lunes, 31 de agosto de 2009

Monster


Título: Monster
Director: Patty Jenkins
Intérpretes: Charlize Theron, Christina Ricci, Lee Tergesen, Bruce Dern
Año de estreno: 2003

Hay veces que, leyendo un libro o viendo una película, me asombro de la barbaridad que estoy presenciando, pero eso no me espanta si la historia es buena. En el caso de Monster, me pasó en una escena bastante temprana en el metraje. Me anestesió para el resto de la película.

Como en otras ocasiones, no puedo decir que me muriese de ganas por ver esta película. Conocía su argumento y no me atraía lo más mínimo. Ni siquiera la celebrada actuación de la guapísima Charlize Theron metamorfoseada en fea bastó para llamar mi atención. Pero, en ausencia de una propuesta mejor, me decidí a verla. Y he aquí mis impresiones.

No obstante, lo primero es lo primero: Monster es el biopic de la prostituta y asesina en serie Aileen Wuorno, y nos narra su vida desde que conoce a su novia Selby Wall, una adolescente marginada por su familia a causa de homosexualidad. Al enamorarse de ella, Lee (pues así es como la llaman) decide dejar la prostitución y buscar un trabajo honrado, pero fracasa en el intento. Por esta razón decide volver a prostituirse, pero en lugar de eso comienza a asesinar a sus clientes.

El argumento es novedoso, con un enfoque muy interesante (comienza con la voz en off de la protagonista sobre vídeos de su infancia, para mostrarnos luego cómo se fueron truncando sus sueños), pero hay algo que no me acaba de convencer, y es el tratamiento que se da a la protagonista. Aunque aparece retratada como una mujer perturbada, malhablada y violenta, el desarrollo de los hechos parece estar justificando sus acciones. Aunque es una asesina, se ve claramente que es "la buena" de la peli. Y eso, aunque puede quedar muy bien en ficción (después de todo, los antihéroes, tan de moda ahora, pueden llegar a extremos muy acusados), pero no está tan bien si se trata de alguien que existió de verdad, que cometió crímenes verdaderos. Me parece que hay gente que podría sentirse ofendida.

En cuanto a la interpretación, me quito el sombrero ante las dos protagonistas. Si bien es cierto que no soy una gran seguidora de la trayectoria profesional de Charlize Theron (de hecho, sólo he visto otra película más protagonizada por ella y es The Italian job), pero lo cierto es que su interpretación es realmente magistral. Cuando aparece en las revistas, tan guapa y radiante, no te la imaginas fumando como un carretero y escupiendo "f*ck" a todas horas. En cuanto a Christina Ricci, conozco otras películas y lo cierto es que es una actriz muy versátil. El tratamiento de su personaje es muy humano: parece dulce y delicada, pero puede llegar a ser muy cruel. Me parece muy interesante.

Por último, hablaré de la música. La banda sonora se compone, como es habitual de canciones vocales y melodías instrumentales. Todas ellas muy apropiadas. Aunque algunas canciones vocales resulten demasiado estridentes e incluso poco idóneas para la situación, contribuyen a reforzar el ambiente sórdido en que se desarrolla la trama.

En resumen, podría decir que no me ha desagradado del todo. Se trata de una buena película, eso sí, cargada de crudeza, no apta para mentes sensibles.

Puntuación: 7

sábado, 29 de agosto de 2009

El piano


Título: El piano (The piano)
Director: Jane Campion
Intérpretes: Holly Hunter, Harvey Keitel, Sam Neill, Anna Paquin
Año de estreno: 1993

Hay ciertas películas que hacen de la música su bandera. Oímos su banda sonora y la asociamos inmediatamente a su argumento. Hay otras, más modestas, que poseen una música capaz de conmover de por vida nuestros corazones. Una de ellas es, por supuesto, El piano, una película en la que las melodías han resultado casi más famosas que la propia película.

El trágico argumento se inicia con una mujer escocesa, Ada, que es unida en un matrimonio de conveniencia con un hombre neozelandés llamado Alistair Stewart. Muda desde su niñez, Ada utiliza como principal medio de expresión su piano, que viaja junto a ella y a su hija Flora a la lejana Nueva Zelanda. Sin embargo, una vez allí se ve despojada de su preciado instrumento debido a las dificultades para su transporte. Finalmente, el piano acaba en manos de Baines, un marinero retirado que vive entre los maoríes. Éste, que encuentra atractiva a Ada, le propone un trato que le permitirá volver a tocar su piano, si a cambio deja que él la acaricie.

La historia está cargada de drama, con un ritmo reposado y constante pero no exento de tensión en algunos momentos. La originalidad de la trama se complementa con una brillantísima interpretación de los cuatro actores principales. No en vano se trata del papel más recordado y premiado de Holly Hunter, además de la primera interpretación cinematográfica de Anna Paquin. Ambas recibieron sendos óscars ese año de 1993; Paquin se convirtió en la segunda actriz más joven de la historia en recibir la estatuilla de Hollywood, a los 11 años. En cuanto a los papeles masculinos, ambos reciben un tratamiento igualmente soberbio. Mención especial merece, en mi opinión, Sam Neill, que refleja unos sentimientos contradictorios verdaderamente magníficos. Los arranques de ira que demuestra recuerdan mucho a la interpretación que hace del obispo Wolsey en Los Tudor; se explica su elección para la serie de televisión.

