miércoles, 28 de octubre de 2009

La arboleda perdida


Título: La arboleda perdida
Autor: Rafael Alberti
Año de publicación: 1959
Editorial: Editorial Planeta

Se habla mucho y muy a menudo de la famosa Generación del 27, ese grupo de magníficos poetas que coincidieron en una época muy determinada en Madrid, amparados por la Residencia de Estudiantes. Aunque al mencionar dicho grupo el primer nombre que acude por defecto a nuestra cabeza es el de Federico García Lorca, hubo muchos otros que nos han dejado un extenso legado poético y teatral. Hubo uno que incluso va más allá de poesía y teatro y se atreve con otro género muy distinto: La autobiografía.

En La arboleda perdida Alberti narra su vida desde su nacimiento hasta 1959, fecha de publicación de los dos volúmenes de la autobiografía. Se trata de una obra escrita durante un larguísimo período de tiempo, cuya constancia va dejando el autor en los diferentes capítulos. A lo largo de las páginas de La arboleda conocemos al Alberti niño en el Puerto de Santa María, al adolescente que vive en Madrid, al Alberti pintor y más tarde poeta, y vemos a través de sus ojos a todas las personas que conoció, desde poetas consagrados como Juan Ramón Jiménez hasta artistas en pleno aprendizaje, como Salvador Dalí. Asistimos, además, al nacimiento de sus primeros libros: Marinero en tierra, El alba del alhelí, Cal y canto y Sobre los ángeles, así como algunas obras de teatro.

Con su prosa grandilocuente, Rafael Alberti recorre una época fascinante que tuvo la gran suerte de vivir en persona, dándonos impresiones muy vívidas de otros autores que desconocemos sin la aureola que la fama ha prendido en torno a sus cabezas, como Fernando Villalón, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Luis Cernuda o el propio Federico García Lorca, entre muchos otros. Alberti nos describe los ambientes en que se desarrollan las diferentes etapas de su vida, si bien dicha imagen se ve tamizada por el credo político del poeta de manera bastante obvia (lo cual no resta realidad a muchas de sus afirmaciones).

Debo confesar, no obstante, que esperaba otra cosa. Creo que en parte se debe al estilo narrativo de Alberti, que al igual que su poesía, resulta algo grandioso, como con ínfulas. Y aun así, posee momentos francamente graciosos, con esa clase de anécdotas divertidas que uno repite una y otra vez, y una atmósfera apasionante que nos incita a conocer más.

Puntuación: 5

La casa dorada de Samarkanda


Título: La casa dorada de Samarkanda (La maison dorée de Samarkand/La casa dorata di Samarcanda)
Autor: Hugo Pratt

Fecha de la tercera edición española: 2008
Editorial: Norma Editorial


He aquí la crítica, al fin, de una de mis aventuras predilectas del maltés. Se trata de la segunda de leí y fue la que logró, junto a La balada del mar salado, meterme de lleno en el personaje y su universo. Más tarde descubriría factores fundamentales que diferencian este álbum de los demás, como su extensión o la crucial reaparición de algunos personajes. Pero empecemos desde el principio.

En La casa dorada de Samarkanda todo comienza con un mapa para llegar hasta un fastuoso tesoro ubicado en Oriente Próximo, que Corto encuentra por casualidad. Sin dudarlo ni un instante se embarca en la búsqueda del "Gran Oro", y como siempre, comienza a toparse con toda clase de problemas: es confundido más de una vez con un militar turco que parece ser su doble, descubre que Rasputín está preso en una terrible cárcel llamada La casa dorada de Samarkanda, por lo que tiene que rescatarle, y además le es encomendado también el rescate de una niña armenia.


