Título: Rebeca
Autor: Daphne Du Maurier
Editorial: DeBolsillo
Año de publicación: 1938
Detrás de muchas grandes películas hay grandes libros. No son pocas las ocasiones en que recorremos el camino entre literatura y cine en el sentido inverso: vemos una película fascinante, descubrimos que está basada en un libro y nos lo leemos. En muchos casos, el resultado puede llegar a resultar tan decepcionante como cuando vemos una adaptación en cine de nuestra novela predilecta, normalmente debido a nuestras expectativas. Con Rebeca, esto no sucede.
Recapitulemos un poco hasta la celebérrima película que adaptó esta magnífica novela tan sólo dos años después de que viera la luz: Rebeca, protagonizada por Joan Fontaine, Laurence Olivier y una inquietante Judith Anderson, fue el primer proyecto del director Alfred Hitchcock en Hollywood, contiene alguna de las secuencias más famosas de su filmografía y se cuenta entre sus títulos más conocidos. Su argumento se ciñe de manera extraordinariamente fiel a la fuente original: la protagonista es una joven, cuyo nombre jamás es mencionado, que ejerce de mujer de compañía para una señora acomodada. En Montecarlo conoce a Maxim De Winter, un aristócrata británico de unos cuarenta años, conocido por su espléndida mansión, llamada Manderley. La chica y Maxim se enamoran y se casan, y si bien ella sabe de antemano que él es viudo, no es hasta el momento en que llega a Manderley cuando descubre la importancia que llegó a tener su anterior esposa, una mujer llamada Rebeca, que parecía tener todas las virtudes y ningún defecto. La presencia de la fallecida Rebeca se hace aplastante a medida que la joven esposa trata, en vano, de adaptarse a su nueva vida, sentimiento propiciado por el ama de llaves de Manderley, la siniestra señora Danvers que profesa una enfermiza devoción por Rebeca.
Siempre he dicho que las dos novelas que mejor he visto adaptadas al cine son Charlie y la fábrica de chocolate y Fahrenheit 451. A éstas se añade, sin duda, Rebeca, y es que, habiendo visto la película de Hitchcock, las similitudes surgen en todo momento. La trama está adaptada al detalle, sin perder ni una línea, y la tensión que transmiten las páginas de Du Maurier se reproduce, cómo no, con maestría en el celuloide de Hitchcock. Por otra parte, la novela transmite mucho más: Rebeca es una historia plagada de aromas y colores: al estar rodeado Manderley de jardines, la protagonista relata qué flores brotan en cada momento del año, sus colores y los olores que le proporcionan, además de otras sensaciones de gran viveza como la textura de la comida o la cercanía del mar. Se trata de una novela jugosa, que no deja de despertar sensaciones en el lector ni un solo momento.
Puntuación: 10
Autor: Daphne Du Maurier
Editorial: DeBolsillo
Año de publicación: 1938
Detrás de muchas grandes películas hay grandes libros. No son pocas las ocasiones en que recorremos el camino entre literatura y cine en el sentido inverso: vemos una película fascinante, descubrimos que está basada en un libro y nos lo leemos. En muchos casos, el resultado puede llegar a resultar tan decepcionante como cuando vemos una adaptación en cine de nuestra novela predilecta, normalmente debido a nuestras expectativas. Con Rebeca, esto no sucede.
Recapitulemos un poco hasta la celebérrima película que adaptó esta magnífica novela tan sólo dos años después de que viera la luz: Rebeca, protagonizada por Joan Fontaine, Laurence Olivier y una inquietante Judith Anderson, fue el primer proyecto del director Alfred Hitchcock en Hollywood, contiene alguna de las secuencias más famosas de su filmografía y se cuenta entre sus títulos más conocidos. Su argumento se ciñe de manera extraordinariamente fiel a la fuente original: la protagonista es una joven, cuyo nombre jamás es mencionado, que ejerce de mujer de compañía para una señora acomodada. En Montecarlo conoce a Maxim De Winter, un aristócrata británico de unos cuarenta años, conocido por su espléndida mansión, llamada Manderley. La chica y Maxim se enamoran y se casan, y si bien ella sabe de antemano que él es viudo, no es hasta el momento en que llega a Manderley cuando descubre la importancia que llegó a tener su anterior esposa, una mujer llamada Rebeca, que parecía tener todas las virtudes y ningún defecto. La presencia de la fallecida Rebeca se hace aplastante a medida que la joven esposa trata, en vano, de adaptarse a su nueva vida, sentimiento propiciado por el ama de llaves de Manderley, la siniestra señora Danvers que profesa una enfermiza devoción por Rebeca.
Siempre he dicho que las dos novelas que mejor he visto adaptadas al cine son Charlie y la fábrica de chocolate y Fahrenheit 451. A éstas se añade, sin duda, Rebeca, y es que, habiendo visto la película de Hitchcock, las similitudes surgen en todo momento. La trama está adaptada al detalle, sin perder ni una línea, y la tensión que transmiten las páginas de Du Maurier se reproduce, cómo no, con maestría en el celuloide de Hitchcock. Por otra parte, la novela transmite mucho más: Rebeca es una historia plagada de aromas y colores: al estar rodeado Manderley de jardines, la protagonista relata qué flores brotan en cada momento del año, sus colores y los olores que le proporcionan, además de otras sensaciones de gran viveza como la textura de la comida o la cercanía del mar. Se trata de una novela jugosa, que no deja de despertar sensaciones en el lector ni un solo momento.
Puntuación: 10
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