Título: Drácula de Bram Stoker (Bram Stoker's Dracula)
Director: Francis Ford Coppola
Intérpretes: Gary Oldman, Winona Ryder, Keanu Reeves, Anthony Hopkins
Año de estreno: 1992
Hay personajes que nunca mueren. Curioso juego de palabras para Drácula, no premeditado, debo confesar. Aunque el mérito de la inmortalidad del vampiro más conocido de la Historia pertenezca en gran medida a Bela Lugosi, esta película también tuvo mucho éxito en su momento y hoy es considerada un clásico de culto. Ésa es la razón por la que me animé a verla.
La versión de Coppola de la celebérrima novela se inicia en el siglo XV, con Vlad Dracul el Empalador masacrando hordas de turcos. Como venganza, éstos hacen llegar a su amada esposa, Elisabeta, una carta en la que le comunican la muerte de Vlad. La mujer, presa de la desesperación, se suicida. Él, por su parte, al descubrirlo, renuncia a Dios y jura regresar de la muerte para vengarla. A continuación viajamos hasta 1897, momento en que Jonathan Harker es enviado a Rumanía para vender al misterioso Conde Drácula unas posesiones en Londres. Su prometida, Mina Murray, queda en compañía de su mejor amiga, la frívola Lucy Westenra. Se dedica a esperar a Jonathan, pero en su camino se topa un príncipe rumano que la fascina y consigue que se debata entre Jonathan y él mientras Lucy languidece de una extraña enfermedad derivada de la pérdida de sangre. Lo que Mina no sabe es que ella misma es la reencarnación de Elisabeta, y por tanto está destinada a enamorarse de Drácula.
La adaptación de la novela es, todo hay que decirlo, muy fiel. Se siguen paso a paso los acontecimientos que tienen lugar en las páginas y se respeta a todos los personajes principales (sólo se omite a algunos secundarios que ni pinchan ni cortan). Destacan, por supuesto, Abraham Van Helsing, Mina Murray y Jonathan Harker además del propio Conde Drácula. Lo único que no se ciñe a la novela son las escenas de sexo, que siendo explícitas no son fuertes, pero que son inventadas respecto a la historia de Bram Stoker, que siendo como es del siglo XIX se limita a pequeñas referencias como la descripción que hace Jonathan de los labios de las novias de Drácula.
Dejando aparte el tema del argumento, el apartado visual merece una revisión minuciosa. En mi opinión, Drácula de Bram Stoker posee un aspecto excesivamente barroco y pretendidamente efectista que aumenta el dramatismo de la historia. Sangre, niebla, penumbra y telarañas se combinan para crear una atmósfera vampírica y hasta clásica del mito de Drácula. No sé cómo será Transilvania realmente, pero creo que su turismo actual debe mucho a Drácula. En cualquier caso, el resultado es artificioso en extremo, y casi me he quedado con ganas de ver la obra de teatro que se representó en España de Drácula, que según tengo entendido era todo lo contrario en cuanto a ambientación.
Puntuación: 6
Director: Francis Ford Coppola
Intérpretes: Gary Oldman, Winona Ryder, Keanu Reeves, Anthony Hopkins
Año de estreno: 1992
Hay personajes que nunca mueren. Curioso juego de palabras para Drácula, no premeditado, debo confesar. Aunque el mérito de la inmortalidad del vampiro más conocido de la Historia pertenezca en gran medida a Bela Lugosi, esta película también tuvo mucho éxito en su momento y hoy es considerada un clásico de culto. Ésa es la razón por la que me animé a verla.
La versión de Coppola de la celebérrima novela se inicia en el siglo XV, con Vlad Dracul el Empalador masacrando hordas de turcos. Como venganza, éstos hacen llegar a su amada esposa, Elisabeta, una carta en la que le comunican la muerte de Vlad. La mujer, presa de la desesperación, se suicida. Él, por su parte, al descubrirlo, renuncia a Dios y jura regresar de la muerte para vengarla. A continuación viajamos hasta 1897, momento en que Jonathan Harker es enviado a Rumanía para vender al misterioso Conde Drácula unas posesiones en Londres. Su prometida, Mina Murray, queda en compañía de su mejor amiga, la frívola Lucy Westenra. Se dedica a esperar a Jonathan, pero en su camino se topa un príncipe rumano que la fascina y consigue que se debata entre Jonathan y él mientras Lucy languidece de una extraña enfermedad derivada de la pérdida de sangre. Lo que Mina no sabe es que ella misma es la reencarnación de Elisabeta, y por tanto está destinada a enamorarse de Drácula.
La adaptación de la novela es, todo hay que decirlo, muy fiel. Se siguen paso a paso los acontecimientos que tienen lugar en las páginas y se respeta a todos los personajes principales (sólo se omite a algunos secundarios que ni pinchan ni cortan). Destacan, por supuesto, Abraham Van Helsing, Mina Murray y Jonathan Harker además del propio Conde Drácula. Lo único que no se ciñe a la novela son las escenas de sexo, que siendo explícitas no son fuertes, pero que son inventadas respecto a la historia de Bram Stoker, que siendo como es del siglo XIX se limita a pequeñas referencias como la descripción que hace Jonathan de los labios de las novias de Drácula.
Dejando aparte el tema del argumento, el apartado visual merece una revisión minuciosa. En mi opinión, Drácula de Bram Stoker posee un aspecto excesivamente barroco y pretendidamente efectista que aumenta el dramatismo de la historia. Sangre, niebla, penumbra y telarañas se combinan para crear una atmósfera vampírica y hasta clásica del mito de Drácula. No sé cómo será Transilvania realmente, pero creo que su turismo actual debe mucho a Drácula. En cualquier caso, el resultado es artificioso en extremo, y casi me he quedado con ganas de ver la obra de teatro que se representó en España de Drácula, que según tengo entendido era todo lo contrario en cuanto a ambientación.
Puntuación: 6