lunes, 28 de junio de 2010

Bienvenidos a Zombieland


Título: Bienvenidos a Zombieland (Zombieland)
Director: Ruben Fleischer
Intérpretes: Woody Harrelson, Jesse Eisenberg, Emma Stone, Abigail Breslin
Año de estreno: 2009

Definitivamente, los zombis están de moda. ¿Por qué? Nadie lo sabe, y yo menos. Me limito a señalar un hecho que curiosamente coincide con el auge de los vampiros, pero hay una diferencia fundamental: los vampiros son cool, brillan en la oscuridad, llevan ropa de Armani y les basta parpadear para que las jóvenes caigan rendidas a sus pies. Lo mires como lo mires, los zombis carecen de ese glamour: se caen a trozos, renquean, huelen mal y se comen a la gente. La parte del cuerpo de esa gente que se comen ya depende de la dieta de cada cual, pero en fin, el caso es que machacar zombis nos encanta, ya sea de manera virtual (anda que no hay videojuegos que consisten en matar zombis, creo que se remiten a los albores de los tiempos del ocio electrónico) o viendo cómo lo hacen otras personas gracias a la magia del cine. Y dentro de esta clase están las películas de serie B en las que la mitad del presupuesto debía irse en sangre artificial o sucedáneos caseros (el ketchup es tan socorrido...) o con películas que tratan el tema de una manera, ¿cómo decirlo...? Jocosa. Si ésas son tus preferidas y no te asustan un poco de gore y mucho humor negro, Zombieland es tu película.

Columbus es el típico universitario friki y un tanto pardillo que ha logrado sobrevivir al apocalipsis zombi gracias a una serie de sencillas reglas que garantizan su seguridad, como ponerse el cinturón de seguridad, dar un tiro de gracia a todos los cadáveres, comprobar el asiento trasero del coche o tener cuidado con los cuartos de baño, entre otras. Su objetivo es llegar a la ciudad de la que recibe su alias, en Ohio, para averiguar si su familia está a salvo. Por el camino se topa con Tallahassee, un tipo muy duro al que le encanta machacar zombis pasándoselo lo mejor posible y que sólo obedece una norma (disfrutar de las pequeñas cosas) mientras busca desesperadamente un bollito Twinkie que llevarse a la boca. Y por si los zombis no fueran bastante fastidio, las cosas acaban de torcerse cuando en su camino se cruzan las hermanas Wichita y Little Rock, las únicas supervivientes del apocalipsis zombi además de ellos mismos, que no se lo van a poner nada fácil...

¿Lo mejor de Bienvenidos a Zombieland? Los diálogos, sin duda. Preñados de un sarcasmo que no deja la menor duda de la intención cómica de la película, descargan toda la adrenalina que los brutales y heterodoxos combates contra los repulsivos zombis. El contraste entre diálogos anodinos (uno de los más memorables consiste en Little Rock explicándole a Tallahassee la diferencia fundamental entre Miley Cyrus y Hannah Montana) con las escenas de lucha o de zombis comiéndose sin más a los pocos seres humanos que quedan resulta chocante a la par que divertido, todo esto aderezado con los cartelitos que señalan las reglas de Columbus cada vez que él o alguno de sus compañeros de viaje llevan a cabo una de ellas. Por último, destaca el cameo de Bill Murray haciendo de sí mismo disfrazado de zombi para no ser pasto de los no-muertos: es capaz de brillar con luz propia.

Puntuación: 9

Laila Winter y la maldición de Ithirïe


Título: Laila Winter y la maldición de Ithirïe
Autor: Bárbara G. Rivero
Año de publicación: 2010
Editorial: Toromítico

No hace mucho reseñaba en este blog una novela llamada Laila Winter y los Señores de los Vientos, y recuerdo que mientras lo hacía me planteaba el tiempo que podía llegar a tardar en ver la luz su continuación, si bien la espera no me parecía una tortura pues la segunda entrega de esta saga no me entusiasmó tanto como la novela precedente. Con la tercera parte de esta saga, que no se quedará en trilogía, Bárbara G. Rivero ha vuelto a fascinarme con las vueltas de tuerca de las aventuras de la chica del pelo verde, que empezaron de manera muy festiva y que a cada volumen que pasa se vuelven más oscuras. Como Laura Gallego García no se ponga las pilas y vuelva a escribir, Bárbara amenaza con comerse a sus lectores con esta genial saga...

Después del desastroso final de las aventuras de las chicas en Silveria, ¿cómo comienza Laila Winter y la maldición de Ithirïe? Pues no demasiado bien, a decir verdad: Laila está atrapada en sus sueños y es custodiada en el Reino Blanco, Cyinder se ha convertido en una marioneta de la pérfida reina Mab, Aurige tiene que hacer el paripé en la Universidad Blanca para rescatar a Laila mientras defiende la dignidad de su madre destronada y Nimphia está exiliada y sólo cuenta con el apoyo de los piratas aéreos de Silveria, los Señores de los Vientos. Por si eso fuera poco, el secreto más oculto en lo referente al robo de las piedras de Firïe se desvela y Ethera, la reina de Ithirïe, clama una venganza a la que está dispuesta a dedicar todo lo que ama.