Otro punto fuerte de El piano es la fotografía. A lo largo de la película vemos unos maravillosos paisajes muy bien iluminados tanto por luz natural como artificial. Las escenas tienen como resultado una gran sencillez que va a la par con su belleza. Destaco la escena de sexo entre Baines y Ada, que resulta muy emotiva y romántica. Visualmente, la fragilidad de Hunter destaca con el aspecto rudo de Keitel, dando lugar a una escena de un erotismo sutil y poético.

Para finalizar, me centraré en la música, formada casi exclusivamente por melodías a piano que la propia Hunter interpretó en pantalla en los casos en que no sonaban de fondo. La pieza más famosa, The heart asks pleasure first, tiene por título el primer verso de un poema de Emily Dickinson. Es posible que haya otras cuyos títulos procedan de poesía
s.

No encuentro una definición para El piano que no incluya la palabra "especial". Se trata de una película cargada con una sensibilidad y un encanto difíciles de clasificar, una verdadera obra de arte.

Puntuación: 10

viernes, 28 de agosto de 2009

Casandra


Título: Casandra
Autor: Christa Wolf
Año de publicación: 1983
Editorial: El País

Desde niña me ha fascinado la mitología clásica. Era como un enorme entramado de cuentos que narraban historias inverosímiles protagonizados por un gigantesco elenco de dioses, criaturas fantásticas y un buen número de mortales. Al hacerme mayor, persistió mi interés por la mitología. Llegué incluso a identificar mis mitos predilectos: Eros y Psique, Selene y Endimión, las aventuras de Ulises... y Casandra. Éste es, además, mi nombre de chica preferido.

Esta novela narra el mito de Casandra en primera persona, en forma de un extenso monólogo en el que la heroína recuerda toda su vida. El mito original nos habla de una princesa troyana de la que se enamoró Apolo, por lo que le otorgó el don de la profecía. No obstante, al negarse ella a mantener relaciones sexuales con él, el dios la maldijo a que jamás fuese creída. Así, la impotente Casandra contempló la larga guerra de Troya anunciando todas las desgracias que acaecieron, sin que persona alguna diese crédito a sus predicciones.

La versión de esta novela es algo diferente. Aunque el mito se mantiene incólume, la autora suprime el papel de los dioses en la historia, dándole un enfoque mucho más realista. Casandra no es la portavoz de los dioses, sino una mujer con una cabeza muy bien amueblada sobre los hombros, sensata y con poca tendencia a comportarse como se espera en las mujeres de la sociedad patriarcal imperante. El argumento de la obra establece un interesante paralelismo con el desarrollo de la Guerra Fría observado desde la RDA, en la que vivía la autora. De hecho, muchos personajes han sido considerados personificaciones de las diversas instituciones que regían la vida en el lado oriental del Muro de Berlín. En sus páginas encontramos ideas de tendencia feminista y la formación de la conciencia de guerra entre la población.

En lo que respecta al estilo, en mi opinión es impecable pero es de los que no gustan a todo el mundo. Al estar escrito en forma de monólogo, las expresiones son concisas, contundentes, como una confesión realizada a uno mismo. La narración es entrecortada, muy viva, con matices muy claros de la percepción de Casandra de hechos y sentimientos. Wolf consigue que los lejanos mitos grecolatinos, por lo general rodeados de un halo de grandeza y lejanía, resulten mucho más cercanos, como si realmente hubiesen tenido lugar.

Se trata de una novela muy interesante, intensa en su narración, y muy interesante.

Puntuación: 8

jueves, 27 de agosto de 2009

Saga Oscar Wilde


Título: Oscar Wilde y una muerte sin importancia
Autor: Gyles Brandreth
Año de publicación: 2007
Editorial: Plata


¿Quién no ha leído alguna vez una o dos de los múltiples aforismos con los que el dramaturgo Oscar Wilde perló sus diferentes obras? Tan sólo en este blog tengo uno a modo de filosofía de vida, pero como ése podría haber escogido una docena más. Todos resultan igualmente inspiradores.

Comencé a interesarme por la literatura de Wilde hace un año, cuando leí dos volúmenes de sus cuentos de hadas. Me fascinaron tanto que me sentí animada a
leer El retrato de Dorian Gray; se convirtió en una de mis novelas preferidas. Mi próximo objetivo es dar buena cuenta de todas sus obras de teatro, mientras espero a que la última adaptación de la única novela de Wilde vea la luz en cines a finales de año.

No obstante, existe algo aún más fascinante que la lectura de Oscar Wilde, y es su propia persona. Educado e irreverente, genial e incomprendido, esta víctima de la doble moral victoriana posee tanto apasionados seguidores como feroces detractores, al igual que en su momento estuvo rodeado de amigos y enemigos. En esta joven saga de novelas, formada de momento por dos únicas entregas, el dramaturgo se ve transformado, además, en un sagaz detective.

Corre el año 1889 y Oscar Wilde está en la cima de su éxito, disfruta de una vida conyugal feliz y goza de la compañía de buenos amigos como Arthur Conan Doyle o Robert Sherard, que se dedica a dar testimonio de los hechos. Éstos son los siguientes: Oscar descubre el cadáver de un muchacho en unas habitaciones de alquiler, y éste desaparece poco después. El objetivo no es otro que encontrar al asesino, destapar el móvil del crimen y, ante todo, encontrar el cuerpo.

