Director: Hiroshi Hamasaki
Intérpretes (voces): Keiji Fujiwara, Hiroe Oka, Miyu Irino, Tesshô Genda
Año de estreno: 2013
Pese a su limitada calidad, digo yo que las series de anime de Marvel debieron tener éxito. O a lo mejor fue una estrategia para acabar de rentabilizar el estreno de la muy esperada Iron Man 3. En cualquier caso, en abril de este año vio la luz en Japón, y más tarde en Estados Unidos y el resto del mundo una película de animación original que sigue la estela de la serie centrada en Iron Man pero sin ser una secuela. Honestamente diré que, de haberlo sabido, no habría visto el anime hasta el final.
La historia comienza cuando Tony se prepara para culminar uno de sus proyectos más ambiciosos: un satélite-espía llamado Howard capaz de prevenir los crímenes antes de que se cometan. No obstante, el júbilo del lanzamiento queda truncado cuando la base desde la que va a lanzarse al espacio dicho satélite es atacada por un ejército de droides comandados por un muchacho con una armadura de composición semibiológica. Éste se presenta como Ezekiel Stane, hijo de uno de los primeros enemigos de Iron Man, y augura el nacimiento de un nuevo mundo bajo su mano. Tony decide resolver el conflicto por sí solo, sin contar con SHIELD, que manda a sus mejores agentes, Viuda Negra y Ojo de Halcón, tras él.
Creo que la mejor manera de definir Iron Man: La rebelión del Technivoro es decir que es sensiblemente mejor que la serie, pero no por ello es del todo buena. Su principal pro es una animación sencillamente impecable y unos diseños de los personajes de Marvel más fieles a los cómics. Bueno, de casi todos ellos, ya que a Ezekiel Stane se lo sacan de la manga, y es así como empiezan los problemas argumentales. Iron Man: La rebelión del Technivoro habría sido una buena oportunidad para adaptar los cómics que presentaron al personaje de Ezekiel Stane a los lectores de Iron Man, pero en vez de eso enfrentan al Vengador Dorado con un típico villano adolescente de anime, atormentado por su infancia y armado con un poder que no puede controlar y acaba convirtiéndole en un ángel de Evangelion tras una transformación a lo Akira. Demasiadas referencias a productos de culto en los últimos quince minutos de la cinta, que van precedidos por un Tony muy carismático pero que toma decisiones ilógicas (y malas) y eso sirve como excusa para introducir la mejor secuencia del filme, en que se lucen los invitados de lujo: los ya mencionados agentes de SHIELD y Frank Castle, el Castigador (metido con calzador, eso sí).
La verdad es que da un poco de pena que, teniendo la oportunidad de adaptar una buena línea argumental sobre un enfrentamiento entre Iron Man y este villano en particular, acabara saliendo una película incompleta y plagada de clichés. Pero cuando además descubrimos que el guión salió de la pluma (o las teclas) de un estadounidense, en vez de un japonés, esa pena se convierte casi en vergüenza ajena.
Puntuación: 5
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