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Autor: D. H. Lawrence
Año de publicación: 1928
Editorial: Biblioteca El Mundo
Después de mi último atracón de narrativa juvenil, iba llegando el momento de reducir, al menos en un título o dos, la lista de clásicos que tengo pendientes de leer. La elegida para ello ha sido una de las grandes novelas prohibidas del siglo XX, algunas de cuyas adaptaciones cinematográficas se pueden encontrar en las secciones de cine erótico de grandes superficies, catálogos de venta online y videoclubes. La etiqueta de "prohibido" resulta siempre de lo más atrayente, y personalmente, me encanta descubrir qué hallaban escandaloso hace décadas, aunque ahora no nos parezca ni por asomo tan censurable.
El amante de Lady Chatterley se centra en la historia de Constance Chatterley, más conocida como Connie, una joven educada por unos padres liberales que se casa con un prometedor noble antes de la I Guerra Mundial. No obstante, cuando él regresa de la contienda lo hace parapléjico, y su frustrada esposa se muda con él a la propiedad de los Chatterley, Wragby, donde languidece en una existencia vacía y aburrida. Durante sus paseos por el bosque colindante con la propiedad, Connie conoce al viril Oliver Mellors, el guardabosque, con el que inicia una tórrida relación extramatrimonial que desafía todos los tabúes que les rodean.
Debo admitir que desde sus primeros capítulos, me quedó claro por qué El amante de Lady Chatterley levantó ampollas cuando fue publicado: más que incluir escenas sexuales explícitas o emplear lenguaje soez para referirse a ellas, y hay de ambas, la novela trata abiertamente la sexualidad en todas sus facetas, y muy particularmente la femenina, con un enfoque intenso y realista que contrasta con la mojigatería reinante en la época en que fue escrito, y que explica los numerosos problemas a los que se enfrentaron los editores que trataron de publicar el libro tal y como fue escrito durante varias décadas.
Puntuación: 7
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