Una trama poco original en la que vemos, una vez más, cómo los personajes la salvan y la convierten en una excelente novela. El personaje de Oscar Wilde brilla en todo su esplendor gracias al profundo estudio acerca de su persona realizado por el autor, presentándonos a un Wilde absolutamente creíble y genial, que deja caer inocentemente algunas de sus frases más memorables. El resultado es una novela adictiva en la más clásica tradición de la novela negra, en la que el protagonista eclipsa con su carisma al resto de personajes, incluido al propio narrador. Todos se rinden al encanto de Oscar.


Puntuación: 10

Título: Oscar Wilde y el Club de la Muerte

Autor: Gyles Brandreth
Año de publicación: 2008
Editorial: Plata

Siguiendo la tónica de la novela inaugural de la saga, este segundo volumen recupera las líneas generales que le reportaron el éxito a su predecesora, corrigiéndolas y aumentándolas: más figuras literarias del siglo XIX implicadas, mayor diversidad de ambientes implicados, más excentricidades y sórdidos secretos y, ante todo, más Oscar Wilde en estado puro.

Oscar Wilde y el Club de la Muerte se desarrolla en 1892, poco después del arrollador éxito del estreno de El abanico de Lady Windermere. Un Oscar ebrio de triunfo y rodeado de amigos (y no tan amigos) organiza una sesión de su Club Sócrates en la que propone un juego llamado "Asesinato". En el mismo, cada uno de los asistentes debe escribir en una papeleta, de forma anónima, a quién le gustaría matar, para que más tarde los demás averigüen quién se esconde detrás de cada víctima y por qué desea hacerlo. El juego comienza a tornarse macabro cuando esas hipotéticas víctimas comienzan a morir una tras otra.

A pesar de una mayor originalidad de la trama y un incremento en la complejidad de su desarrollo, esta segunda entrega no se encuentra, en mi opinión, a la altura de la primera. Carece, en parte, de su agilidad y frescura, lo cual no quiere decir que sea mala, sin más. Sencillamente, no alcanza el listón que Oscar Wilde y una muerte sin importancia logró colocar bien alto. Espero que la tercera entrega, ya anunciada en la página web del autor bajo el título
Oscar Wilde and the Dead Man's Smile, supere a Oscar Wilde y el Club de la Muerte y, ¿por qué no? También a Oscar Wilde y una muerte sin importancia.

Puntuación: 8

Trilogía Millennium


Título: Los hombres que no amaban a las mujeres
Autor: Stieg Larsson
Año de publicación: 2005

Editorial: Destino

Los best-sellers mueven el mundo. Hace apenas siete años, una novela llamada El código Da Vinci abrió la veda a un tipo de lecturas que se popularizaron hasta el punto de proliferar por doquier: tema histórico unido a un misterio de índole esotérica. El boom llegó al extremo de inundar las librerías con sucedáneos del producto original hasta el día de hoy. El siguiente bombazo editorial vio la luz hace tan sólo un par de años, y su primera entrega recibió el curioso título de Los hombres que no amaban a las mujeres.


Debo reconocer que no sentí ninguna clase de interés cuando descubrí su portada mirándome por primera vez desde la sección de Novedades de mi librería. Ni siquiera leí la sinopsis
porque, a decir verdad, su título me sonaba a libro de autoayuda. Sin embargo, lo recibí como regalo de Navidad, ya publicada su secuela, y no tuve más remedio que leérmelo.

Los hombres que no amaban a las mujeres tiene dos protagonistas: un periodista llamado Mikael Blomkvist y una hacker llamada Lisbeth Salander. Obligados por la situación y por una buena
recompensa, estos dos personajes tan dispares investigan juntos la desaparición de una joven llamada Harriet Vanger treinta y seis años atrás en una isla propiedad de su familia.

A primera vista, el argumento es un tópico de principio a fin. Y es que, en mi opinión, lo que hace verdaderamente especial a esta trilogía son sus personajes, tratados de una manera minuciosa y plagados de detalles mundanos. Destaca, por supuesto, Lisbeth Salander, un personaje muy especial y carismático, que dota a la obra de una personalidad muy definida. De hecho, en los siguientes volúmenes se convierte en protagonista, acaparando descaradamente el interés del lector. El cometido del primer volumen de la trilogía es hacer las veces de introducción: en Los hombres que no amaban a las mujeres conocemos a Mikael y a Lisbeth y la relación que se establece entre ellos, algo fundamental para la comprensión de los acontecimientos que tienen lugar en las siguientes entregas.

El desarrollo del argumento es el clásico de una novela negra, con investigaciones y un crimen, pero el estilo del autor contribuye a hacerlo especialmente trepidante. Y es que Stieg Larsson era periodista. Sus libros realizan detalladas descripciones de la mecánica de las acciones, su orden, frecuencia y duración. Reproduce las cifras primorosamente y no se entretiene construyendo hermosas frases o tratando de despertar en el lector sentimientos hacia los personajes. Todo está escrito como si fuera
un artículo para la revista Millennium, en la que trabaja Mikael.

En su momento me gustó, pero no lo bastante como para despertar en mí la motivación necesaria para leer su continuación. Sin embargo, las circunstancias me volvieron a empujar hacia la trilogía Millennium.

