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Título: Phillip Morris, ¡te quiero! (I love you Phillip Morris)
Director: Glenn Ficarra y John Requa
Intérpretes: Jim Carrey, Ewan McGregor, Leslie Mann, Rodrigo Santoro
Año de estreno: 2009Muy intensa, interesante, excéntrica y/o genial debe ser la vida de un individuo para que Hollywood decida llevarla a la pantalla grande. Es lo que los americanos llaman bigger than life, y desde luego, como aseguran los créditos de inicio de Phillip Morris, ¡te quiero!, la de Steven Jay Russell lo es. No esperéis toparos con la clásica película en la que Jim Carrey despliega todo su repertorio de muecas. Phillip Morris, ¡te quiero! se aleja del esquema típico de las comedias de este actor para convertirse en una rara avis dentro de su filmografía alternando escenas hilarantes con otras sorprendentemente dramáticas, creando una desconcertante dicotomía en su desarrollo.
Steven Jay Russell es un policía de Virginia Beach que lleva una vida corriente junto a su esposa Debbie. Tras emprender la búsqueda de su madre biológica, que le despacha sin darle explicaciones, y sufrir un accidente de coche, Steven ve la luz y cambia radicalmente de vida para convertirse en lo que siempre deseó ser: gay. Así que se traslada a Miami, donde su carísimo tren de vida le empuja a cometer una serie de delitos fiscales que acaban por llevarle a la cárcel, donde se enamora de su compañero de celda, un rubito llamado Phillip Morris. Pero los días de felicidad de la pareja entre rejas se acaban cuando la condena de Steven se termina y recobra la libertad. No obstante, nuestro protagonista no está dispuesto a separarse de su adorado Phillip, por lo que idea una serie de fraudes para sacarle de la cárcel y darle una vida plagada de lujos... Hasta que vuelven a toparse con el largo brazo de la ley.
Los directores explotan la extravagancia de la historia para crear momentos delirantes en los que se implican al máximo, como no podía ser de otra manera, los actores que dan vida a la pareja principal, resultando altamente creíbles, aunque el punto excéntrico que otorga Jim Carrey al personaje de Steven desdibuja ligeramente la línea entre intérprete y personaje. Además, Carrey saca partido a su faceta trágica, que ya conocimos en Eternal sunshine of the spotless mind (me niego a llamarla por su título en español) en una secuencia que nos corta la risa que impera durante gran parte del metraje.
En resumen, Phillip Morris, ¡te quiero! es una película rara, que no se parece a ninguna otra que yo haya visto, pero no por ello menos recomendable, y sin duda, es de obligado visionado para todos los incondicionales de Jim Carrey.
Puntuación: 7
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