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Autor: Benito Pérez Galdós
Año de publicación: 1876
Editorial: Cátedra
Creo honestamente que una de las características más irónicas del ser humano en general y de los españoles en particular es lo poco que hemos cambiado a lo largo de las eras. España ha sido tradicionalmente un país cerrado en sus costumbres, reacio a las novedades, de sólidas creencias y gusto por el cotilleo y la maledicencia. Es muy probable que alguien lea estas líneas y asegure que eso está superado. Desafío a quien lo diga a que lea Doña Perfecta, donde comprobará que, salvando las distancias, España y los españoles segumos siendo los que éramos hace casi dos siglos.
José Rey es un joven ingeniero al que su padre ha prometido en matrimonio con su prima Rosario. Aunque no quiere obligarle a cumplir esa promesa, el padre le pide que vaya al pueblo de Orbajosa, donde viven la muchacha y su madre, doña Perfecta, tía de José. Ni la idea ni el pueblo entusiasman a José, un joven culto y de mente práctica: las gentes, de una exacerbada religiosidad y cerril cerrazón mental, no le resultan simpáticas; pero se enamora perdidamente de Rosario, motivo por el que decide quedarse en Orbajosa. Poco después de tomar dicha decisión, su vida en el pueblo se convierte en una pesadilla: es destituido de su puesto, los dueños de las tierras colindantes con las que heredó de su madre le atosigan con pleitos y una injusta fama de ateo y arrogante le aleja de cualquier posible aliado que pueda forjarse. Y frente a José se alza el más formidable enemigo: su tía Perfecta, la mujer más respetada de Orbajosa.
La novela constituye en sí misma una fiera crítica hacia el conservadurismo extremo, la intransigencia y la doble moral de la España de la época, encarnadas en la figura misma de doña Perfecta, aunque otros personajes de la novela, como el canónigo don Inocencio y su sobrina María Remedios completen dichas actitudes. Debo reconocer que, mientras leía la novela, hubo más de una vez que tuve que cerrarla porque los personajes están tan bien construidos que resultan insoportables de lo malvados que son. Pero no sólo son los personajes individuales los que destacan por su realismo, sino el ambiente del pueblo al completo, algunos de cuyos detalles son aún hoy palpables en las ciudades pequeñas (o pueblos grandes). Egoísmo, avaricia y fanatismo son los grandes protagonistas de la historia, hasta el punto de llegar a infectar a su protagonista e igualarle a sus numerosos enemigos.
El espléndido estilo de don Benito (qué vamos a decir de él a estas alturas...) hace de una historia tan desagradable un verdadero espectáculo, pues aunque se percibe aún la relativa juventud del autor, no en el estilo sino en su manera de narrar la historia, menos pausada y contemplativa que obras posteriores, la redacción de Doña Perfecta desvela que Galdós es ya ese autor paradigmático del Realismo español del XIX, y no le duelen prendas en poner a sus lectores frente a un espejo para decir: éste es el país en el que vivimos.
Puntuación: 8
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