La casa dorada de Samarkanda es el álbum más largo de la colección, y abarca todo un año de la vida de Corto Maltés. En él vemos desfilar tanto a viejos conocidos como Rasputín o Veneciana Stevenson como a figuras históricas como Enver Pachá o nuevos amigos como Casandra o Marianne. Una vez más el tratamiento del tiempo resulta ambiguo, y no parece que transcurra todo un año entre la primera viñeta y la última. También en La casa dorada de Samarkanda recurre Pratt a las famosas ensoñaciones que caracterizan su obra, en este caso provocadas por el hachís. En su fantasía, Corto se reencuentra con Pandora, su amor platónico, y con Rasputín, que le indica dónde se encuentra. Al no estar integrado por episodios, los acontecimientos resultan mucho más lineales.

Éste álbum cierra, como no podría ser de otro modo, la colección de películas de animación dedicadas
al inmortal personaje de Hugo Pratt. Antes de verla me temía una decepción debido a lo extenso del álbum, que probablemente no se vería íntegramente traducido a la animación debido al tiempo de duración de las películas, que no llega a la hora y media. Sin embargo, me llevé una sorpresa al comprobar que la versión animada de La casa dorada de Samarkanda es muy fiel al original, si bien condensa bastante los acontecimientos para ajustarse al tiempo del que se cuenta. La voz en off de la narradora inicial es la de la niña armenia a la que Corto tiene que cuidar, que no posee un gran protagonismo en la trama (al menos comparado con el de Pandora en La balada del mar salado, el de Morgana en Bajo el signo de Capricornio o el de Veneciana en Las Célticas), pero resulta una buena elección. En dicha introducción, el personaje no sólo resume sus vivencias y la ruta geográfica que siguió Corto antes de encontrarse con Rasputín y con ella. Aun con las limitaciones ya comentadas en otras entregas de la animación y el doblaje, el resultado es bastante bueno.

Puntuación del cómic: 10
Puntuación de la película: 7

domingo, 25 de octubre de 2009

Los Mitos de Cthulhu


Título: Los Mitos de Cthulhu
Autor: H. P. Lovecraft y otros
Año de publicación: 1976
Editorial: Alianza Editorial

En ciertos círculos de ambiente "friki" es de sobra conocida la figura del escritor H. P. Lovecraft. Dado que no es tan "mundialmente" conocido como otros autores de terror del estilo de Edgar Allan Poe, me sorprendió cuando alguien de quien jamás lo habría esperado me recomendó este volumen. Gracias a él he podido conocer en profundidad a Lovecraft junto a su criatura más conocida: el conjunto de mitos de Cthulhu.

Estos mitos, estructurados casi como una verdadera religión, se integran en el género del terror de una manera completamente nueva. Los mitos giran en torno a dos grupos de dioses enfrentados, los Primigenios y los Arquetípicos, ambos de origen extraterrestre. Los primeros emprendieron un viaje a nuestro planeta con intención de destruirlo, siendo detenidos a tiempo por los Arquetípicos, que les sometieron a un encierro del que están destinados a escapar. El más temible de los dioses Primigenios es Cthulhu, sellado en el fondo del mar. Ante esta perspectiva, los seres humanos aparecen como simples testigos del horror que estas criaturas y su lucha milenaria pueden provocar.

Esta edición no es, sin embargo, una recopilación de todos los mitos. Lovecraft fue tan sólo el creador de esta mitología y autor de algunos de los relatos más memorables, pero tuvo un círculo cercano de seguidores que escribieron mitos basándose en los originales de Lovecraft, así como otros autores que lo han hecho posteriormente. Este volumen de Alianza recoge, además de una larga introducción que nos acerca a la figura de Lovecraft y a sus criaturas, una serie de relatos que inspiraron al autor en su juventud, una selección de mitos de Lovecraft y algunos de sus contemporáneos y varios más de autores más actuales. Es resultado es, sin duda, de un gran interés global.

No obstante, mi opinión personal no es demasiado positiva. Reconozco que el resultado es, como he dicho, interesante, pero el universo Lovecraft no ha logrado contarme entre sus adictas. Al igual que me sucede con Tolkien, considero que su obra es interesante, pero personalimente no me gusta. Dejando aparte el hecho de que no me gusta pasar miedo (aunque lo que provoca Lovecraft es más bien inquietud en ciertos párrafos), su estilo me resulta rebuscado y denso, y no logra engancharme en absoluto. Hubo relatos que me resultaron interminables; En la noche de los tiempos, particularmente, me resultó soporífero. Pero espero que ningún fan acérrimo me juzgue duramente... No quiero que me echen una maldición.