Puntuación: 8

Título: La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina
Autor: Stieg Larsson
Año de publicación: 2006
Editorial: Destino

Ya publicada la secuela y con motivo de una reunión en la que se hablaría de libros, se me propuso que la leyese y comentase mi opinión. En aquel momento,
La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina (traducción patria de Flickan som lekte med elden, literalmente "La chica que jugaba con fuego") se encontraba ya en las listas de los más vendidos, pero más vale tarde que nunca.

Para mi desgracia, me enganché de una manera exagerada.
Me gustó muchísimo más que Los hombres que no amaban a las mujeres, y no podía dejarla ni un minuto, cosa mala porque además estaba de exámenes. Aún hoy desconozco cómo pude dar abasto con todo.

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina se sitúa cierto tiempo después de los acontecimientos sucedidos en Los hombres que no amaban a las mujeres. Mikael saborea las mieles del éxito, pero Lisbeth busca tranquilidad para poder reflexionar acerca de sus asuntos. No obstante, la situación da un giro de ciento ochenta grados cuando un joven llamado Dag Svensson se pone en contacto con Mikael para publicar un libro sobre trafficking. A partir de ese instante, empiezan los problemas.

A diferencia de su predecesora,
La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina es un continuo y trepidante desarrollo (es decir, aún más) de acontecimientos bombardeados, desde la primera hasta la última página, literalmente. Es en esta entrega en la que se nos desvela el sentido de la primera, pues gran parte de la carga sentimental (por así llamarla) se apoya en Mikael y Lisbeth, en lo que vivieron juntos y en las repercusiones de esto. Además, como antes comentaba, Mikael se hace ligeramente a un lado para depositar sobre los hombros de Lisbeth gran parte del protagonismo. Y aquí, es cien por cien ella. Se muestra tal y como es, generando en el lector una gran atracción y reafirmando que se trata de un gran personaje.

Y sí, es cierto:
La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina es mi novela preferida de la saga. Con diferencia.

Puntuación: 10


Título: La reina en el palacio de las corrientes de aire
Autor: Stieg Larsson
Año de publicación: 2007
Editorial: Destino

El primer párrafo de la sinopsis de la contraportada dice así: "
Los lectores que llegaron con el corazón en un puño al final de La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina quizás prefieran no seguir leyendo estas líneas y descubrir por sí mismos cómo sigue la serie y, sobre todo, qué le sucede a Lisbeth Salander". Lo cierto es que gran parte del interés que despierta el desenlace de la trilogía Millennium, por no decir la totalidad del mismo, corre a cargo de las últimas páginas de la novela anterior. Los tres volúmenes juegan claros papeles de introducción, nudo y desenlace, aunque sin duda este último es bastante largo. Con sus 854 páginas, La reina en el palacio de las corrientes de aire (traducción muy libre de Luftslottet som sprängdes, literalmente "El castillo de aire que se voló") es la novela más larga de la trilogía.

Su inicio se ubica apenas unos minutos más tarde del último párrafo de
La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Lisbeth, gravemente herida, se enfrenta a sus peores enemigos en una situación de indefensión bastante perjudicial, además de estar acusada de una serie de graves delitos. No obstante, cuenta con la ayuda de Mikael, que está decidido a sacarla de tan penosa situación, independientemente del coste.

La reina en el palacio de las corrientes de aire tiene en común con La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina el mismo ritmo constante de desarrollo de acontecimientos, aunque en este caso sean más complejos, haya implicados muchos más frentes y los intereses en juego lleguen a niveles superiores. La reina en el palacio de las corrientes de aire cuenta con tal número de personajes que no tardamos en darnos cuenta de que una guía de los mismos no habría venido nada mal.

La conclusión de la historia es muy correcta, sin caer en un tópico demasiado manido; muy correcto para la trilogía, en mi opinión.

Se ha dicho que Stieg Larsson tenía en mente una saga de diez novelas y que el cuerto volumen estaba a medio redactar en el momento de su muerte. Así que, mientras se confirma esa información y su viuda se decide a publicar o no un libro a medias, para la posteridad quedan la trilogía Millennium y las docenas de imitaciones que ya comienzan a invadir nuestras librerías. Amantes de la novela negra, estáis de suerte.

Puntuación: 9

Frankenstein


Título: Frankenstein
Autor: Mary Shelley
Año de publicación: 1818
Editorial: El Mundo

Son tres los mitos del cine clásico de terror, aunque podrían ampliarse a cuatro: Drácula, Frankenstein y la momia. Ah, y el hombre lobo.

Drácula y Frankenstein, popularizados en el celuloide por Bela Lugosi y Boris Karloff respectivamente, proceden de sendas obras literarias escritas en el siglo XIX, en pleno Romanticismo. Y aunque ambasse adscriben al género del terror, la obra de Mary Shelley no debería considerarse como tal.

Y es que el protagonista de Frankenstein no es el monstruo, sino el joven doctor Victor Frankenstein, que relata su historia a un marinero inglés llamado Robert Walton: su feliz infancia, su interés por los filósofos naturalistas, la trágica muerte de su madre y sus intentos por crear vida a partir de un cuerpo muerto, dando origen así al celebérrimo monstruo que, en su infelicidad, provoca la desgracia.