Laila Winter y la maldición de Ithirïe retoma el ritmo frenético de la primera entrega, pero con un matiz mucho más siniestro a medida que las protagonistas van descubriendo los secretos que se esconden tras la aparente serenidad reinante en Ïliathïlian, plagados de envidias, robos y traiciones entre las a menudo tiránicas y egoístas reinas de Faerie. Conoceremos, además, numerosos detalles acerca de los tesoros de cada reina y aparecen nuevas criaturas y personajes que dan mucha vida a una aventura plagada de pequeños detalles que, por su complejidad de reinos, capitales, tesoros, razas de hadas, etc., puede resultar un tanto confusa. Recomiendo a quien se interese en la saga, que por cierto, no tiene desperdicio, que se lea las entregas que han visto la luz hasta la fecha de manera continuada, para no obviar ningún detalle, pues la gran mayoría acaban teniendo una importante relevancia antes o después.

Con esta entrega queda claro que las aventuras de Laila Winter no son novelitas para adolescentes al uso: son representantes más que dignas de la corriente de fantasía que golpea, con su ráfaga de aire fresco, la narrativa juvenil española.

Puntuación: 9

sábado, 19 de junio de 2010

Plegarias atendidas


Título: Plegarias atendidas
Autor: Truman Capote
Año de publicación: 1987
Editorial: Anagrama

Mi fetichismo por las palabras no tiene fin. A veces, no sólo me apasionan las palabras por sí solas, sino la manera en que se agrupan para formar títulos. ¿Cómo pueden don palabras sosas crear, ellas solas, una frase lo bastante magnética como para atraerme irrevocablemente? Vale, Capote tuvo algo que ver, ya que es uno de mis escritores de cuentos preferido, pero, ¿por qué? ¿Por qué Plegarias atendidas? No había terminado de cuestionármelo cuando me hallé en casa con el libro en las manos.

"Se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las que no lo son". Con esta reflexión de Santa Teresa de Ávila se abre el primer capítulo de la novela inacabada de Capote, en la que tenía intención de plasmar un demoledor retrato de la sociedad norteamericana. Jamás llegó a completar su propósito, según su editor, porque era consciente de que no llegaría al nivel proustiano que anhelaba para la obra. Tan sólo tres capítulos salteados llegaron a ver la luz, que son los que recoge el volumen de Plegarias atendidas: Monstruos perfectos, Kate McCloud y La Côte Basque. Su protagonista es un embaucador masajista aspirante a escritor, bisexual y sarcástico, llamado P. B. Jones, que se deja llevar por la vida entre numerosos personajes reales y ficticios de la alta sociedad estadounidense mientras relata sin recato toda clase de cotilleos, a cuál más sonrojante, y su papel junto a las fascinantes personas que le rodean.

Estos tres capítulos (unas ciento setenta páginas) bastan para crear un fresco acerca de los vicios humanos tomado con la típica actitud cínica e irónica de Capote, un poco pasado de rosca quizá, pero igualmente genial. Los personajes inventados se desenvuelven con agilidad entre nombres reales desvelando toda clase de secretos, especialmente referidos a las costumbres sexuales de todos ellos. La lectura de Plegarias atendidas (a la sazón el primer libro escrito por el protagonista de la novela) resulta amena e interesante, como sucede con otras obras del autor, y aunque se echan de menos ciertas aclaraciones acerca del propio P. B. Jones, que al relatar la historia en primera persona omite muchos datos sobre sí mismo, Plegarias atendidas no da la sensación de ser una obra inacabada e inconexa, sino un pedazo de tiempo, un trozo de América, atrapado en el delicioso escaparate que constituye el ácido retrato de las personas más envidiadas.

Puntuación: 7

Camila


Título: Camila
Autor: Madeleine L'Engle
Año de publicación: 1951
Editorial: Alfaguara

Hay cosas para las que soy increíblemente cabezona. Si me gusta una canción, no paro hasta hacerme con ella y escucharla cien mil veces. Si me gusta una película, la persigo por mar y tierra hasta que consigo verla, al menos, una vez. Si tengo interés en un libro, grabo su título en mi subconsciente para leerlo en cuanto se me presente la ocasión. Eso es lo que me ha sucedido con Camila, cuya sinopsis me atrajo por primera vez cuando tenía unos trece años, cuando tenía edad de interesarme por la Serie Roja de Alfaguara Juvenil. Ahora tengo diez más, pero, ¿a quién le importa?

Camila Dickinson tiene quince años y vive en Nueva York. Las desavenencias entre sus padres, la atolondrada Rose y el severo Rafferty, convulsionan el pequeño mundo de Camila, desestabilizando la sensación de seguridad que le proporciona su edad. Pero el caos acaba por invadir su vida cuando se descubre enamorada del hermano de su mejor amiga, Frank Rowan, y Camila se ve arrastrada al difícil camino de la madurez.

