jueves, 31 de enero de 2013

Mañana, cuando la guerra empiece

Título: Mañana, cuando la guerra empiece
Autor: John Marsden
Año de publicación: 1993
Editorial: Molino


Si el éxito de Crepúsculo logró que se publicase en España la saga Crónicas Vampíricas, cuyas cuatro primeras entregas triunfaron en Estados Unidos a principios de los 90, quizá haya quien abrace la teoría de que ha sido el boom de Los Juegos del Hambre lo que ha conseguido que aterrizara, hace dos años, la primera entrega de una saga súperventas en Australia, país natal del autor. La saga Mañana, que consta de siete novelas publicadas entre 1993 y 1999 (más otros tres libros que forman The Ellie Chronicles, que vieron la luz entre 2003 y 2006) es un auténtico hito en la bibliografía de su prolífico autor, y la primera entrega fue adaptada en un largometraje que se estrenó, sin demasiada pena ni gloria, en 2010. Está visto que sólo los productos estadounidenses reclaman la atención que merecen. No sé muy bien cómo llegó a mis manos la información acerca de la existencia de esta saga, pero sí sé que su premisa me pareció sencillamente fascinante.

Ellie y su mejor amiga, Corrie, organizan una acampada en un paraje de difícil acceso conocido como el Infierno en las semanas finales de las vacaciones de verano previas al inicio de su último año de instituto. Un grupo de amigos se unen a ellas, la mayoría hijos de granjeros, como ellas, salvo dos, de orígenes muy diversos. Al regresar a casa tras una semana en el Infierno, los chicos descubren que todas las granjas parecen abandonadas, no hay electricidad ni teléfono. No tardan en descubrir que Australia ha sido invadida por una nación extranjera, y desde ese momento centran todos sus esfuerzos en dos objetivos principales: descubrir qué demonios sucede y, ante todo, mantenerse juntos, con vida y a salvo.

Hay varios puntos en Mañana, cuando la guerra empiece que encontré muy interesantes en la novela. Para empezar, está el país en el que se desarrolla. Aunque la región de Australia en la que tiene lugar la acción es ficticia, Marsden demuestra conocer su país describiendo una geografía muy precisa y detallando accidentes del terreno, tipo de vegetación e incluso animales de la zona, estableciendo descripciones no sólo de la naturaleza salvaje, sino también de las granjas y la vida rural. Acostumbrada como estoy a leer novelas que se desarrollan en Estados Unidos (sobre todo en narrativa juvenil), la ambientación australiana es un soplo de aire fresco, que resulta además absorbente. También es de gran interés la época en que tiene lugar, pues no es ciencia-ficción: se desarrolla en el presente, en plenos años noventa, y en los momentos más tensos me gritaba: "¡Coged un móvil!". Parecerá una tontería, pero detalles como ésos ayudan a hacer más angustiosa la acción, pues todo resulta a la vez cercano y lejano en el tiempo. Me gustó mucho que los personajes sean hijos de granjeros y que estén acostumbrados al esfuerzo físico, pues hace creíbles numerosos giros de la trama, acciones y reacciones de los personajes, que de lo contrario habrían resultado forzados. Y aunque el curso de los acontecimientos es lento (no pasan demasiadas cosas en la primera novela), al mismo tiempo los personajes no dejan de moverse, de cometer errores de los que se comprometen a aprender (otro detalle verosímil) y de hacer planes que no salen a pedir de boca, de manera que, aunque al finalizar la novela tenemos la sensación de no saber nada, la necesidad de conocer los detalles de la invasión y el devenir del grupo hace necesaria la lectura de la segunda entrega (estoy deseando que caiga en mis manos).

El único aspecto negativo es, en mi opinión, la perspectiva en primera persona de la protagonista. Me da la sensación de que el autor, al ser hombre, no logra meterse tanto en la piel de su heroína como sí lo hacen muchas autoras en las suyas (léase Katniss Everdeen en Los Juegos del Hambre, Lena Holoway en Delirium o incluso Bella Swan en Crepúsculo), y aunque hay romance, persiste en torno a éste cierto aire de banalidad, o quizá se deba a que el autor no ahonda en él, y eso que la propia tesitura de la historia ofrece  los ingredientes necesarios para darle al romance una fuerza muy especial. Pero quién sabe, quizá ese aspecto mejore, tengo seis libros más de la saga por delante. Y de todas formas, el estilo de Marsden se centra tanto en la supervivencia que logra hacer del romance un tema secundario.