Aunque contiene episodios violentos, y aunque el bueno de Víctor describe "el horror" que le provoca su criatura, Frankenstein no tiene como objetivo aterrorizar al lector, sino narrar una historia acerca de un hombre que quiso ser Dios creando un Adán, pero que fracasó porque, evidentemente, es un ser humano cargado de limitaciones. Como toda buena novela romántica, Frankenstein posee intensas descripciones de los sentimientos que embargan a los personajes, tempestuosos paisajes iluminados por la luna y largas frases salpicadas por numerosas exclamaciones. Como amante del siglo XIX en general, he disfrutado muchísimo la novela. Pero, sin poder evitarlo, y aun sabiendo que las comparaciones son odiosas, sigo prefiriendo Drácula.

¿Y qué otra cosa se puede decir de una obra inmortal como Frankenstein? Tan sólo que es absolutamente imprescindible.

Puntuación: 6

lunes, 10 de agosto de 2009

Snatch, cerdos y diamantes


Título: Snatch, cerdos y diamantes (Snatch)
Director: Guy Ritchie
Intérpretes: Jason Statham, Brad Pitt, Vinnie Jones, Alan Ford
Año de estreno: 2000

Si no llamara a cada una de las entradas por el título de la película o libro que reseño en ellas, ésta se llamaría "Cómo Guy Ritchie intenta ser Tarantino". Y es que Snatch debe mucho, en mi opinión, a las dos primeras películas de Tarantino. Sangre y humor negro se mezclan en este largometraje repleto de asesinatos y negocios sucios, con otros guiños más visuales que le dan un ritmo rápido pero interesante. A través de una serie de historias cruzadas con peleas clandestinas de boxeo, diamantes robados y otros chanchullos de menor protagonismo como telón de fondo, Ritchie perfila un ágil retrato de los bajos fondos londinenses, jalonado por excéntricos personajes.

La historia se inicia con el robo de un espectacular diamante de 84 kilates por un ladrón adicto al juego y un trato entre un magnate de las apuestas amañadas en el boxeo clandestino conocido por su crueldad y el representante de un boxeador. A partir de ese instante, la trama se complica, entrando en juego un ruso medio chiflado, dos torpes hermanos criminales que regentan una tienda de empeños, el jefe del ladrón, un asesino a sueldo y un gitano boxeador que siente devoción por su madre. Sus respectivas aventuras, a cada cual más rocambolesca, en las que la suerte y la casualidad tienen mucho que ver, se entrelazan de manera imprevisible hasta el desenlace.

Debo confesar que no tenía un interés personal en esta película, pero es la preferida de una buena amiga y eso me decidió a verla. Lo cierto es que no puedo negar que me he reído bastante por lo tremendamente extraña que es, salpicada por su ritmo trepidante y esa estética que no deja de traerme a la cabeza a Tarantino. La violencia florece en todo su esplendor en el desarrollo de Snatch, pero curiosamente es de esas películas en las que "no se ve nada". Las muertes suceden, en su gran mayoría, fuera del encuadre de la cámara.

Gran parte del encanto de Snatch reside en sus personajes. Quizá el más representativo sea Mickey, el gitano al que interpreta Brad Pitt en un papel muy interesante que se aleja del héroe guaperas que solía interpretar en sus películas hasta poco antes. Sin embargo, no es el único. Personalmente, me encantan Solomon y Vincent, los dos hermanos a los que todo parece salir mal, y es que en el fondo son unos chapuzas. En comparación con los matones profesionales que desfilan por la cinta, resultan hasta tiernos y todo.

Señalaré, además, que la película cuenta con una banda sonora bastante buena que acompaña muy bien a la acción. Como curiosidad señalaré que una de las canciones que suena es Lucky star, de Madonna, que más tarde contraería matrimonio con el director. Además, la canción suena en uno de esos momentos que podrían figurar perfectamente en una película de Tarantino.

Probablemente gustará a los seguidores de este director.

Puntuación: 7

domingo, 9 de agosto de 2009

Gigante


Título: Gigante (Giant)
Director: George Stevens
Intérpretes: Elizabeth Taylor, Rock Hudson, James Dean, Chill Wills
Año de estreno: 1956

Bastaron tres películas y una trágica muerte accidental en la flor de la juventud para hacer de James Dean el icono que ha sido y sigue siendo, encarnando la rebeldía juvenil en su película más conocida, Rebelde sin causa, aunque esa imagen se extiende a otra película de muy diferente índole: Gigante. Quizá por eso se le recuerda como uno de los personajes más destacables del elenco, si no el que más, además de que así fue publicitado, aunque lo cierto es que el grueso de la acción dramática descansa sobre Rock Hudson y Elizabeth Taylor.

Gigante tiene como protagonista a un ranchero de Texas, Jordan Benedict, que viaja a Maryland a comprar un caballo, y durante dicho viaje conoce a una altiva y respondona joven llamada Leslie. Tras su rápido enamoramiento y su boda, la pareja se traslada al rancho de la familia, Reata, donde ella tiene ocasión de conocer a Jett, un "manitas" contratado por la familia que no sólo envidia la fortuna de los Benedict sino que además se enamora de Leslie. A partir de este punto se nos muestra el desarrollo de la vida familiar de Jordan y Leslie a lo largo de muchos años, salpicados por los choques que se producen entre ellos a causa de sus puntos de vista opuestos, unidos a la mente cerrada de la América profunda de Jordan y la cabezonería de Leslie, aunque en ningún momento dejan de quererse como el primer día. Y de fondo, vemos cómo Texas pasa de ser un Estado compuesto por ranchos a obtener la riqueza creada por la extracción de petróleo.