Puede parecer que el argumento de Camila no se aleja demasiado de los típicos libros que aglutinan estas colecciones destinadas a chavales con un pie en la adolescencia. Vale, es cierto, lo es. Yo misma me sentía un tanto absurda cuando me emocioné al tener en mis manos, ¡por fin!, el libro que tanto quise leer hace una década (suena como si tuviera noventa y tres años en vez de veintitrés, ¿eh?). Lo esencial, lo interesante de Camila no es tanto su argumento como las profundas reflexiones que comparten ella y las personas con las que más conversa a lo largo de la historia, que son Luisa y Frank Rowan. Éstas presentan visiones muy interesantes acerca de temas mucho más profundos de los que suelen encontrarse en la Serie Roja de Alfaguara Juvenil: el sentido de la vida, el significado de Dios, la conciencia de uno mismo como persona individual, el juicio al amor parternal y otros valores quedan desgranados en intensas páginas en las que palpamos, además, los sentimientos de Camila, que ella misma no sabe muy bien cómo desentrañar.

Puntuación: 9

miércoles, 16 de junio de 2010

Orgullo y prejuicio


Título: Orgullo y prejuicio (Pride & Prejudice)
Director: Joe Wright
Intérpretes: Keira Knightley, Matthew Macfadyen, Rosamund Pike, Donald Sutherland
Año de estreno: 2005

A mí las aficiones a temas concretos me dan por rachas, sobre todo en verano. La última fue Alicia en el País de las Maravillas y sus novelas asociadas, y ahora ha tocado Orgullo y prejuicio: después de leer el libro, decidí ver la película que tanto éxito tuvo en su momento. La verdad, después de haberla visto, comprendo perfectamente por qué.

Resultaría ocioso repetir el argumento de la famosa novela de Jane Austen, pues se encuentra resumido en la entrada anterior. En pocas palabras, diré que narra el desarrollo de la relación entre Elizabeth Bennett, una impetuosa joven perteneciente a la baja nobleza, y Fitzwilliam Darcy, un huraño aristócrata. Su historia de amor se ha convertido en una de las obras más representativas de la narrativa británica, y esta película se esfuerza en permanecer fiel a la novela que adapta.

La versión en papel abarca más de cuatrocientas páginas que se ven sabiamente plasmadas en dos horas exactas de película. Si bien se eliminan algunas escenas y se comprime el tiempo que transcurre entre unos acontecimientos y otros en la fuente original, este recurso es obligado si se quiere plasmar la totalidad de la novela. Es muy probable que las adaptaciones de la BBC en forma de miniseries sean más fieles al desarrollo temporal de la novela, pero las producciones para cine tienen estos hándicaps. Sin embargo, se consigue una película con un ritmo constante que no aburre en ningún momento. Para dotar de agilidad a la trama se prescinde de algunos personajes que argumentalmente no aportan demasiado pero que requerirían una explicación de su parentesco con los protagonistas, de manera que no se les echa demasiado en falta. Tan sólo hay una escena que no aparece en el libro: la incluida en el final alternativo para Estados Unidos. ¿Los británicos son demasiado celosos de la fidelidad hacia la obra maestra de su literatura? Probablemente.

El punto fuerte de Orgullo y prejuicio radica en la caracterización de los personajes, muy fieles a su descrición en el libro. Destaca, por supuesto, la pareja protagonista: Keira "Morritos" Knightley es una convencida Elizabeth (a esta chica le encantan las películas de época, no deja pasar ni una) y el menos conocido Matthew Macfadyen borda un espléndido Darcy. Entre el resto de personajes, me quedo con Mr. Bennett, idéntico a la imagen que se ofrece de él en el libro, y resalto el pequeño papel de Judi Dench, una de mis actrices favoritas, como Lady Catherine de Bourgh. La caracterización de los personajes y los decorados donde tienen lugar los acontecimientos me ayudaron mucho a hacerme una imagen mental completa de las aventuras y desventuras que tienen lugar entre Hertfordshire y Derbyhire.

La fotografía y la música reciben un diez por mi parte. Orgullo y prejuicio cuenta con preciosos planos del entorno natural, con una iluminación preciosa, que aportan una gran sensibilidad al conjunto. La música, clásica, claro, se ciñe a la perfección a las distintas escenas, realzando los momentos más importantes.

Puntuación: 9

viernes, 11 de junio de 2010

Orgullo y prejuicio


Título: Orgullo y prejuicio
Autor: Jane Austen
Año de publicación: 1813
Editorial: Cátedra

Comenzó como un simple preámbulo, como un trámite necesario para poder disfrutar plenamente de Orgullo y prejuicio y zombis, pero lo cierto es que la inmortal historia de Elizabeth Bennett y Fitzwilliam Darcy me ha acabado atrapando, como no podía ser de otra manera.