De las siete entregas de la saga (diez, si le sumamos The Ellie Chronicles), Molino ha publicado en España las tres primeras, titulando la segunda En tierra de tinieblas (el original es The dead of the night, "Los muertos de la noche") y la tercera Muerte blanca (en inglés The third day, the frost, "El tercer día, la helada"). Sinceramente, no sé si seré capaz de aguantar el ritmo de la publicación española, pues Mañana, cuando la guerra empiece me enganchó muchísimo y me lo leí en dos sentadas. Pero antes de empezar con la continuación, quiero ver la película... Inevitable, ¿no?

Puntuación: 9

lunes, 28 de enero de 2013

El hobbit: Un viaje inesperado

Imagen de Wikipedia
Título: El hobbit: Un viaje inesperado (The hobbit: An unexpected journey)
Director: Peter Jackson
Intérpretes: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Andy Serkis
Año de estreno: 2012

El estreno de una película que adapta una novela famosa levanta siempre expectación, y el caso de El Señor de los Anillos fue sencillamente épico, como épico fue el resultado. Por eso, cuando Peter Jackson anunció que también adaptaría la novela previa de Tolkien, en la que introdujo por primera vez ese mundo fascinante que es la Tierra Media, los incondicionales del autor, que son muchos y muy variados, se pusieron a temblar, pero de emoción. Mucho ha llovido desde entonces, debido a los numerosos problemas de producción a los que se enfrentó la esperada película, hasta que finalmente Peter Jackson decidió hacerse cargo de la adaptación de El hobbit personalmente, tomando, sin duda, la mejor decisión al respecto. Volvió a llevar a su equipo a su Nueva Zelanda natal e incluso acabó desdiciéndose, pues en un principio anunció que la novela se adaptaría en dos películas, que han acabado siendo tres. En diciembre tuvo lugar el (esperadísimo) estreno de la primera entrega, subtitulada Un viaje inesperado, y por fin, ¡por fin! he ido a verla.

Como todo el mundo sabe, en un agujero en el suelo vivía un hobbit llamado Bilbo Bolsón. Bilbo lleva una vida tranquila hasta que un mago, Gandalf el Gris, le recluta para unirse a una compañía de enanos encabezada por Thorin Escudo de Roble, heredero legítimo de la Montaña Solitaria, antaño reino de los enanos, usurpada por un gigantesco dragón de fuego llamado Smaug. Bilbo, muy reacio al principio, acaba accediendo a acompañarles, aunque el motivo por el que Gandalf le ha reclutado le es aún desconocido. A lo largo de su viaje, el hobbit se irá enfrentando a no pocos retos y conocerá a muy diversos personajes de la Tierra Media, dándole a conocer un mundo completamente distinto a su pacífica Comarca.

Al diseccionar El hobbit, es inevitable mencionar la trilogía de El Señor de los Anillos, pues, al margen de los avances tecnológicos experimentados en el campo de los efectos especiales, la primera entrega de esta nueva trilogía (y es de suponer que también el resto) mantiene el aspecto visual y técnico, dando una gran cohesión a lo que será una magnífica colección de adaptaciones de Tolkien en un futuro. Nueva Zelanda vuelve a transformarse en la Tierra Media y Jackson vuelve a regalarnos la vista con impresionantes planos de helicóptero de la geografía del país, que rodean a los distintos personajes, perfectamente caracterizados con una fantástica profusión de detalles.

