Título: Sólo los ángeles tienen alas (Only angels have wings)
Director: Howard Hawks
Intérpretes: Cary Grant, Jean Arthur, Richard Barthelmess, Rita Hayworth
Año de estreno: 1939
Un buen blanco y negro siempre será mejor que un mal color... e incluso que ciertos buenos colores. Pillé esta película por casualidad en televisión y vale, aunque no es precisamente una maravilla, el blanco y negro le da ese toque especial, clásico y hasta elegante que se asocia a los años treinta y cuarenta. Sí, el mismo año se estrenó El mago de Oz, que hacía gala de un Technicolor tan nuevecito que casi chirriaba todavía, pero es un caso especial porque no se puede entender la historia de Dorothy sin el color, pero nadie me negará que los gángsters no son gángsters sin el blanco y negro.
Pero volvamos al tema, que no tiene que ver con los gángsters. Estamos en Barranca, Colombia, una pequeña ciudad portuaria donde un rudo norteamericano llamado Geoff Carter dirige una compañía aérea que se dedica al transporte de correo y mercancías sobre los Andes. La ubicación del lugar, su difícil acceso y la situación económica de los hombres implicados conllevan el uso de unos aviones anticuados que se ven obligados a volar en condiciones extremas, por lo que no es raro que los pilotos pierdan la vida durante las misiones. Con esta cruda realidad se topa de frente Bonnie Lee, una joven corista cuyo barco hace escala en Barranca, que decide quedarse al enamorarse de Geoff, aunque él no parezca corresponder en absoluto sus sentimientos. La situación se complica con la aparición del matrimonio Kilgallen: él, Bat, es un aviador despreciado por sus colegas por haber saltado de un avión averiado con el objetivo de salvar la vida, abandonando a su suerte a su copiloto, hermano menor a su vez del hombre de confianza de Geoff; ella, Judy, fue novia de Geoff y le dejó porque no soportaba la tensión que suponía desconocer si él regresaría con vida de cada vuelo, para después contraer matrimonio con otro aviador.
¿De qué trata realmente esta película? Tan sólo podría decirse que es un drama centrado en los aviones, pues es el tema con más importancia a lo largo del metraje, seguido tal vez por las tensas relaciones que se establecen entre los personajes. El filón que se explotaría esta película de hacerse ahora, que es el de la miseria en que se encuentra sumida Barranca, no queda demasiado sugerido. El gusto personal del director por la aviación parece, a grandes rasgos, el único hilo argumental, y la ensalza destacando la querencia especial, casi necesidad, que tienen los pilotos por volar, hasta el punto de jugarse la vida en ello. Incluso el título (bastante cursi) hace alusión a ello. Es considerada una de sus mejores películas pero lo cierto es que en mi opinión proyecta excesivamente sus aficiones en ella.
Hasta ahora sólo había visto a Cary Grant realizando papeles cómicos (La fiera de mi niña, Historias de Filadelfia, Charada...), por lo que me ha chocado verle hacer de tipo duro, si bien hay momentos en los que parece salirle la vis cómica. En cuanto al resto de actores, debo confesar que no he visto ninguna otra película de Jean Arthur ni Richard Barthelmess. Ella realiza un papel de lo más típico, como la joven cándida que se enamora perdidamente del hombre duro (pero de buen corazón), por lo que sufre numerosos reveses antes de que todo acabe bien para ella. Él, por su parte, tuvo su momento de gloria durante la época muda del cine, y lo cierto es que sus diálogos son escasos en Sólo los ángeles tienen alas, pero posee una magnífica presencia en escena. En cuanto a Rita Hayworth, sale muy poco y realiza un papel de femme fatale que se verá corregido y aumentado en la fantástica Gilda.
Puntuación: 6
Director: Howard Hawks
Intérpretes: Cary Grant, Jean Arthur, Richard Barthelmess, Rita Hayworth
Año de estreno: 1939
Un buen blanco y negro siempre será mejor que un mal color... e incluso que ciertos buenos colores. Pillé esta película por casualidad en televisión y vale, aunque no es precisamente una maravilla, el blanco y negro le da ese toque especial, clásico y hasta elegante que se asocia a los años treinta y cuarenta. Sí, el mismo año se estrenó El mago de Oz, que hacía gala de un Technicolor tan nuevecito que casi chirriaba todavía, pero es un caso especial porque no se puede entender la historia de Dorothy sin el color, pero nadie me negará que los gángsters no son gángsters sin el blanco y negro.
Pero volvamos al tema, que no tiene que ver con los gángsters. Estamos en Barranca, Colombia, una pequeña ciudad portuaria donde un rudo norteamericano llamado Geoff Carter dirige una compañía aérea que se dedica al transporte de correo y mercancías sobre los Andes. La ubicación del lugar, su difícil acceso y la situación económica de los hombres implicados conllevan el uso de unos aviones anticuados que se ven obligados a volar en condiciones extremas, por lo que no es raro que los pilotos pierdan la vida durante las misiones. Con esta cruda realidad se topa de frente Bonnie Lee, una joven corista cuyo barco hace escala en Barranca, que decide quedarse al enamorarse de Geoff, aunque él no parezca corresponder en absoluto sus sentimientos. La situación se complica con la aparición del matrimonio Kilgallen: él, Bat, es un aviador despreciado por sus colegas por haber saltado de un avión averiado con el objetivo de salvar la vida, abandonando a su suerte a su copiloto, hermano menor a su vez del hombre de confianza de Geoff; ella, Judy, fue novia de Geoff y le dejó porque no soportaba la tensión que suponía desconocer si él regresaría con vida de cada vuelo, para después contraer matrimonio con otro aviador.
¿De qué trata realmente esta película? Tan sólo podría decirse que es un drama centrado en los aviones, pues es el tema con más importancia a lo largo del metraje, seguido tal vez por las tensas relaciones que se establecen entre los personajes. El filón que se explotaría esta película de hacerse ahora, que es el de la miseria en que se encuentra sumida Barranca, no queda demasiado sugerido. El gusto personal del director por la aviación parece, a grandes rasgos, el único hilo argumental, y la ensalza destacando la querencia especial, casi necesidad, que tienen los pilotos por volar, hasta el punto de jugarse la vida en ello. Incluso el título (bastante cursi) hace alusión a ello. Es considerada una de sus mejores películas pero lo cierto es que en mi opinión proyecta excesivamente sus aficiones en ella.
Hasta ahora sólo había visto a Cary Grant realizando papeles cómicos (La fiera de mi niña, Historias de Filadelfia, Charada...), por lo que me ha chocado verle hacer de tipo duro, si bien hay momentos en los que parece salirle la vis cómica. En cuanto al resto de actores, debo confesar que no he visto ninguna otra película de Jean Arthur ni Richard Barthelmess. Ella realiza un papel de lo más típico, como la joven cándida que se enamora perdidamente del hombre duro (pero de buen corazón), por lo que sufre numerosos reveses antes de que todo acabe bien para ella. Él, por su parte, tuvo su momento de gloria durante la época muda del cine, y lo cierto es que sus diálogos son escasos en Sólo los ángeles tienen alas, pero posee una magnífica presencia en escena. En cuanto a Rita Hayworth, sale muy poco y realiza un papel de femme fatale que se verá corregido y aumentado en la fantástica Gilda.
Puntuación: 6
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