Orgullo y prejuicio narra las relaciones entre una joven de una familia no lo bastante acomodada y de un hombre con una excelente posición social. Ella es Elizabeth Bennett, segunda hija (de cinco) del calmado señor Bennett y de la histérica señora Bennett, conocida por sus hermosos ojos y su carácter franco, quizá demasiado. Él es Fitzwilliam Darcy, serio, arrogante y huraño, cuya agria personalidad le impide llevarse bien con casi nadie, y Elizabeth no es una excepción: cuando se conocen gracias al vecino recién llegado a una finca cercana a la suya, saltan chispas. No obstante, el trato continuado y la aparición de numerosos personajes ligados a ambos harán que esos sentimientos de desagrado cambien radicalmente.

Son tantos los acontecimientos que tienen lugar en las más de cuatrocientas páginas que comprenden Orgullo y prejuicio, y son tan numerosos y variados los personajes que desfilan por sus páginas, que un análisis pormenorizado no sólo destriparía los detalles sino que además sería demasiado largo. Baste decir que en la novela, además de las historias de amor, se observa una muy certera crítica a la sociedad de la época, personificada en una serie de personajes que se interponen entre las desventuras de Elizabeth y el lector, dejando una poderosa impronta de la opinión de Jane Austen acerca de la situación de las cinco hermanas Bennett. La sinceridad de la autora en una época como el siglo XIX resulta fresca y actual. Aunque el lenguaje de Orgullo y prejuicio pueda resultar algo farragoso (el XIX es lo que tiene), el desarrollo de los acontecimientos, sobre todo a partir de la mitad del libro y hasta el final, engancha peligrosamente.

Puntuación: 9

jueves, 10 de junio de 2010

Conflicto


Título: Crónicas Vampíricas II: Conflicto
Autor: L. J. Smith
Año de publicación: 1991
Editorial: Destino

Después de varios meses, me he animado a retomar la saga de las Crónicas Vampíricas de L. J. Smith. Conflicto retoma las aventuras de Elena Gilbe
rt y los hermanos Salvatore en el punto exacto en el que finaliza Despertar, tal vez debido a que las tres entregas de la trilogía inicial se publicaron durante 1991. A mí, la verdad, ya se me habían olvidado algunos detalles que, claro, no quedan refrescados al lector en las páginas de esta segunda entrega.

Damon Salvatore aparece en escena para comunicarle a Elena que la desea y que está dispuesto a hacer lo que sea para que sea suya. Ella no se atreve a contarle a Stefan lo sucedido, pues él ya tiene bastante con sus propios problemas después de que su hermano Damon le dejase al borde de la muerte. Por si fuera poco, en el instituto empiezan a aparecer notas extraídas del diario de Elena, aquél que le robaron. Y aunque en él no se den detalles acerca de la condición de Stefan, sí que contiene datos que podrían confirmar lo que todo Fell's Church sospecha: que él es el criminal que ha asesinado al vagabundo y a dos profesores.

Conflicto continúa a su predecesora con un estilo muy similar a ésta, si bien logra enganchar más que Despertar, especialmente hacia las cincuenta últimas páginas, en las que la acción se vuelve mucho más frenética e interesante, acelerándose cuanto más se acerca al final. Además, en esta entrega el personaje de Stefan goza de un protagonismo mucho menor para dar paso a la participación de Damon, verdadero héroe (o antihéroe) de la saga. Al menos, esta vez me ha creado cierta curiosidad por saber qué sucederá en la tercera entrega, la que en un principio sería la última.

Puntuación: 7

martes, 8 de junio de 2010

Revisión: Private Prince


Título: Private Prince
Autor: Maki Enjouji
Género: Josei
Editorial japonesa: Shogakukan
Editorial española: Ninguna
Número de volúmenes: 5

El manga es como un cómic dentro del propio cómic: tiene sus propias subdivisiones y géneros, tan concretos que difícilmente se podrían aplicar a historietas dibujadas en otros países. Resulta especialmente llamativa su primera división en géneros, que a diferencia de los cómics occidentales no señalan la principal característica del argumento (drama, comedia, acción, suspense...) sino el público al que van dirigidos: chicos (shounen), chicas (shoujo) y adultos (seinen). Claro, nuestra división tradicional sigue existiendo, pero se subordina a estas primeras clasificaciones, fundamentales a la hora de publicar un manga en una revista u otra. Y, por supuesto, también estos géneros tienen sus propias subdivisiones. Dentro del shoujo nos encontramos, por ejemplo, con el josei: historias destinadas a un público femenino más adulto en el que los idilios adolescentes dan paso a relaciones serias que tienen como protagonistas a universitarias o mujeres trabajadoras, con las que las lectoras pueden sentirse identificadas.

