lunes, 17 de mayo de 2010

Revisión: El crepúsculo de los dioses


Título: El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard)
Director: Billy Wilder
Intérpretes: Gloria Swanson, William Holden, Erich von Stroheim, Nancy Olson
Año de estreno: 1950

Puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que El crepúsculo de los dioses es una de las mejores películas que Hollywood ha dado a luz. Es tan buena que ni siquiera me dedico a echar fuego por la boca por el hecho de que no se tradujese literalmente el título, algo que normalmente me enerva (aunque, debo reconocer que el los años 40 y 50, las traducciones eran bastante más random que ahora, si cabe. En comparación con otras, El crepúsculo de los dioses salió bien parada). Contiene una de mis frases predilectas dentro de la Historia del Cine ("I am big. It's the pictures that got small!") y es, en su conjunto, la más demoledora crítica a Hollywood que ha nacido en el seno de la propia Meca del Cine.

La narración se inicia con un cadáver en una piscina, que comienza a contar su propia historia: él es Joe Gillis, un guionista fracasado que, huyendo de quienes deben embargar su coche, se oculta en una mansión en Sunset Boulevard, una famosa calle de California. Ésta pertenece a Norma Desmond, una auténtica celebridad del cine mudo ya olvidada que vive atrapada en el ensueño de su propia grandeza, convencida de que las masas aún lloran su retirada. La casa, una suerte de castillo plagada de toda clase de extravagantes lujos, es asistida fielmente por el silencioso mayordomo, Max. Cuando Norma se entera de que Joe es guionista, le ofrece que corrija el guión que ella misma ha escrito durante años, Salomé, con el que planea realizar un grandioso retorno a la pantalla grande, que es el motor de su vida. Joe se traslada a la mansión y, casi sin darse cuenta, se convierte en el gigoló de la decadente diva, algo que detesta pero a lo que no renuncia debido a una mezcla de comodidad y compasión. Paralelamente, comienza a trabajar en un guión con una joven llamada Betty Schaefer, y cuando se enamora de ella se percata de que su situación es insostenible.

El crepúsculo de los dioses contiene una historia fascinante de principio a fin de sus dos horas de duración, historia poderosamente aderezada por la inmensa presencia de Norma Desmond, un personaje fascinante a la par que repulsivo, encarnado en el impresionante carisma de Gloria Swanson, que no hacía sino interpretarse a sí misma, pues ella fue una actriz muy famosa durante la época del cine mudo, que con la llegada del sonoro cayó en el olvido. Tuvo el valor de interpretar un papel tan ingrato para su generación que revitalizó su carrera, haciéndose inmortal. Pero además de su presencia, El crepúsculo de los dioses cuenta con numerosos detalles reales que relacionan la trama con Hollywood, como la visita de Norma al director Cecil B. DeMille (director con el que Gloria Swanson rodó numerosas películas en su época muda) a los Estudios Paramount, los cameos de la columnista del corazón Hedda Kopper y de otros actores de la etapa muda, como Buster Keaton, Anna Q. Nilsson y H. B. Warner y referencias a películas, secuencias y actores.

La estética de la película, en su cuidadísimo blanco y negro, es propia del mejor cine negro, y propicia en todas sus escenas el misterio que conduce al vertiginoso final. La puesta en escena se cuida hasta el último detalle, especialmente los interiores de la mansión de Norma, escenario en el que tienen lugar la mayoría de las escenas, recargados de una manera tan exagerada que, en contraste con las escenas que transcurren en el exterior, obtenemos una visión perfecta de cómo Norma ha construido a su alrededor su pequeño mundo en el que ella es la protagonista absoluta.

En general, El crepúsculo de los dioses es una película obligada para todo cinéfilo y/o amante del buen cine negro, o sencillamente para quienes sepan apreciar una buena interpretación.

Puntuación: 10

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