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Director: Peter Weir
Intérpretes: Jim Carrey, Laura Linney, Noah Emmerich, Ed Harris
Año de estreno: 1998
Todos conocemos actores encasillados, recordados especialmente, cuando no sólo, por su interpretación de ciertos papeles. Pero a veces esos actores no se dedican únicamente a una línea interpretativa por carecer de registro, sino porque son los que realmente les gustan. Le sucede, por ejemplo, a Brendan Fraser, que en varias entrevistas ha afirmado hacer cine familiar porque es su preferido; apuesto a que otro es Jim Carrey, un cómico por excelencia que le dio su primera oportunidad a otros géneros con El show de Truman.
Truman Burbank es un hombre corriente con una vida sencilla en una pequeña y pintoresca ciudad costera. Truman trabaja en una compañía de seguros, está felizmente casado y mantiene su amistad con Marlon desde que eran niños. Sin embargo, la repentina reaparición de su padre, al que creía muerto, le hace reparar en una serie de desconcertantes detalles que le llevan a sospechar que hay algo muy extraño con su vida. Y es que Truman es el protagonista de El show de Truman, el reality show definitivo, que empezó a rodarse cuando nació y se ha emitido ininterrumpidamente desde entonces. Su ciudad es un estudio, sus amigos son actores, sus conciudadanos son extras y por encima de todos, controlando cuanto sucede en la vida de Truman, se halla Christof, el creador del programa.
Aunque El show de Truman es un melodrama satírico, es una de esas películas que, enfocadas de otra forma, podrían dar lugar a otra película completamente distinta, en particular con los aspectos de realidad simulada que rodean a Truman, y que tienen un punto perturbador que el director no explota para dirigir la historia por donde él quiere y plantear una serie de interrogantes de índole filosófica. Uno de los aspectos que más me ha interesado es lo que llegamos a ver del público del programa, que sigue ávidamente la vida de Truman con ese voyeurismo casi sórdido que explica la existencia misma de los reality shows (ese tipo de programas cada vez más presentes en Europa y que en Estados Unidos son el pan nuestro de cada día), pero que al mismo tiempo desea que Truman logre escapar poniendo fin a la farsa. Me ha recordado a algo que reflexioné cuando vi The queen: nos gusta que una plebeya se case con un príncipe como en los cuentos de hadas, pero nos gusta todavía más que dicha plebeya se ponga el mundo por montera y desafíe las normas de la monarquía; es como ver cumplidos dos deseos completamente opuestos a la vez.
Jim Carrey demostró con El show de Truman que ser gracioso no implica ser sólo capaz de hacer comedia. La película le granjeó un muy merecido Globo de Oro al Mejor Actor de Drama, pues logra que el personaje de Truman progrese del aspecto de los anuncios de colores chillones de los 50 a un realismo y una verosimilitud casi hipnóticos. Lástima que el doblaje no ayude, seguramente su voz española, tan aguda, es más adecuada para la comedia.
Puntuación: 9
Desde luego que coincidimos en gustos casi siempre! Esta es una de mis películas favoritas de Jim Carrey, no sé ya las veces que he podido verla y nunca me canso ni creo que lo haga, siempre me hace reflexionar sobre muchas cosas y además me encanta el elenco de actores. Besitos!
ResponderEliminarMe hizo mucha ilusión pillarla en la tele, porque le tenía muchas ganas. Me encanta Jim Carrey, y le encuentro muy poco valorado por dedicarse a la comedia. Después de ver El show de Truman, comprendo su fama.
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