Private Prince se vale de una situación clásica de la novela romántica (chica-conoce-príncipe/miembro de la realeza) para narrarnos las aventuras y desventuras de Miyako Sakuragawa, una joven cuyo mayor deseo consiste en dedicar su vida a la investigación en el campo de la Historia, si bien ese deseo contradice directamente la voluntad de su madre, que pretende hacer de ella la heredera del negocio familiar, un hotel tradicional japonés. Miyako está a punto de finalizar sus estudios mientras redacta una tesis acerca de la princesa Ritsuko, una muchacha japonesa que, en el pasado, se casó con el heredero al trono de Estolia, una ficticia nación europea. Su investigación parece haber llegado a un punto muerto cuando, por suerte, el nieto de la princesa Ritsuko, el príncipe Wilfred Enrique Ritsuka Estol, decide estudiar en Japón. Pero cuando Miyako acude al príncipe para solicitarle información acerca de Ritsuko, él, que se siente instantáneamente atraído por ella, pone una sola condición: a cambio de los diarios personales de su abuela, Miyako tiene que enamorarse de él...

Maki Enjouji combina a lo largo de los cinco tomos que comprenden Private Prince las clásicas situaciones que podrían desatarse entre una pareja tan dispar, haciendo hincapié en los primeros volúmenes en la nefasta opinión que tiene Miyako del arrogante y consentido príncipe Will y en el deseo que siente él de acostarse con ella lo antes posible. La relación va consolidándose a medida que se van topando con las sucesivas dificultades clásicas de esta tipología de historias, como la oposición de los padres, en este caso, tanto los de él como los de ella. A diferencia de otras autoras de manga para chicas, Enjouji no intercala tantos gags cómicos que relajen la acción, si bien Private Prince no está exenta de humor. Su trama es, ante todo, optimista.

Puntuación: 7

domingo, 6 de junio de 2010

Ponyo en el acantilado


Título: Ponyo en el acantilado (Gake no ue no Ponyo)
Director: Hayao Miyazaki
Intérpretes (voces): Yuria Nara, Hiroki Doi, Tomoko Yamaguchi, George Tokoro
Año de estreno: 2008

Han sido nada menos que cuatro años (cinco, si hablamos de los cines españoles) desde que Hayao Miyazaki nos deleitó por última vez con una de sus maravillosas películas, nada menos que con la espectacular El castillo ambulante, película que por cierto compite con El viaje de Chihiro por convertirse en mi preferida del Studio Ghibli, si bien decidir entre cualquiera de ellas resulta francamente complicado. Miyazaki padre dejó el listón muy alto, tal vez por eso Cuentos de Terramar, dirigida por su hijo Gôro, no me acabó de convencer, más por el argumento (probablemente a consecuencia de la mezcla de elementos tomados de tres volúmenes de la saga de Terramar, de Ursula K. Le Guin). Por eso me da la sensación de que, como hiciera tras el fracaso comercial de Mis vecinos los Yamada, Hayao Miyazaki vuelve a intervenir para sacar las castañas del fuego al estudio, y lo hace con una película con fuertes ecos Disney (que no por nada le distribuye las películas fuera de Japón), con sus elementos más características y con una conmovedora historia.

Nuestra protagonista es una pececita que vive bajo el mar con su padre, un misterioso hechicero llamado Fujimoto. Tras escapar de su hogar, llega hasta la costa, donde es recogida por un niño de cinco años llamado Sosuke, que le da el nombre de Ponyo. Enamorada de su salvador, Ponyo es forzada a regresar al mar, pero no está dispuesta a separarse de Sosuke: utilizando el poder de su magia, se dispone a cumplir su más ferviente deseo: convertirse en humana.

Debo reconocer que, por primera vez con una película de Ghibli, cogí Ponyo en el acantilado con escepticismo. Quizá por las buenas opiniones que suscitó, no sólo entre los críticos (eso es habitual, después de todo, las películas de Ghibli son verdaderas obras maestras) sino entre el público: estoy tan acostumbrada a que la gente denoste el anime que me resulta raro y hasta sospechoso que sea tan alabado como lo es en este caso. La respuesta está muy clara: la mayor parte de las críticas que se hacen al anime proceden de la imagen que se tiene en nuestro país de que los "dibujos animados" son "para niños", algo que no sucede en otros países; por eso, la violencia del anime (que en realidad suele estar destinado a un público adolescente y joven) paga el pato al no adaptarse a ese estándar. Claro, Ponyo en el acantilado es lo más cercano que ha parido Ghibli a una película infantil, y eso sin alejarse de los cánones de las demás películas de Miyazaki. Lo cierto es que la historia de Ponyo resulta a todas luces encantadora, con unos personajes muy tiernos, cercanos a los de Mi vecino Totoro, película que recomiendo a los padres que salieron encantandos del cine con sus hijos después de ver Ponyo en el acantilado.

Sobre el aspecto visual, poco puede decirse pues Miyazaki se mantiene fiel a su estilo de dibujo, una de las marcas de identidad del estudio junto a la pantalla azul con la efigie de Totoro y el logotipo de Ghibli al comienzo de cada película. Ponyo en el acantilado resulta tan deliciosa estéticamente hablando como cualquier otro filme de Ghibli, y además incluye la novedad de hacer del azul el color dominante, en vez del verde, como venía siendo en la mayoría de sus películas en las que los bosques tenían papel importante, o sea, en casi todas. En Ponyo me ha parecido percibir más influencia de algunos clásicos Disney, especialmente la inevitable Sirenita y, por extraño que pueda parecer, Fantasía: la larga secuencia inicial que nos sumerge en el hogar de Ponyo me ha recordado muchísimo a la icónica obra maestra sin palabras de 1940.

