lunes, 31 de enero de 2011

Un tranvía llamado deseo

Título: Un tranvía llamado deseo (A streetcar named desire)
Director: Elia Kazan
Intérpretes: Vivien Leigh, Marlon Brando, Kim Hunter, Karl Maden
Año de estreno: 1951

Tennesse Williams fue un famoso dramaturgo norteamericano, autor de dos famosísimas obras de teatro que contaron con sus propias y exitosas adaptaciones a la gran pantalla: Un tranvía llamado deseo y La gata sobre el tejado de zinc caliente. No puedo decir de ellas que sean películas que, al contrario que otras que me interesaban más, haya buscado ex profeso para verlas (en parte porque su argumento no me es desconocido), aunque como buenos clásicos, cuando una de ellas ha sido emitida en televisión, no he perdido la oportunidad de verla.

Un tranvía llamado deseo se inicia con la llegada Nueva Orléans de Blanche DuBois, una atractiva mujer madura de Auriol, Mississippi, que se traslada a casa de su hermana menor, Stella. Blanche es una mujer etérea, que vive en un mundo de fantasías, caracterizada por sus delirios de grandeza y sus intentos por mostrarse atractiva, ocultando para ello su verdadera edad, pues planea volver a casarse. Su opuesto es el marido de su hermana, Stanley Kowalski, un rudo transportista de origen polaco que capta desde el primer instante los delirios y mentiras de Blanche y planea desenmascararla en todo momento, especialmente cuando Mitch, uno de sus mejores amigos, comienza a sentirse atraído por Blanche.

La película, como otras de su época, presenta temas de gran crudeza gracias a escenas emblemáticas y a personajes de una construcción fascinante; aunque suele recordarse a Marlon Brando por su actuación como Stanley, en mi opinión la mejor intérprete de la cinta es Vivien Leigh (que obtuvo un muy merecido Óscar por su papel), actriz que recrea a la lunática, hipócrita y al mismo tiempo ingenua Blanche de manera especialmente creíble, y lo digo con conocimiento de causa, ya que conozco a una persona muy parecida a dicho personaje. El conjunto global de la película resulta muy interesante, y se nos obsequia con una frase memorable ("Siempre he dependido de la amabilidad de los desconocidos"), aunque, por la época en que se rodó, se eviten escenas y detalles narrativos conflictivas necesarias para comprender el desenlace de la historia.

Puntuación: 9

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