En el elenco de actores se distinguen dos grupos: los que repiten sus papeles en El Señor de los Anillos y las caras nuevas. A un lado del cuadrilátero, los veteranos, con Ian McKellen a la cabeza, demuestran una vez más su compromiso con sus respectivos personajes. Mención especial para Cate Blanchett, espléndida como la reina Galadriel, es una pena que sus escenas sean cortas (nunca le dan espacio para lucirse, ¡con lo importante que es su personaje!). Al otro lado tenemos a Bilbo y a los trece enanos. Martin Freeman se convierte en el perfecto protagonista, encarnando al Bilbo ideal, y los enanos, a pesar de su papel un poco más secundario, tienen ocasiones para lucirse y dar una imagen muy fresca y divertida que nos recuerda por qué El hobbit fue concebida como novela infantil. Rompe un poco ese ambiente Thorin, pues Richard Armitage aporta al personaje un carácter muy serio y severo, que da a la Compañía el toque épico en su gesta.

La segunda entrega, The desolation of Smaug, verá la luz el año que viene. Adivino que no soy la única deseando verla.

Puntuación: 9

viernes, 25 de enero de 2013

El show de Truman

Imagen de Wikipedia
Título: El show de Truman (Una vida en directo) (The Truman show)
Director: Peter Weir
Intérpretes: Jim Carrey, Laura Linney, Noah Emmerich, Ed Harris
Año de estreno: 1998

Todos conocemos actores encasillados, recordados especialmente, cuando no sólo, por su interpretación de ciertos papeles. Pero a veces esos actores no se dedican únicamente a una línea interpretativa por carecer de registro, sino porque son los que realmente les gustan. Le sucede, por ejemplo, a Brendan Fraser, que en varias entrevistas ha afirmado hacer cine familiar porque es su preferido; apuesto a que otro es Jim Carrey, un cómico por excelencia que le dio su primera oportunidad a otros géneros con El show de Truman.

Truman Burbank es un hombre corriente con una vida sencilla en una pequeña y pintoresca ciudad costera. Truman trabaja en una compañía de seguros, está felizmente casado y mantiene su amistad con Marlon desde que eran niños. Sin embargo, la repentina reaparición de su padre, al que creía muerto, le hace reparar en una serie de desconcertantes detalles que le llevan a sospechar que hay algo muy extraño con su vida. Y es que Truman es el protagonista de El show de Truman, el reality show definitivo, que empezó a rodarse cuando nació y se ha emitido ininterrumpidamente desde entonces. Su ciudad es un estudio, sus amigos son actores, sus conciudadanos son extras y por encima de todos, controlando cuanto sucede en la vida de Truman, se halla Christof, el creador del programa.

Aunque El show de Truman es un melodrama satírico, es una de esas películas que, enfocadas de otra forma, podrían dar lugar a otra película completamente distinta, en particular con los aspectos de realidad simulada que rodean a Truman, y que tienen un punto perturbador que el director no explota para dirigir la historia por donde él quiere y plantear una serie de interrogantes de índole filosófica. Uno de los aspectos que más me ha interesado es lo que llegamos a ver del público del programa, que sigue ávidamente la vida de Truman con ese voyeurismo casi sórdido que explica la existencia misma de los reality shows (ese tipo de programas cada vez más presentes en Europa y que en Estados Unidos son el pan nuestro de cada día), pero que al mismo tiempo desea que Truman logre escapar poniendo fin a la farsa. Me ha recordado a algo que reflexioné cuando vi The queen: nos gusta que una plebeya se case con un príncipe como en los cuentos de hadas, pero nos gusta todavía más que dicha plebeya se ponga el mundo por montera y desafíe las normas de la monarquía; es como ver cumplidos dos deseos completamente opuestos a la vez.

Jim Carrey demostró con El show de Truman que ser gracioso no implica ser sólo capaz de hacer comedia. La película le granjeó un muy merecido Globo de Oro al Mejor Actor de Drama, pues logra que el personaje de Truman progrese del aspecto de los anuncios de colores chillones de los 50 a un realismo y una verosimilitud casi hipnóticos. Lástima que el doblaje no ayude, seguramente su voz española, tan aguda, es más adecuada para la comedia.

