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Director: Peter Jackson
Intérpretes: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Andy Serkis
Año de estreno: 2012
El estreno de una película que adapta una novela famosa levanta siempre expectación, y el caso de El Señor de los Anillos fue sencillamente épico, como épico fue el resultado. Por eso, cuando Peter Jackson anunció que también adaptaría la novela previa de Tolkien, en la que introdujo por primera vez ese mundo fascinante que es la Tierra Media, los incondicionales del autor, que son muchos y muy variados, se pusieron a temblar, pero de emoción. Mucho ha llovido desde entonces, debido a los numerosos problemas de producción a los que se enfrentó la esperada película, hasta que finalmente Peter Jackson decidió hacerse cargo de la adaptación de El hobbit personalmente, tomando, sin duda, la mejor decisión al respecto. Volvió a llevar a su equipo a su Nueva Zelanda natal e incluso acabó desdiciéndose, pues en un principio anunció que la novela se adaptaría en dos películas, que han acabado siendo tres. En diciembre tuvo lugar el (esperadísimo) estreno de la primera entrega, subtitulada Un viaje inesperado, y por fin, ¡por fin! he ido a verla.
Como todo el mundo sabe, en un agujero en el suelo vivía un hobbit llamado Bilbo Bolsón. Bilbo lleva una vida tranquila hasta que un mago, Gandalf el Gris, le recluta para unirse a una compañía de enanos encabezada por Thorin Escudo de Roble, heredero legítimo de la Montaña Solitaria, antaño reino de los enanos, usurpada por un gigantesco dragón de fuego llamado Smaug. Bilbo, muy reacio al principio, acaba accediendo a acompañarles, aunque el motivo por el que Gandalf le ha reclutado le es aún desconocido. A lo largo de su viaje, el hobbit se irá enfrentando a no pocos retos y conocerá a muy diversos personajes de la Tierra Media, dándole a conocer un mundo completamente distinto a su pacífica Comarca.
Al diseccionar El hobbit, es inevitable mencionar la trilogía de El Señor de los Anillos, pues, al margen de los avances tecnológicos experimentados en el campo de los efectos especiales, la primera entrega de esta nueva trilogía (y es de suponer que también el resto) mantiene el aspecto visual y técnico, dando una gran cohesión a lo que será una magnífica colección de adaptaciones de Tolkien en un futuro. Nueva Zelanda vuelve a transformarse en la Tierra Media y Jackson vuelve a regalarnos la vista con impresionantes planos de helicóptero de la geografía del país, que rodean a los distintos personajes, perfectamente caracterizados con una fantástica profusión de detalles.
En el elenco de actores se distinguen dos grupos: los que repiten sus papeles en El Señor de los Anillos y las caras nuevas. A un lado del cuadrilátero, los veteranos, con Ian McKellen a la cabeza, demuestran una vez más su compromiso con sus respectivos personajes. Mención especial para Cate Blanchett, espléndida como la reina Galadriel, es una pena que sus escenas sean cortas (nunca le dan espacio para lucirse, ¡con lo importante que es su personaje!). Al otro lado tenemos a Bilbo y a los trece enanos. Martin Freeman se convierte en el perfecto protagonista, encarnando al Bilbo ideal, y los enanos, a pesar de su papel un poco más secundario, tienen ocasiones para lucirse y dar una imagen muy fresca y divertida que nos recuerda por qué El hobbit fue concebida como novela infantil. Rompe un poco ese ambiente Thorin, pues Richard Armitage aporta al personaje un carácter muy serio y severo, que da a la Compañía el toque épico en su gesta.
La segunda entrega, The desolation of Smaug, verá la luz el año que viene. Adivino que no soy la única deseando verla.
Puntuación: 9
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