Puntuación: 5

Marnie, la ladrona


Título: Marnie, la ladrona (Marnie)
Director: Alfred Hitchcock
Intérpretes: Tippi Hedren, Sean Connery, Diane Baker, Alan Napier
Año de estreno: 1964

Pocas veces la televisión me da la alegría de permitirme ver cine clásico, como ya he comentado en otras entradas. En este caso, ha sido la televisión de pago y una afortunada coincidencia que me condujo al canal adecuado a la hora correcta. Gracias a eso he podido ver una de las indispensables de Hitchcock.

Marnie, la ladrona es, como muchas otras películas del director inglés, la adaptación de una novela, en este caso de Winston Graham. La protagonista titular es una joven que se dedica a suplantar identidades ajenas para emplearse en pequeñas empresas y llevar a cabo robos de grandes sumas de dinero. No obstante, Marnie da con la horma de su zapato en Philadelphia, al entrar a trabajar en una editorial propiedad de Mark Rutland, que no sólo se enamora de ella sino que descubre su doble vida, a la que trata de poner freno.

Marnie, la ladrona cuenta con todos los elementos clásicos del cine de Hitchcock, dándole un aspecto muy similar al de otras obras maestras, creo que se trata de su toque personal. La atmósfera en general me recuerda mucho a la de Rebeca, con su aspecto lujoso y sus personajes de aviesas intenciones. Destacan las actuaciones de los dos protagonistas, Sean Connery como el galán duro a lo Clark Gable (muy Bond al fin y al cabo) y Tippi Hedren, una de las musas de Alfred Hitchcock, en el difícil papel de Marnie. También resulta interesante el personaje de Lil, la cuñada de Mark, interpretada por Diane Baker.

El único defecto que le encuentro a la película es la música, quizá por haberme resultado demasiado estridente en algunas escenas. Sin embargo, no resta calidad a la película, que en conjunto me parece de una gran calidad y que mantiene a la perfección el suspense en sus dos horas largas de duración.

Puntuación: 10

domingo, 18 de octubre de 2009

True Blood


Título: Sangre fresca (True Blood)
Intérpretes: Anna Paquin, Stephen Moyer, Sam Trammell, Ryan Kwanten, Rutina Wesley, Nelsan Ellis, Deborah Ann Woll, Alexander Skarsgard
Emisión: 2008-Presente (2 temporadas, emitida en España por Canal+)

Debo confesar que todo comenzó con Crepúsculo, pero en mi defensa aduciré que me leí los primeros libros antes de que se desatara la locura colectiva a raíz del estreno de la película, que por cierto es bastante mala (en mi opinión). El caso es que comencé a leer bastantes novelas de vampiros, desde lo más clásico a lo más nuevo e incluso ñoño. Dado que la gran emperatriz del género, Anne Rice, no me gusta, le di una oportunidad a muchas otras autoras de historias de vampiros. Algunas me gustaron más, otras menos... Y en medio de esa vorágine de sangre y criaturas nocturnas, decidí empezar a ver True Blood. Me enganché, claro.

True Blood se desarrolla en Bon Temps, Louisiana, después de la creación de la sangre sintética por cinetíficos japoneses y la ulterior revelación al mundo de la existencia de los vampiros, que no constituyen un peligro para la Humanidad al comercializarse la sangre artificial bajo el nombre True Blood. Pero bajo esta fachada de convivencia pacífica entre ambas especies se esconde una situación social más que convulsa que la serie retrata minuciosamente. Pero volvamos a Bon Temps. En este pequeño pueblo vive una joven camarera llamada Sookie Stackhouse que posee una habilidad fuera de lo común y que además le suele acarrear bastantes problemas, que no es otra que la lectura del pensamiento. Sookie ve cómo esto limita sus relaciones con los demás, pero eso cambia al llegar al pueblo un misterioso vampiro llamado Bill Compton, que se trata de la única persona cuya mente le resulta imposible de leer. Pero relacionarse con vampiros puede traer problemas... Cosa que, de hecho, le sucede.