Puntuación: 9

lunes, 21 de enero de 2013

Radiant shadows

Título: Radiant shadows
Autor: Melissa Marr
Año de publicación: 2010
Editorial: HarperTeen

Se me acumula la literatura juvenil, y si no fuese suficiente con lo que se publica en España, sigo explorando lo que sigue sin traducirse, aunque en el caso de esta saga sea a partir del segundo volumen, tal y como he explicado en anteriores reseñas. La saga Wicked Lovely se ha convertido en una de mis preferidas, y he empezado a buscar con ahínco los materiales extra que completan esta fantástica historia, además de los cinco libros que la forman.

Al igual que Tinta peligrosa, Radiant shadows ("Sombras resplandecientes") se aparta de la historia de Aislinn, Keenan y Seth, retomada en Fragile eternity, para convertir en protagonistas a dos personajes secundarios de la saga. Por un lado tenemos a Ani, mitad humana, mitad hada; su padre es Gabriel, el sicario del rey de la Corte Oscura y líder de la Caza. Por el otro está Devlin, la mano ejecutora de la Corte Suprema, creado a medias por Sorcha, que personifica el Orden, y Bananach, que personifica el Caos. Cuando Ani era niña, Devlin desobedeció la orden directa de asesinarla, y cuando se reencuentra con ella, convertida en una adolescente rebelde cuyo mayor deseo es formar parte de la Caza, descubre que posee un poder que sobrepasa el de las hadas de la Corte Oscura. Pero dicho poder atrae también a Bananach, que desea desatar una guerra sin precedentes entre las Cortes feéricas.

Si en Tinta peligrosa las Cortes del Verano y el Invierno pasaban a un segundo plano, en Radiant shadows desaparecen por completo salvo por un par de menciones, convirtiendo a la Corte Oscura en el verdadero epicentro de la historia; hubo pasajes en los que reparé en que, de no ser por la aparición de Seth, olvidaría por completo las Cortes de Keenan y Beira. Y como en las anteriores entregas, Melissa Marr se sirve de una prosa muy descriptiva para meternos en la piel de los personajes y hacernos visualizar los distintos escenarios en los que tiene lugar la historia. Se amplía, además, la información que tenemos sobre ese lugar hasta ahora un tanto inexacto que es Faerie, Sorcha empieza a mostrarse tal y como es y sus poderes son descritos con sorprendente claridad a pesar de su curiosa naturaleza.

Puntuación: 7

El cielo sobre Berlín

Título: El cielo sobre Berlín (Der Himmel über Berlin)
Director: Wim Wenders
Intérpretes: Bruno Ganz, Otto Sander, Solveig Dommartin, Peter Falk
Año de estreno: 1987

Últimamente tengo la sensación de que ya no veo cine "culto" ni películas de gran calado como lo hacía durante mis años de Universidad. En general veo menos películas, a pesar de mi reducido horario laboral, y me siento en deuda conmigo misma cuando se trata de películas de géneros que excluyan la acción y la comedia. Fue eso, en parte, lo que me inspiró para hincarle el diente a una película de culto en Alemania, de las últimas que se rodaron en la RFA y que tenía pendiente desde que oí hablar sobre ella este verano en Berlín.

Damiel y Cassiel son dos ángeles incorpóreos y eternos que vagan por Berlín observando a sus habitantes, visibles únicamente para los niños. Durante sus reuniones diarias, ambos reflexionan acerca de lo que significa ser mortal y experimentar vivencias que a ellos les están vedadas; de los dos, Damiel es el que más se plantea estas cuestiones, sobre todo tras enamorarse de una solitaria trapecista llamada Marion.

La trama de El cielo sobre Berlín se cuenta rápidamente, ya que la mayor parte de la película es contemplativa, y vemos a los ángeles caminar entre los humanos escuchando sus pensamientos; a lo largo de la película, en distintas secuencias, la voz en off de Damiel recita un largo poema de Peter Handke que versa sobre la diferencia entre la infancia y la edad adulta. Así, gran parte de las dos horas de metraje son largas secuencias en las que los dos ángeles observan, sin juzgar, a los habitantes de la ciudad; Wenders realiza al mismo tiempo una reflexión acerca del pasado y el presente de Berlín, que en aquella época vivía sus últimos meses como ciudad dividida, aunque entonces nadie lo sabía.