Las más de tres horas de metraje de Gigante están empapadas en ese aire epopéyico que rige muchas películas del Hollywood clásico, al más puro estilo Lo que el viento se llevó, pero situado en una época más cercana: el inicio de Gigante se sitúa en torno a finales de los años 10, mientras que las últimas escenas tienen lugar hacia los 50. Así, la pareja protagonista pasa de ser un matrimonio joven a los venerables patriarcas de una joven generación. A través de ellos conocemos la vida en Texas antes y después del petróleo, el racismo de las personas oriundas de la región y la oposición de los jóvenes a sus mayores (tema que, por cierto, no tiene edad). ¿Y qué papel desempeña el archifamoso James Dean en este drama? Dean es el joven rebelde e inculto que se hace rico de la noche a la mañana y que no sabe digerir el éxito.

Gigante tiene el gran honor de poseer el título de "una película que hay que ver". Sin embargo, en mi opinión, resulta algo desfasada. Aunque podría resultar inmortal gracias a los valores que promulga, la manera de estar realizada la hace parecer anticuada. Es muy larga y, a diferencia de otros largometrajes de semejante duración, puede resultar algo pesada. Sin embargo, eso no la hace menos imprescindible para todo cinéfilo que se precie.

Puntuación: 5

viernes, 7 de agosto de 2009

Perfección


Título: Perfección
Autor: Scott Westerfeld
Año de publicación: 2005
Editorial: Montena

Después de analizar la primera entrega de esta trilogía me di un descansito antes de lanzarme con su segunda parte. La cogí con ciertas ganas, y es que al leerse el pequeño resumen de la contraportada, quedaba alegremente destripado, al menos en parte, el final de Traición. Sin embargo, no sabía lo que sucedería en Perfección, por lo que tenía curiosidad.

Y, por desgracia, para narrar a grandes rasgos su argumento tendré también que desvelar el mismo dato que la contraportada. Tally comienza en Perfección convertida en una nueva perfecta que vive tranquilamente en la ciudad de Nueva Belleza, rodeada de glamour y luchando por unirse a la camarilla más in, los rebeldes, a la que ya pertenecen sus amigos, y no le importa demasiado que sus recuerdos relativos al Humo hayan sido borrados. Sin embargo, el reencuentro con alguien de su pasado cambia las cosas y la impulsa a buscar un cambio. Para ello cuenta con Zane, uno de los perfectos más deseados, que tiene mucho en común con ella.

Perfección no presenta grandes novedades respecto a su predecesora, pues en cuanto al argumento da la impresión de no tratarse más que de un puente entre el inicio de la historia y su desenlace en el tercer volumen de la saga (aún inédito en España). El desarrollo tiene menos sobresaltos, aunque iremos conociendo ciertos detalles de la vida en el mundo futuro en el que se desarrolla la saga. No quiero entrar en detalles porque seguro que destriparía algo, pero puedo asegurar que a mí no me han resultado excesivamente impactantes. Además, algunos giros argumentales caen en el tópico de manera algo burda; lo digo porque hay veces que los tópicos quedan bien y no destacan tanto. En Perfección sí que se notan.

En resumen: no es tan absorbente como Traición, aunque sin duda alguna será fundamental para entender los acontecimientos que sucedan en Specials, que por cierto, espero impaciente.

Puntuación: 7

jueves, 6 de agosto de 2009

Persona

Imagen de Wikipedia
Título: Persona
Director: Ingmar Bergman
Intérpretes: Bibi Andersson, Liv Ullmann, Margaretha Krook, Gunnar Björnstrand
Año de estreno: 1966


Hubo una época en que ciertas películas tan sólo se podían ver los Cines de Arte y Ensayo: películas de factura alternativa y muy distintas a los productos importados de Hollywood. Hubo una época en que el cine europeo protagonizó una revolución de las formas que acabó alcanzando la Meca del Cine.

Las películas de Ingmar Bergman no son sencillas de ver, y hay mucha gente que se aburre soberanamente por ellas. ¿Por qué? Mi respuesta es: porque Hollywood nos tiene muy mal acostumbrados. Lo normal en el cine estadounidense es realizar películas que cuentan una historia, historia que tiene un tema o más. En cambio, el cine de Bergman está realizado de una manera muy distinta. Él da todo el protagonismo al tema, que además se corresponde a una de sus preocupaciones personales, y reflexiona acerca de él mediante un argumento abstracto y lleno de símbolos. No nos cuenta una historia. Nos transmite sus cavilaciones.

Persona tiene como protagonistas dos temas muy concretos: la identidad (tanto la idea de adoptar la de otros como la formación de una propia) y la sinceridad, centrándose en los secretos y vivencias que nunca contamos a nadie, permitiendo que nos corroan por dentro, tema que protagonizaría años más tarde Gritos y susurros. Se trata, en mi opinión, de una de las películas más abstractas y personales del director sueco. La historia se inicia con dos mujeres: una joven enfermera llamada Alma y una actriz hospitalizada llamada Elisabet Vogler. Ésta, según se nos relata, fue ingresada después de interrumpir una interpretación teatral porque el personaje (Electra) no le inspiraba nada en absoluto. Dado que carece de toda dolencia física y mental, la doctora que la trata le recomienda que pase un tiempo en su casa de la playa junto a Alma. Allí, las dos mujeres conectan inmediatamente a pesar de sus caracteres opuestos, poniendo en común sus sentimientos y secretos más personales, hasta iniciar un proceso de simbiosis.