A diferencia de otras series de televisión que he criticado en el blog, el argumento de True Blood no nace exclusivamente del ingenio de uno o más guionistas. La trama procede en origen de una saga de novelas escritas por Charlaine Harris, llamadas en Estados Unidos The Southern Vampire Mysteries (Vampiros Sureños, para los amigos). No obstante, estas novelas pertenecen al género de la novela rosa, en el que el tema de los vampiros y/o otras criaturas de origen sobrenatural es bastante habitual: podría decirse que Stephenie Meyer no ha inventado nada nuevo. La labor de los guionistas resulta notable, pues hacen del desarrollo de las obras originales un bombardeo continuo de acción, suspense, romance e intriga, dejando incluso los últimos capítulos de sendas temporadas de una manera de lo más misteriosa. En serio, True Blood engancha. Los episodios no siguen de manera literal el curso de la novelas originales, se basan más bien a grandes rasgos. La primera temporada se basa en la primera entrega de la serie, Muerto hasta el anochecer (Dead until dark), y la segunda temporada en la segunda novela, Corazones muertos (Living dead in Dallas). De momento ha sido anunciada una tercera temporada para 2010 que se basará, cómo no, en la tercera entrega de las aventuras de Sookie: El club de los muertos (Club Dead). Teniendo en cuenta que la saga consta, de momento, de diez volúmenes, uno de los cuales se desarrolla en el mismo universo pero sin la presencia de su heroína Sookie Stackhouse, todo parece indicar que, a menos que la audiencia diga lo contrario, tenemos True Blood para rato.

Además de un argumento absolutamente adictivo, True Blood cuenta con otros atractivos. En el reparto destaca el nombre de la actriz protagonista, Anna Paquin, de sobra conocida por su óscar a los once años por El Piano o, cómo no, su papel como Pícara en la trilogía de X-Men. El resto de actores que la acompañan no son tan famosos, sino que proceden de otras series de televisión. Los escenarios recrean ambientes muy diversos, desde la destartalada Bon Temps, cuyas gentes reflejan la América profunda con todos sus prejuicios hasta ambientes más refinados y lujosos o incluso algo horteras, como el pub Fangtasia. Otro punto fuerte es la música, la gran mayoría de estilo country, muy acorde con la zona donde viven los personajes. De hecho, los nombres de cada episodio proceden de canciones que suenan durante cada uno de ellos. La secuencia de los créditos de apertura resulta muy interesante: en ella no aparecen los personajes, sino una serie de imágenes que buscan transmitirnos las ideas de sexo, violencia y religión en todas sus vertientes. De fondo suena una magnífica canción de Jace Everett llamada Bad things.

¿Qué más podría decir que no resulte redundante? True Blood es una de las mejores series que he tenido ocasión de ver, se sale de la moda actual de las series de médicos y de los tópicos de los vampiros dando una imagen completamente nueva. Merece mucho la pena dejarse enganchar por la Sangre fresca.

Puntuación: 10

Del amor y otros demonios


Título: Del amor y otros demonios
Autor: Gabriel García Márquez
Año de publicación: 1994
Editorial: Círculo de Lectores

Me encanta el Realismo Mágico. Esa capacidad de integrar lo maravilloso en la realidad cotidiana es algo que me sorprende y me fascina. Y como resulta natural, considero que en ese género, Gabriel García Márquez es el maestro absoluto. Cien años de soledad se cuenta entre mis novelas predilectas, pero no es necesario leer una obra tan larga para apreciar el verdadero sabor del Realismo Mágico. Cualquier cuento suyo lo ilustra a la perfección, y también lo hace esta novela: Del amor y otros demonios.