La película se recrea en planos de la ciudad filmados en un delicado blanco y negro que muestra el punto de vista de los ángeles; el delicado aspecto visual es el resultado del filtro que empleó el anciano director de fotografía Henri Alekan: una media de seda que perteneció a su abuela. Ciertas secuencias, rodadas en color, muestran el mundo tal y como es en realidad, cuando los ángeles no están presentes. El resultado es de un gran lirismo y gran belleza poética, un verdadero testigo de una ciudad en un momento muy determinado.

La historia de El cielo sobre Berlín concluye en la secuela, ¡Tan lejos, tan cerca!, que estoy deseando ver.

Puntuación: 9

viernes, 18 de enero de 2013

La gata sobre el tejado de zinc caliente

Título: La gata sobre el tejado de zinc caliente
Autor: Tennessee Williams
Año de publicación: 1955
Editorial: El Mundo

Desde que mi madre me regaló por mi cumpleaños la Barbie de colección Elizabeth Taylor White Diamonds, he empezado a interesarme por la carrera de esta actriz tan emblemática. Hasta ahora, la única película completa que he visto protagonizada por ella es Gigante, más recordada por tratarse del último título estrenado por James Dean antes de su prematura muerte. Actualmente tengo pendientes varios títulos de la filmografía de Taylor, entre ellos La gata sobre el tejado de zinc, que adapta la obra de teatro que nos ocupa. Ya que tenía el libro en casa, preferí leerlo antes de ver la película, una de las interpretaciones más aplaudidas de Elizabeth Taylor, que logró que su personaje robara el protagonismo al de Paul Newman, verdadero epicentro de la historia.

La gata sobre el tejado de zinc caliente se desarrolla en el seno de una familia en crisis, los Pollitt, del sur de los Estados Unidos. Durante la celebración del cumpleaños del patriarca de la familia, el abuelo, al borde de la muerte debido a un avanzado cáncer, salen a la luz las disputas entre sus dos hijos, el primogénito Gooper (ambicioso, celoso de la preferencia de su padre por el hermano menor) y el benjamín Brick (alcohólico, considerado un fracasado y lastrado por dolorosos traumas juveniles), y las esposas de ambos: la igualmente ambiciosa (y fértil) Mae y la insatisfecha Margaret, más conocida como Maggie. El gran asunto de la tarde en la que se desarrolla la historia es el reparto de la cuantiosa herencia del patriarca, y los implicados no tardan en mostrar sus cartas con el objetivo de sacar el máximo provecho posible.

El título proviene de la manera en que Maggie se define a sí misma al comienzo del primer acto, cuando describe su insostenible relación con Brick: es una gata sobre un tejado de zinc caliente, cuyo único triunfo es aguantar lo máximo posible sentada en dicho tejado. Brick emplea más adelante el símil para hacer alusión a sus problemas con la bebida, que comenzaron a raíz del suicidio de su mejor amigo, Skipper; el tema de la homosexualidad, con sus tabúes y sus malinterpretaciones, queda dolorosamente expuesto cuando Brick se sincera con su padre. La cercanía de la muerte y la ausencia de honestidad cierran el mosaico de temas tratados en la obra, que configura un drama en el que se pueden identificar, sin dificultad, situaciones familiares reconocibles y extrapolables a la realidad. Se deja, sin embargo, un resquicio de esperanza que da a la historia un final abierto, con una nota positiva entre tanto dolor.

La gata sobre el tejado de zinc es una historia de gran fuerza y sentimientos esbozados con mucha intensidad. Su lectura me ha dado muchas ganas de leer algo más de este dramaturgo estadounidense tan atormentado.