Puntuación: 8

sábado, 5 de junio de 2010

Reservoir Dogs


Título: Reservoir Dogs
Director: Quentin Tarantino
Intérpretes: Harvey Keitel, Tim Roth, Michael Madsen, Steve Buscemi
Año de estreno: 1992

Mi periplo por la filmografía de Tarantino termina, ¡qué curioso!, precisamente donde empezó. Todo el mundo conoce Reservoir Dogs, tal vez porque el masivo éxito de Pulp Fiction empujó a mucha gente, como siempre pasa, a interesarse por el director. Como todas sus películas, es objeto del culto de sus fans. Pero en mi opinión... bueno, todo a su debido tiempo.

Reservoir Dogs se centra en cinco ladrones que tienen como encargo robar una imporante cantidad de diamantes tallados. El golpe está calculado al milímetro por Joe, la persona que les ha contratado, pero algo falla, aparece la policía y el grupo se dispersa en medio de un tiroteo. Reunidos en el almacén que sirve de base de operaciones, las incendiarias personalidades de los supervivientes, perfectos desconocidos entre sí que se llaman entre ellos por colores, salen violentamente a la luz.

Tarantino ya apuntaba maneras cuando estrenó este primer largometraje, en el que pueden apreciarse todas esas señas de identidad que le han granjeado tantos fans: mucha violencia, ocultando al espectador la justa; los personajes de gran carisma; el humor negro, negrísimo; las conversaciones tan insustanciales que pueden parecer estúpidas (algo que quedaría elevado a su máxima esencia en la famosa conversación sobre los nombres de las hamburguesas entre Vincent y Julius en Pulp Fiction), los intertítulos que introducen ciertas secuencias y la inevitable narración no lineal, recurso aún en pañales que el director no desarrollaría hasta su nivel de perfección más notable hasta su siguiente película.

Para mí, Reservoir Dogs es, por así decirlo, un ensayo de Pulp Fiction. Evidentemente, no son del todo iguales, pero tienen demasiados elementos en común, no sólo las famosas señas de identidad de Tarantino, que coincido con los fans en que están presentes por igual en todas sus películas, en mayor o menor medida. Tal vez se trate de la cercanía en el tiempo que relaciona a ambos largometrajes, pero lo cierto es que me da la impresión de que Tarantino pone a prueba en esta película esas señas de identidad para comprobar si funcionan; dado que fue así, desde entonces aparecen en las siguientes. Es una suposición descabellada, por supuesto, pero no deja de darme la impresión de que esos recursos poseen una forma más tosca que el resto de la película, por lo demás excelentemente bien rodada. No obstante, al verla he tenido una sensación parecida a la que tuve con Malditos bastardos: su violencia, a diferencia de la de otras películas del director, me ha parecido desagradable. ¿Por qué sólo me sucede con algunas?

Puntuación: 5

jueves, 3 de junio de 2010

La culpa ajena


Título: La culpa ajena (Broken blossoms or The yellow man and the girl)
Director: D. W. Griffith
Intérpretes: Lillian Gish, Richard Barthelmess, Donald Crisp, Edward Peil Sr.
Año de estreno: 1919

Los títulos más conocidos de la extensísima filmografía de Griffith son El nacimiento de una nación e Intolerancia. No obstante, hay muchos otros títulos en los que se puede reconocer la mano del legendario director, así como su particular tratamiento de sus temas predilectos. La culpa ajena narra una dramática historia en la que el racismo, la brutalidad, el miedo y la bondad innata se encarnan en los distintos personajes.

Un joven chino llamado Cheng Huan abandona su patria con el objetivo de viajar a Inglaterra y propagar la doctrina budista. Años más tarde, el bueno de Cheng ha fracasado en su propósito y es un perdedor más, regenta una tienda de regalos chinos y es habitual verle en los fumaderos de opio. Por otra parte nos encontramos a Lucy, una niña cuyo padre, el boxeador Battling Burrows, maltrata a menudo, y que carece de toda clase de sueños porque desconoce la esperanza. Cuando, tras una enorme paliza, Lucy se desploma en el interior de la tienda de Cheng, él dedica todos sus esfuerzos a cuidarla.

El argumento posee un patetismo que tan sólo el tratamiento visual del mismo hace realmente trágico. Griffith recrea a la perfección, asistido por las interpretaciones de los actores (destaca especialmente Lillian Gish, que sorprendentemente hace creíble un papel infantil a sus veintiséis años de edad, sobre todo en las escenas en las que demuestra su miedo); no resulta complicado imaginarse a los espectadores estadounidenses, recién salidos de la I Guerra Mundial, llorando a moco tendido con esta conmovedora historia en la que el sufrimiento en todas sus vertientes posee una presencia uniforme a lo largo de toda la trama.