La historia se desarrolla en el siglo XVIII, en la Sudamérica colonial, y tiene dos protagonistas. La primera es Sierva María de Todos los Ángeles, una niña de doce años, hija de un marqués taciturno y su segunda y desequilibrada esposa; la niña se crió con los esclavos negros y, tras ser mordida por un perro aquejado de rabia, la creen poseída por el demonio. Para exorcizarla el obispo envía al segundo protagonista, el clérigo español Cayetano Delaura, de treinta y seis años, que se enamora perdidamente de Sierva María. Juntos dan lugar a una tierna historia de amor.

Dos factores impulsaron a García Márquez a escribir esta novela: el descubrimiento de una cripta funeraria en la que yacía un cadáver con una melena de veinte metros de largo, acontecimiento que el autor cubrió como periodista, y una leyenda sobre una marquesita con una cabellera que arrastraba por el suelo y hacía milagros. Con estos puntos de partida, la desbordante imaginación del novelista crea una de sus inolvidables historias, dotada con sus elementos más propios y firmada con su hipnótica prosa. Aunque no se trate de una de sus obras más mentadas, quizá por tratarse de una obra relativamente reciente, cuenta con todos los ingredientes para incluirse en los anales del Realismo Mágico. Gran parte de su encanto reside, como resulta natural, en sus personajes, que al no ser demasiados le permiten un exquisito desarrollo. Una obra dulce y mágica que recomiendo.

Puntuación: 7

La dama del Nilo


Título: La dama del Nilo
Autor: Pauline Gedge
Año de publicación: 1977
Editorial: El País

La cultura del Antiguo Egipto posee ese extraño atractivo que la hace irresistible para casi todo el mundo. Su antigüedad, sus misterios y la poca información que nos desvelan sus complejas obras de arte nos transmiten tan sólo una pálida imagen de lo que esta cultura pudo ser hace mucho más de dos mil años. Dentro del mundo egipcio sobresalen una serie de nombres, ya sean por la magnitud de las obras construidas (Keops, por ejemplo) o por la convulsa Historia que les rodeó (como Cleopatra). A medio camino entre ambas categorías se encuentra un caso muy particular: el de la reina Hatshepsut.

Esta novela narra la vida de dicha reina, hija del faraón Tutmosis I, desde que tiene unos seis años hasta el momento de su muerte. A través de estas páginas, conocemos la vida cotidiana y los complejos rituales del Antiguo Egipto, así como la intensa personalidad de la rebelde Hatshepsut, que no se conformó con ser una simple consorte -destino reservado a las mujeres de la familia real, pues se creía que eran ellas quienes transmitían la herencia divina de generación en generación-, sino que su ambición la llevó a convertirse en faraón, pasando por encima de todos aquellos que intentaron oponerse a ellay manteniéndose fiel a un sólo sentimiento: el amor hacia el más fiel de sus servidores, el arquitecto Senmut.

La dama del Nilo tiene todos los ingredientes para convertirse en una magnífica novela. Posee una historia interesante inmersa en una cultura fascinante, unos personajes creíbles y situaciones históricas como respaldo que resultan muy efectivas. En ese caso, ¿qué es lo que falla?

Esta novela me ha dejado fría por dos razones. La primera y más importante es su estilo narrativo, demasiado denso y lento. Las descripciones no son excesivamente minuciosas, que son lo que suele ralentizar la narración. Sin embargo, la lentitud con que se desarrolla la trama resulta exasperante, sobre todo en los últimos capítulos, si bien es cierto que cuenta con pasajes muy interesantes. La segunda razón, más quisquillosa, se debe al momento en que se escribió el libro, y es que ha llovido mucho desde 1977, y se han descubierto muchísimas cosas referentes al Egipto de los faraones y al reinado de Hatshepsut entre ellos. Como historiadora, pues, encuentro algo obsoleta esta obra.

En todo caso, La dama del Nilo puede tratarse, para otros lectores, de toda una revelación.

Puntuación: 4