En blanco y negro, carente casi al cien por cien de música de fondo, Bergman juega con la interpretación de las actrices y los contrastes de luces y sombras. Los primeros planos juegan un papel protagonista, transmitiendo una fuerza expresiva sobresaliente. La introspección alcanza en Persona una sublimación que ha acabado contagiando a gran parte del cine escandinavo, aunque la figura de Bergman sea insustituible en su estudio de las emociones más personales del ser humano. Aunque no he tenido ocasión de ver más que otras dos películas del director sueco (El séptimo sello y Gritos y susurros) debo confesar que se trata de un cineasta que despuera en mí un gran interés. Sus películas no responden a una voluntad de entretenimiento, sino que invitan a reflexionar sobre preocupaciones reales e íntimas de la existencia humana. Y eso, teniendo en cuenta que el cine que solemos ver en nuestras carteleras posee argumentos que dan masticado hasta el más mínimo detalle, se agradece.

Puntuación: 9

Aquellos maravillosos 70


Título: Aquellos maravillosos 70 (That 70s show)
Intérpretes: Topher Grace, Laura Prepon, Ashton Kutcher, Mila Kunis, Danny Masterson, Wilder Valderrama, Debra Jo Rupp, Kurtwood Smith
Emisión: 1998-2006 (8 temporadas, emitida en España por Paramount y Antena.Neox)

Hoy en día, gran parte de la gente ve series. Hasta hace cosa de un año, yo era de las pocas que aún no habían caído bajo el influjo de las series norteamericanas, a pesar de la invasión que supusieron Sexo en Nueva York, Perdidos o Prison Break en mi entorno más cotidiano. Desde mis primeros años de adolescente, cuando estuve enganchada a varias series españolas, no había seguido nada regularmente en televisión; si acaso, El Informal. Sin embargo, el verano pasado me sentí atraída por una serie ambientada en la segunda mitad de los años 70 que se emitía en Antena.Neox. Se trataba, obviamente, de Aquellos maravillosos 70.

El argumento, que se desarrolla entre 1976 y 1979, gira en torno a un chico llamado Eric Forman, su familia (formada por su severo padre Red, su alocada madre Kitty y su ligera de cascos hermana mayor Laurie) y sus amigos: Donna Pinciotti, Michael Kelso, Jackie Burkhart, Steven Hyde y Fez. A medida que avanza la serie les van sucediendo multitud de aventuras y desventuras de talante cómico, con los convulsos años 70 como fondo, a menudo dando un toque muy especial a los acontecimientos, además de a cosas que nos resultan más lejanas, como la moda, los aparatos electrónicos antediluvianos o los modelos de coches, por citar algunas. La ambientación se extiende al empleo de recursos propios de las series de televisión de la época, como la pantalla partida, las ensoñaciones o el círculo (cámara girando en 360º centrándose en los personajes). Dicha ambientación se prolonga en los nombres que se da a los capítulos en las cuatro últimas temporadas: los episodios de la quinta temporada corresponden a títulos de canciones de Led Zeppelin; los de la sexta, a The Who; los de la séptima, a los Rolling Stones; los de la octava, a Queen.

La serie consta de ocho temporadas cuyo número de episodios oscila entre los veintiuno y los veinticinco, y no llegan a la media hora de duración. Dado que la serie tuvo al principio poca audiencia y los productores pensaron que no llegarían a pasar de un par de temporadas, el tiempo transcurre muy rápido; el año 1979 es el que más episodios ocupa. A través de ellos vemos cambiar a los personajes, tanto físicamente como emocionalmente: maduran, se enamoran, se desenamoran, estudian, buscan trabajo... Se les llega a coger cariño. Todos ellos poseen, al comienzo, personalidades arquetípicas, que más tarde van adquiriendo matices que los llenan de originalidad. Eric, que en principio no es más que un tirillas subyugado por la autoridad paterna, desarrolla una tendencia friki hacia Star Wars y los muñecos G.I. Joe que da lugar a muchos chistes. Donna, por su parte, es una chica independiente y de carácter fuerte que se revela absolutamente débil ante Eric. Kelso es probablemente el personaje más característico de la serie: es el guaperas inmaduro que hace todas las burradas que se le pasan por la cabeza sólo para pasárselo bien. Jackie es la niña pija que lanza veneno en cada comentario y que siempre tiene una crítica a punto, además se situarse a sí misma en primer lugar en todas las ocasiones. Hyde (mi personaje preferido) es el fruto de unos padres alcohólicos y presidiarios que reniega de todo orden social y que reparte sarcasmo (y marihuana) por doquier. Por último, Fez es el estudiante de intercambio de un país nunca mencionado que combina su deseo por acostarse con chicas con su amor a los dulces y su dificultad para hacerse entender. Junto a todos ellos aparecer multitud de personajes secundarios que dan color a la serie y provocan situaciones hilarantes aunque su presencia no sea (en muchas ocasiones) demasiado destacada. Además, Aquellos maravillosos 70 ha visto los cameos de Estella Warren, Bruce Willis o Alice Cooper, entre muchos otros.