Puntuación: 9

jueves, 17 de enero de 2013

Los miserables

Imagen de Wikipedia
Título: Los miserables (Les misérables)
Director: Tom Hooper
Intérpretes: Hugh Jackman, Anne Hathaway, Amanda Seyfried, Eddie Redmayne
Año de estreno: 2012

Siento debilidad por los musicales. Tanto en teatro como en cine, son un género que me apasiona, y eso que tras el boom de Moulin Rouge!, pocos musicales cinematográficos han estado a la altura. En mi caso, mi pasión se desató al ver Cabaret representado en Madrid, algo que me hizo apreciar muchísimo más la película (que se encuentra entre mis preferidas) y logró que me interesara por las adaptaciones cinematográficas de musicales de Broadway. Aunque los resultados no siempre han sido satisfactorio (aún me gustan las canciones de Nine, pero la película me decepcionó; en el caso de Mamma mia!, aunque la película me gusta, debo reconocer que no es ninguna maravilla), cada vez que se anuncia el estreno de un musical, me emociono ante la perspectiva. El caso de Los miserables (ese musical que estuvo en cartel MESES sin que llegara a ir a verlo) no fue diferente.

Los miserables cuenta la historia de Jean Valjean, un preso que, tras diecinueve años privado de libertad, halla confianza y compasión en un obispo. Su ayuda desinteresada le inspira para convertirse en alguien mejor. Años más tarde, convertido en dueño de una fábrica y alcalde de un pueblo costero, Jean se reencuentra con el comisario Javert, un severo policía obsesionado con el prisionero que ha violado la condicional, y conoce a Fantine, una joven que se ve obligada a prostituirse para enviar dinero al matrimonio a cargo de su hija, los Thénardier. Antes de lograr huir de Javert, Valjean promete a Fantine que se hará cargo de la niña, Cosette, a la que, tras rescatar del mesonero y su mujer, dos pícaros avariciosos, se lleva a vivir a París. Nueve años después, el clima político está a punto de estallar en la Comuna, y los destinos de los personajes confluyen en París: Valjean sigue eludiendo a Javert, y planea huir a Inglaterra con Cosette, que se resiste tras enamorarse del revolucionario Marius; los Thénardier aprovechan el caos de la gran ciudad para desplumar a todo aquel que se les pone por delante y su hija, Éponine, languidece de amor no correspondido hacia Marius.

El musical Los miserables (que adapta la celebérrima novela homónima de Victor Hugo) es uno de los más longevos, exitosos y premiados de Broadway. Sus más de veinticinco años de historia sobre las tablas han hecho de él un referente en el mundo de los musicales, y una de sus canciones, I dreamed a dream, se halla entre las más conocidas (e interpretadas) de la historia del género. No es de extrañar, pues, que la adaptación de Los miserables haya supuesto un verdadero reto a nivel técnico e interpretativo, pues las expectativas eran muy altas. Analizaré por partes la película.

Empezaré por lo esencial: la música. Se debe destacar que Los miserables no es un musical al uso, en el que los personajes actúan como en cualquier otra película y en un momento dado se ponen a cantar. Los miserables es un sung-through, término que designa los musicales en los que, como en las óperas, los personajes cantan en vez de hablar. De hecho, es muy poco lo que se habla. Éste es un aspecto sobre el que es mejor ir advertido, por si se espera un musical "de los de toda la vida". El formato da a las canciones un aspecto narrativo que ralentiza algunas escenas, de manera que ciertas secuencias se alargan bastante, pero acentúan los momentos más dramáticos con una fuerza muy especial.

La interpretación de los actores merece una mención aparte, ya que todos realizan papeles extraordinarios. Me ha encantado en particular Anne Hathaway, una actriz que jamás me había llamado la atención especialmente, pero entre su Selina Kyle de El caballero oscuro: la leyenda renace y su Fantine está consiguiendo que la tenga muy en consideración. Hathaway brilla en su breve papel, convirtiendo sus escenas en las mejores de la película y regalándonos una más que conmovedora interpretación de I dreamed a dream. Un muy honorable segundo puesto va para Sacha Baron Cohen y Helena Bonham Carter como el matrimonio Thénardier, que dan la nota cómica al drama y aportan color en cada una de sus apariciones; su número musical de presentación, Master of the house, es el que más se ajusta al clásico modelo de musical de canción y coreografía espontáneos. Ambos habían trabajado en musical antes (y ambos en Sweeney Todd), y una vez más demuestran su buen hacer en el campo. Un digno tercer puesto en mi ránking personal es para Russell Crowe como el inspector Javert, tanto por su acertada interpretación como por su apabullante voz, especialmente en la canción Stars. Hugh Jackman está estupendo (no esperaba otra cosa, y por eso no le he mencionado en el ránking) y Amanda Seyfried aparece, en mi opinión, desaprovechada.

