Título: Ágora
Director: Alejandro Amenábar
Intérpretes: Rachel Weisz, Oscar Isaac, Max Minghella, Rupert Evans
Año de estreno: 2009
Después de dos semanas en cartel, al fin he tenido la oportunidad de ver una de las películas que más expectación me han provocado. Aunque no soy ninguna especialista en la filmografía del director, del que sólo he visto Los otros, la ambientación histórica y la promesa de un peliculón español, para variar, me atraían inevitablemente.
Ágora se desarrolla en el siglo IV d. C., en Alejandría, donde la astrónoma Hipatia vive con los ojos puestos en el cielo, estudiando el movimiento de los astros y transmitiendo su saber, ajena a los acontecimientos político-religiosos que sacuden su ciudad, enfrentando a paganos, judíos y cristianos, y a temas más mundanos, como los sentimientos que despierta en dos hombres muy cercanos a ella: su alumno Orestes y su esclavo Davo.
Más de dos horas de duración le lleva a Amenábar narrar una trama tan épica como histórica: con el telón de fondo del desmoronamiento del Imperio Romano, Hipatia aparece como una simple excusa de la que se vale para desarrollar el tema clave: el fanatismo religioso en todas sus vertientes. Ese fanatismo no entra en contacto directo con la protagonista hasta el final de la película, creando algo así como dos líneas de narración muy diferenciadas: por un lado vemos la extrema violencia en las calles de Alejandría y por el otro, a la astrónoma refugiada en la búsqueda del saber, su verdadera pasión. El choque que se espera es, obviamente, brutal.
El punto fuerte de Ágora es, en mi opinión, la ambientación. Alejandría y su legendaria biblioteca aparecen reconstruidas de un modo creíble e imponente, cargadas de verosimilitud. Esta fidelidad histórica se traslada también a la caracterización de los personajes de acuerdo a la época y a los credos que profesan: la multiculturalidad se refleja en los ricos atuendos de los judíos, en las togas de los magistrados del Imperio y en las toscas túnicas de los monjes parabolanos.
Otro aspecto que me ha gustado mucho es la música, inspirada en las pocas melodías que se conservan anteriores a la Edad Media. En pantalla vemos incluso un aulós, un instrumento de origen griego que Orestes toca. La banda sonora puede, sin embargo, sonar muy parecida a la de otras películas ambientadas en la Antigüedad, como Gladiator. Se percibe la similitud de fuentes.
Ágora es, en resumen, una película excelente, muy interesante y de una gran calidad. Con directores como Amenábar, el cine español da gusto.
Puntuación: 7
Ágora se desarrolla en el siglo IV d. C., en Alejandría, donde la astrónoma Hipatia vive con los ojos puestos en el cielo, estudiando el movimiento de los astros y transmitiendo su saber, ajena a los acontecimientos político-religiosos que sacuden su ciudad, enfrentando a paganos, judíos y cristianos, y a temas más mundanos, como los sentimientos que despierta en dos hombres muy cercanos a ella: su alumno Orestes y su esclavo Davo.
Más de dos horas de duración le lleva a Amenábar narrar una trama tan épica como histórica: con el telón de fondo del desmoronamiento del Imperio Romano, Hipatia aparece como una simple excusa de la que se vale para desarrollar el tema clave: el fanatismo religioso en todas sus vertientes. Ese fanatismo no entra en contacto directo con la protagonista hasta el final de la película, creando algo así como dos líneas de narración muy diferenciadas: por un lado vemos la extrema violencia en las calles de Alejandría y por el otro, a la astrónoma refugiada en la búsqueda del saber, su verdadera pasión. El choque que se espera es, obviamente, brutal.
El punto fuerte de Ágora es, en mi opinión, la ambientación. Alejandría y su legendaria biblioteca aparecen reconstruidas de un modo creíble e imponente, cargadas de verosimilitud. Esta fidelidad histórica se traslada también a la caracterización de los personajes de acuerdo a la época y a los credos que profesan: la multiculturalidad se refleja en los ricos atuendos de los judíos, en las togas de los magistrados del Imperio y en las toscas túnicas de los monjes parabolanos.
Otro aspecto que me ha gustado mucho es la música, inspirada en las pocas melodías que se conservan anteriores a la Edad Media. En pantalla vemos incluso un aulós, un instrumento de origen griego que Orestes toca. La banda sonora puede, sin embargo, sonar muy parecida a la de otras películas ambientadas en la Antigüedad, como Gladiator. Se percibe la similitud de fuentes.
Ágora es, en resumen, una película excelente, muy interesante y de una gran calidad. Con directores como Amenábar, el cine español da gusto.
Puntuación: 7
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