Como suele pasar en las series tan largas, Aquellos maravillosos 70 tiene altibajos en la calidad del desarrollo de la historia, al menos en mi opinión. La mejor temporada es, sin duda, la primera; las temporadas segunda y tercera son algo más flojas y repetitivas, recuperándose el ritmo en la cuarta gracias a un interesante giro argumental que se extiende durante ésta y la quinta. La sexta y la séptima no aportan grandes novedades pero resultan muy divertidas. Quizá la peor parte se la lleve la octava, pues la ausencia de dos importantes personajes, Eric y Kelso, resta mucha chispa a los acontecimientos; el interés cae gradualmente a medida que se avanza en su visionado. Sin embargo, se trata de una serie muy entretenida cuyas situaciones hilarantes hacen reír de lo lindo.

Y, vale, es cierto: le tengo un cariño especial.

Puntuación: 10

domingo, 2 de agosto de 2009

Up


Título: Up
Director: Pete Docter
Intérpretes (voces): Edward Asner, Christopher Plummer, Jordan Nagai, Bob Peterson
Año de estreno: 2009

Cuanto mayor me hago, más disfrutos los cuentos de hadas y las películas de animación. Tras una rebelde etapa adolescente en que la única animación que entraba por mis ojos era anime japonés, hace un par de años redescubrí a Walt Disney y a todos sus clásicos. Sin embargo, los de la Disney llevan varios años haciendo una clase de películas desde 2003 que no me convencen, pues se alejan de las tradicionales películas que tanto disfruté de niña. Además, sus películas hechas a ordenador, que en mi opinión tratan de emular el éxito de las producciones de Pixar, no están por lo general a la altura.

Debo reconocer que, al principio, Pixar no me gustaba demasiado; prefería las películas con animación tradicional. Toy Story no estaba del todo mal, pero Pocahontas ganaba por goleada; Bichos nunca me gustó especialmente, además de que se estrenó el mismo año que una de mis preferidas de Disney, Mulán. Del grupo de las primeras de Pixar, podría decirse que Los Increíbles fue la primera que me gustó un poco más, pues reconozco que Monstruos S.A. y Buscando a Nemo las vi más tarde; de ambas, la primera se erige para mí como la mejor de Pixar. Finalmente, no he visto Cars ni Ratatouille, y gracias a mis amigos, que me convencieron para ver WALL-E, mi opinión de Pixar cambió lo suficiente como para ver Up en el cine. Y de momento me parece que podrían llegar a ser mejores que la Disney, si Tiana y el sapo (The princess and the frog en su versión original) no llega a ser tan buena como promete.

Al igual que otras obras de Pixar, la historia de Up es rica en moralejas y alabanzas a la amistad, el compañerismo y la confianza. Su protagonista es Carl, un anciano fabricante de globos, ya jubilado, que tras enviudar se niega a ingresar en una residencia para la tercera edad y decide hacer realidad el sueño que su difunta esposa y él tuvieron durante toda su vida: viajar a las Cataratas Paraíso, en Sudamérica, lugar al que acudió un explorador al que ambos admiraban, y colocar su casita al borde mismo de las cataratas, para vivir juntos mil y una aventuras. Así que Carl emplea todos los globos que tenía guardados para arrancar la casa de sus cimientos y alzarse en el cielo. No obstante, el alegre viaje se ve alterado al aparecer un polizón en la casa flotante. Se trata de Russell, un intrépido boy-scout de ocho años que está empeñado en conseguir una medalla para ascender a explorador intrépido senior. Juntos, niño y anciano viven numerosas aventuras en Sudamérica acompañados por un excéntrico pájaro llamado Kevin y un perro parlante: Dug.

Aunque el argumento no rezume originalidad, su concepción y aspecto le confieren una atmósfera ingenua y a la vez realista que llena de encanto a esta producción. Los personajes, aun caricaturizados, resultan realistas; los puntos de humor resultan efectivos tanto para un público infantil como para uno más crecido. Además, Pixar parece haber descubierto las bondades del silente (como quedó demostrado en las escenas de Wall-E a solas con o sin Eva), pues buena parte de la introducción de la historia, la que narra toda la vida de Carl y Ellie desde su boda hasta el fallecimiento de ésta, se desarrolla sin voz; las escenas alegres y las tristes se alternan, al igual que en la vida real, sin crear demasiado patetismo, aunque sí ciertos momentos tristes. También mudo es el corto que se emite antes de la película, Parcialmente nublado. Se trata de una historia de unos cinco minutos acerca de unas nubes que fabrican bebés para que las cigüeñas los lleven a la Tierra, entre las que destaca una nubecilla negra que sólo crea bebés de animales peligrosos, para desgracia de su gran amiga cigüeña. Se trata de un corto entrañable que merece mucho la pena.

La música, instrumental como siempre, acompaña muy bien a las distintas secuencias del filme. Quizá la más destacada sea la famosa Habanera de la ópera Carmen de Bizet, que da un todo épico a una secuencia cotidiana, creando una gran hilaridad.

Puede decirse, en resumen, que Up es una película que hará las delicias de los niños y de los no tan niños que desean volver a sentirse como tales, disfrutando de la magia moderna que nos brinda el cine.

Puntuación: 9