En cuanto a la ambientación, es uno de los puntos fuertes de la película. Los miserables cuenta con la espectacularidad esperada en unos gigantescos planos de vistas tanto del campo como de la ciudad; en el caso de éstas últimas, resulta evidente que se trata de fondos falsos y reconstrucciones, pero no acaba de desentonar, quizá por el origen de musical de la película, pues me recordaba a un elaborado decorado teatral. Además, esos escenarios son el marco de algunas escenas de gran fuerza visual, pensadas en muchos casos para convertirse en verdaderos tableaux-vivants. En el resto de escenas se percibe la huella de su director, Tom Hooper, con planos en los que un personaje aparece en solitario, dejando mucho espacio vacío, o encuadres más inclinados de lo habitual.

Los miserables es, en definitiva, una película espectacular que deja un excelente sabor de boca, aunque no es la típica que podría verse una y otra vez, porque cansa. Sin embargo, tiene el poder de convertirse en una experiencia desde que acaba hasta que empieza.

Puntuación: 9

domingo, 13 de enero de 2013

Napoleon Dynamite

Imagen de Wikipedia
Título: Napoleon Dynamite
Director: Jared Hess
Intérpretes: Jon Heder, Efren Ramirez, Tina Majorino, Jon Gries
Año de estreno: 2004

¿Os ha pasado alguna vez que, al acabar de ver una película, no tenéis del todo claro el argumento de la misma? A mí sí, y varias veces, pero por lo general me ha sucedido con películas de autor, ya sabéis, ese cine críptico que antes se veía en los Cines de Arte y Ensayo, e incluso ahora se exhibe en salas muy concretas de las grandes ciudades. Nunca pensé que me sucedería con Napoleon Dynamite, una comedia que se encuentra entre las preferidas de un buen amigo mío, quien insistió en que la viera, pero sí, a día de hoy, esta película lanzada bajo el sello MTV Movies esta película me ha desconcertado tanto que sigo sin entender de qué trata exactamente.

Napoleon Dynamite es un impopular estudiante de instituto que vive con su abuela y su hermano mayor, Kip, en Preston, Idaho. Napoleon pasa el tiempo enfrascado en sus dibujos de criaturas fantásticas, participando en las actuaciones del Club Manos Mágicas y lidiando con los chicos populares que se meten con él. Cuando su abuela se rompe el cóccix en un accidente de moto, su tío Rico se muda con Kip y con él, y comienz a hacer negocio con las ventas a domicilio. Napoleon conoce a Pedro, un estudiante mexicano nuevo en el instituto, y a Deb, una chica que vende accesorios hechos con cuentas y trabaja como fotógrafa por su cuenta para ganar dinero suficiente con el que pagarse la Universidad.

Reflexionando acerca de la película, he llegado a la conclusión de que quizá su director y guionista no pretendía contar una historia en concreto, sino mostrar una galería de personajes lo más bizarros posible, tanto en su aspecto físico como en su personalidad y reacciones, y esto se ve acentuado por una interpretación francamente mala (y buscada ex profeso, seguro), de modo que el aspecto general de la película es sencillamente inclasificable. Destaca, eso sí, la secuencia de los títulos de crédito, en los que se presenta toda la comida que los distintos personajes ingieren a lo largo de la película con los nombres de las personas implicadas en el rodaje escritas con salsas. Para muestra, un botón, y ese botón es la descripción de esos títulos de crédito. Exponen bastante bien lo que es Napoleon Dynamite.

Honestamente, puedo entender que Napoleon Dynamite sea una película de culto. Tiene esos oscuros elementos que se suelen alinear para lograr que ciertas películas desarrollen la condición "de culto", y aunque conmigo han funcionado en algunos casos, Napoleon Dynamite no es uno de ellos.

