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Director: Guy Ritchie
Intérpretes: Robert Downey Jr., Jude Law, Rachel McAdams, Mark Strong
Año de estreno: 2009
Todos sabemos que hay personajes que jamás pierden su encanto, y que Sherlock Holmes es uno de ellos. El detective de Baker Street ha gozado de una enorme popularidad desde que saliera de la pluma de Sir Arthur Conan Doyle en 1887. Sin embargo, en los últimos años esa popularidad se ha acrecentado gracias a los lavados de cara de series como Sherlock o Elementary, aunque me atrevería a decir que fue Guy Ritchie quien inició la corriente al entregar el testigo del famoso detective a un actor tan carismático como Robert Downey Jr.
Sherlock Holmes y su inseparable amigo el doctor John Watson colaboran con Scotland Yard en la detención de Lord Blackwood, un noble acusado de asesinar a cinco jóvenes en sendos rituales de magia negra. Ambos se muestran escépticos respecto a la existencia de la magia incluso después de que, una vez ejecutado, Lord Blackwood siga vivo y dispuesto a hacerse con el control de una poderosa Sociedad Secreta y utilice la magia para atemorizar a sus seguidores. Pero ése no es el único problema de Sherlock: no logra asumir el hecho de que Watson vaya a casarse, y además se reencuentra con Irene Adler, una ladrona que aprovecha la atracción que ejerce sobre él para informar sobre sus movimientos a un enigmático patrón.
Debo reconocer que Sherlock nunca me había atraído especialmente, pero la extensa fanbase no ya del detective sino de sus últimas adaptaciones televisivas (sobre todo Sherlock) han logrado que me interese, y decidí empezar por esta película. La renovación a la que somete Ritchie a los dos personajes resulta como mínimo, curiosa: el director prescinde de algunos de los elementos más carismáticos del dúo, como la gorra de cazador o aquella expresión de "Elemental, querido Watson" para centrarse en la personalidad caótica del detective, sus hábitos erráticos o su dependencia de Watson (por así llamar a la extraña pero divertida relación con su amigo), además de su afición por el boxeo o lo que Ritchie llama la "Holmes-visión", su manera de analizar los golpes que va a propinar en un combate. El doctor Watson sufre idéntica transformación, y no sólo por estar encarnado por el atractivo Jude Law, que aporta al personaje un sex-appeal inédito, sino por el activo papel que toma en la investigación, en vez de limitarse a ser un cronista de las pesquisas de Holmes.
Sherlock Holmes tiene una interesante estética decimonónica no exenta del sello de su director, goza de su característico sentido del humor y un atractivo ritmo de la acción, todo esto aderezado por una fantástica banda sonora obra de un genio como Hans Zimmer. Con semejante resultado, no es raro que dos años después se estrenara una secuela. Pero eso ya es otra historia.
Puntuación: 8
Yo, si te soy sincera, me quedé dormida un trocito de la película (en casa, no en el cine). No me había pasado nunca! No me enganchó, y mira que me gusta Sherlock Holmes desde que era pequeña... Besitos!
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