Acerca del aspecto estético, poco se puede decir. La culpa ajena es una película muy antigua y su estado de conservación no permite que su calidad sea tan buena como en el momento de su estreno. El blanco y negro original se ve teñido de distintos colores según las secuencias, una práctica muy habitual en la época del cine mudo para denotar si el ambiente es interior o exterior (todo se rodaba en estudio), o la hora del día en que se desarrolla la acción. Los intertítulos originales poseen, en su mayoría, un fondo opaco en negro, si bien algunos presentan dibujos que sugieren el lirismo de las frases que desciben los sentimientos de Cheng hacia Lucy.

Puntuación: 6

The good girl


Título: The good girl
Director: Miguel Arteta
Intérpretes: Jennifer Aniston, Jake Gyllenhaal, John C. Reilly, Tim Blake Nelson
Año de estreno: 2002

Debo confesar que no me gusta Jennifer Aniston. No sé si Rachel Green, su personaje en Friends, tiene parte de la culpa, pero lo cierto es que no me parece buena actriz. Cierto es que he visto muy pocas películas protagonizadas por ella, pero es que la evito deliberadamente. En el caso de The good girl, entre que me hablaron muy bien de ella y que me apetecía volver a ver a Jake Gyllenhaal, decidí arriesgarme.

Justine Last es una treintañera atrapada en una vida que detesta: trabaja en un supermercado deprimente, su marido es un porreta y no logra quedarse embarazada. Las cosas parecen cambiar cuando conoce a un enigmático joven que se hace llamar Holden, como el protagonista de El guardián entre el centeno. No tarda en averiguar que él se siente tan aislado como ella, y una tórrida relación se desarrolla entre ambos.

Entre el confuso título y la presencia de Aniston, uno puede caer en el error de creer que se trata de una comedia romántica, y lo cierto es que The good girl es un verdadero drama en el que una mujer se ve obligada a decidir entre la seguridad de la rutina y la posibilidad de un futuro nuevo pero incierto con un muchacho desequilibrado. La asfixiante atmósfera del pueblo de mala muerte en el que vive Justine (en serio, los pueblos en Estados Unidos son de todo menos pintorescos, no me sorprende que para eso vengan a Europa) y de su detestable vida quedan reflejados no tanto en su entorno, que también, como en su abandono físico. Sin embargo, el inestimable punto de vista que ofrece la historia nos permite valorar de maneras muy distintas esa vida que tanto odia Justine.

El mayor peso de The good girl se la llevan las interpretaciones. Aniston realiza un papel diametralmente opuesto al que le dio la fama, haciéndolo creíble; Gyllenhaal interpreta a un nuevo Donnie Darko algo más crecido. John C. Reilly, al que sólo conocía como el bueno de Amos en Chicago, sorprende con un papel similar (el marido cornudo) pero muy, muy distinto al mismo tiempo. Incluso mi admirada Zooey Deschanel tiene un pequeño e histriónico papel.

Puntuación: 6

miércoles, 2 de junio de 2010

Prince of Persia


Título: Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo (Prince of Persia: The Sands of Time)
Director: Mike Newell
Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Gemma Arterton, Ben Kingsley, Alfred Molina
Año de estreno: 2010

Érase una vez una fábrica de dinero llamada Disney que, no contentos con los pingües beneficios reportados por una de las sagas cinematográficas más rentables del cine reciente, los del toque mágico del Midas gótico y los de sus sucesivas entregas de preadolescentes cantantes que superan los prejuicios sociales, decidió forzar un poco más la máquina y combinar su particular ideología con una de las corrientes más exitosas en taquilla de las películas de aventuras actuales: la adaptación de videojuegos. Purgando entre títulos adaptables según sus principios, léase, sin sexo ni violencia, la pequeña gran Disney topó, ¡oh, maravilla! con una saga mítica a la par que actual: Prince of Persia. La pequeña gran Disney se frotó las manos cual mosca sobre un bollycao y compró los derechos para hacer de la inmortal saga una nueva mina de oro.

Antes de narrar el argumento, explicaré lo más brevemente posible algunos datos acerca de la saga original de videojuegos. Prince of Persia es la denominación que engloba un total de diez títulos para distintas plataformas, todos ellos de factura norteamericana. El primero, cuyo título era un sencillo Prince of Persia, vio la luz para ordenador en el año 1989 gracias a Jordan Mechner, que gracias al éxito de este primer juego se animó a sacar otros dos, secuelas del ya citado: Prince of Persia 2: The Shadow and the Flame (1994) y Prince of Persia 3D (1999), este último con apoyo de Microsoft, que incluía novedades como gráficos 3D, como su propio nombre indica. Llegó incluso a ver la luz en la efímera videoconsola Dreamcast. No obstante, estos juegos no cosecharon el éxito del primero, de manera que la ya famosa saga cayó (casi) en el olvido hasta que, en 2003, Ubisoft la rescató y sacó Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo para Playstation 2, GameCube, Xbox y ordenador. Obtuvo la aclamación unánime de crítica y público y animó a la empresa a crear dos secuelas para crear una nueva trilogía: Prince of Persia: El Alma del Guerrero (2004) y Prince of Persia: Las Dos Coronas (2005). Como sucedió con la primera trilogía, las siguientes entregas no fueron tan exitosas, si bien Ubisoft no se ha rendido: además de varios ports para consolas portátiles de los juegos existentes y de nuevas aventuras para Nintendo DS (Battles of Prince of Persia y Prince of Persia: The Fallen King), dos nuevas entregas para consolas de sobremesa han visto la luz: Prince of Persia (viva la originalidad) en 2008, para Playstation 3, Xbox 360 y ordenador, que narra una historia nueva con personajes nuevos, y Prince of Persia: Las Arenas Olvidadas, una irónica versión en videojuego de la película basada en un videojuego para narrar una historia que tiene lugar entre las entregas de la trilogía en la que se basa el largometraje, convirtiéndola en tetralogía. Vaya, al final no he sido tan breve.