Puntuación: 5

martes, 8 de enero de 2013

Tenemos que hablar de Kevin

Título: Tenemos que hablar de Kevin (We need to talk about Kevin)
Director: Lynne Ramsay
Intérpretes: Tilda Swinton, Ezra Miller, John C. Reilly, Ashley Gerasimovich
Año de estreno: 2011

El debate acerca del origen de la maldad (¿las personas nacen malas o se hacen malas?) ha dado lugar a unos cuantos trabajos de ficción en distintos campos, y es que el tema tiene miga. Pero en el caso de esta película, la cuestión queda soterrada por el excelente thriller en el que se convierte la historia de una madre y un hijo.

Eva Khatchadourian, una exitosa autora de libros de viajes, da a luz a su primer hijo, Kevin, que altera su vida de maneras que no logró imaginar. El cambio en su rutina no tarda en verse reflejado en su relación con Kevin, que desde muy pequeño demuestra ser inteligente, calculador, procaz y frío. Dicha actitud preocupa a Eva, mientras su marido niega la evidencia del comportamiento del chico. Con el nacimiento de su hermana, Celia, el comportamiento de Kevin se torna peligroso, especialmente al llegar a la adolescencia; la sospecha de que hay algo muy perturbador en Kevin se hace visible de la manera más dolorosa imaginable.

Las distintas críticas acerca de la película ya destripaban la mayor consecuencia del comportamiento de Kevin, que es al mismo tiempo clímax y motor de la película, narrada a base de flashbacks, pero resulta mucho más impactante enfrentarse a ella sin saber nada en absoluto e ir atando cabos a medida que avanza el metraje. Ramsay ejecuta dichos flashbacks de una manera que puede resultar confusa al principio, pero una vez nos hemos acostumbrado, las escenas resultan hipnóticas gracias al contraste entre el pasado y el presente. Destacan las actuaciones, especialmente las de Tilda Swinton y Ezra Miller como Eva y Kevin, que desarrollan a lo largo de sus escenas unas imágenes de expresividad sorprendente.

Tenemos que hablar de Kevin es una película de atmósfera turbadora que algunos no han dudado en calificar de terrorífica. Con una tensión latente a lo largo de todo el metraje, Tenemos que hablar de Kevin es, probablemente, una de las películas con más suspense que he visto en los últimos meses.

Puntuación: 9

Mejor Manolo

Imagen de casadellibro.com
Título: Mejor Manolo
Autor: Elvira Lindo
Año de publicación: 2012
Editorial: Seix Barral

No hay que conocerme demasiado bien, creo, para saber que soy una nostálgica irreductible, sobre todo cuando me tocan los hobbies. La última vez que sucedió fue al anunciarse la publicación de una nueva entrega de la saga de Manolito Gafotas, de la que fui una grandísima fan desde los diez años, más o menos. Aún hoy, ciertos capítulos de las novelas que integran la saga (especialmente las cuatro primeras, de capítulos autoconclusivos) contienen algunos de los momentos más memorables de mi infancia.

Mejor Manolo nos pone al día sobre las novedades en la vida de Manolo García Moreno, más conocido como Manolito Gafotas, un niño que vive en Carabanchel (Alto) con su familia, compuesta por sus padres, su abuelo Nicolás y su hermano. La historia se inicia con la llegada de la nueva hermanita, a la que llaman Chirli, y continúa poniéndonos al día de lo sucedido en el barrio durante estos años, tocando temas mucho más al día que en el momento en el que se publicó la saga, ya sean la música de Lady Gaga, la telefonía móvil, la homosexualidad o la propia crisis.

Mejor Manolo es un libro que propicia la nostalgia, pues está redactado con la vista puesta en las anteriores aventuras de los personajes, y parece un pequeño homenaje a quienes crecimos con Manolito, vimos el mundo a través de sus ojos en igualdad de condiciones, pues las aventuras reflejadas en Mejor Manolo resumen algunas cosas que han sucedido a lo largo de estos once años (que se dice pronto) transcurridos desde la publicación de Manolito tiene un secreto, anterior entrega de la saga. Es poco, y deja con ganas de más, pero todavía no tengo claro si me gustaría que la saga se reanudase o si me basta con Mejor Manolo. Porque la nostalgia es mejor recibirla en pequeñas dosis.

Puntuación: 9