmar, planean casarse en verano, pero un aciago mensaje trunca sus planes: los bárbaros se disponen a cruzar las montañas y declarar la guerra a Nortia. A Viana no le queda más remedio que esperar el fin de la guerra, pero ésta no acaban como había esperado: su padre ha fallecido, su prometido se ha vendido a los bárbaros y el rey Harak la desposa con uno de sus guerreros. Sin embargo, Viana no se resigna ante su destino y huye al temido Gran Bosque, del que se cuentan centenares de leyendas plagadas de misterios.

Después de tanto tiempo sin leer nada nuevo de Laura, debo reconocer que esperaba con mucha expectación Donde los árboles cantan. Pero aunque la novela contiene los elementos ya clásicos en las obras de la autora, ha habido algo, no sé muy bien qué, que no me ha entusiasmado tanto como otros libros suyos que se encuentran entre mis predilectos, como la trilogía Memorias de Idhún y Dos velas para el diablo. Por una vez, no empecé la novela con predisposición negativa debido a la ambientación fantástico-medieval, y la prosa de Laura hizo el resto. Además, crea buenos personajes, aunque da la sensación de que no profundiza en ellos lo bastante, cosa que no sucedía en novelas anteriores. Sólo Viana recibe la atención que merece (sólo faltaría, tratándose de la protagonista), repitiendo el papel heroína intrépida que solemos ver en los personajes femeninos de la autora, pero con la novedad de que no todo le sale bien, ya que a veces, más que intrépida, es más bien temeraria.

Supongo que el motivo por el que Donde los árboles cantan no me ha fascinado tanto como sus novelas anteriores se debe a que esperaba otra cosa. O a que a lo mejor me estoy haciendo mayor...

Puntuación: 7