Pero volvamos al celuloide. La película se basa, fundamentalmente, en el videojuego homónimo, si bien se toman elementos de sus dos secuelas. El protagonista es Dastan, un huérfano pilluelo que malvive en las calles de la capital del Imperio persa hasta que el rey Sharaman le encuentra. Impresionado por su heroísmo, le adopta y le cría junto a sus dos hijos, Tus y Garsiv. Años más tarde, los tres hermanos viajan por el desierto hasta la ciudad sagrada de Alamut con el fin de conquistarla y averiguar si es cierto que sus fraguas abastecen de armas a los enemigos de Persia. No obstante, lo que encuentran es una población pacífica regida por una bellísima princesa cuya principal obsesión es proteger una misteriosa daga que cae accidentalmente en manos de Dastan. Cuando el rey Sharaman muere envenenado y Dastan es acusado del magnicidio, se ve obligado a escapar, llevándose consigo a la princesa Tamina, que le descubre el verdadero poder de la daga, que no es otro que el de hacer retroceder el tiempo.

Parece coherente, ¿verdad? No os engañéis: el guión de
Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo está lleno de agujeros que sólo pueden explicarse en el fútil intento de tratar de condensar muchas horas de juego en menos de dos horas de película. ¿Se podría haber hecho mejor? Sin duda alguna, sí. Hay películas del mismo estilo y con premisas muy parecidas que resultan mil veces más sólidas argumentalmente que este Prince of Persia. ¿Se puede culpar a los guionistas de haber querido ceñirse demasiado a ciertos detalles del videojuego? Probablemente sí, pero tampoco lo sé con seguridad porque no lo he jugado. Sin embargo, si es así, también se debe aplaudir (moderadamente) ese intento de fidelidad hacia la obra original. Lástima que el resultado haya sido tan... ¿cómo definirlo? Lamentable.

Visualmente, los norteamericanos vuelven a demostrar que no tienen la menor idea de lo que se cuece más allá de Boston al este y San Francisco al oeste.
Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo luce una maravillosa mezcla de culturas orientales que engloban desde la India hasta el África Negra, incluyendo todo lo que hay en medio de manera indiscriminada, con los toques japoneses de moda. Como las falleras en Sevilla de Misión: Imposible 2, vaya. Pero claro, todos los personajes hacen de lo que son: americanos vestidos con chilabas. Supuestamente, la gracia está en la actitud de los personajes, diametralmente opuesta a lo que se espera de un puñado de "moros" (pensemos que somos americanos...). Destaca especialmente el "empresario" Sheik Amar, que entre otras gracias habla de capitalismo en el ¿siglo VI d.C.? De todas formas la datación es meramente orientativa, no quiero ponerme quisquillosa. Después de todo, en los videojuegos de Prince of Persia aparecen ascensores y a nadie le importa. En resumen, podría decirse que Jake Gyllenhaal salva la película, ¿por qué? Porque es guapísimo, pone unas caras muy graciosas, vive mucho su personaje (me parece haber oído las palabras "Jack Sparrow" de fondo) y evoca al perfecto héroe Disney de los tiempos modernos, con permiso de del príncipe Naveen de Tiana y el sapo, claro.

Podría entrar en otras cuestiones que hacen aún más increíble la película, como la moral de Disney aplicada al Próximo Oriente medieval (nadie puede creerse que Tamina vaya medio desnuda por el desierto y en toda la película no intente beneficiársela ni un solo tío, y se cruza con unos cuantos), o el propio final, y no diré más para evitar destripes, pero, en serio, ¿existe alguien que no sepa cómo acaban las películas de Disney?

Bueno, en resumen:
Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo es mala a dolor, pero entretiene bastante, las peleas están muy bien coreografiadas y se queda en mero espectáculo palomitero, y si me quejo es porque como cinéfila hay una serie de niveles que exijo para sentirme satisfecha con una película, algo que, por ejemplo, y ya no me voy a seguir aguantando más la (odiosa) comparación, Piratas del Caribe: La Maldición de la Perla Negra cumplía con creces. Pero sólo ésa.

Puntuación: 4