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Título: Lo que el viento se llevó (Gone with the wind)
Director: Victor Fleming
Intérpretes: Vivien Leigh, Clark Gable, Olivia de Havilland, Leslie Howard
Año de estreno: 1939
Epic movie is epic. Así me quedé cuando terminé de ver las cuatro horas de duración (bueno, en rigos son tres horas y cuarenta y cuatro minutos, con un intermedio de quince minutos; cuatro horas, vaya) de la película entre películas, en dos sentadas, eso sí. Lo que el viento se llevó era una de mis grandes asignaturas pendientes como cinéfila y ahora sólo me queda leerme la novela de 1936 en que se basa este monumental relato de amor, amistad, odio y guerra.
Scarlett O'Hara (más conocida como Escarlata en nuestro país debido a la españolización de los nombres que sufrió al ser doblada) es una joven caprichosa y mimada que vive en el rancho de Tara con sus padres y sus hermanas, en el estado de Georgia. Durante una fiesta en el vecino rancho de los Doce Robles, propiedad de la familia Wilkes, Scarlett se entera de que los estados de norte y los del sur están a punto de enzarzarse en una guerra y de que Ashley Wilkes, el hombre al que ama, va a contraer matrimonio con Melanie Hamilton, su prima, como es tradición en la familia. Despechada, Scarlett se casa con el hermano de Melanie, Charles, que no tarda en fallecer en el frente. La fiesta en el rancho de los Wilkes también le sirve para conocer a Rhett Butler, un cínico y misterioso amigo de Ashley que desde el primer instante en que posa sus ojos sobre Scarlett se enamora desesperadamente de ella, razón por la que la ayudará a lo largo de distintos momentos de su vida hasta alzarse con su objetivo.
Por supuesto, esta descripción de la trama es muy vaga, pero resulta complicado narrar al mismo tiempo el devenir de los acontecimientos por los que pasan los personajes, ya que desde el principio, situado en 1861, hasta el final, pasan muchos años (aunque irónicamente ningún personaje muestre síntomas de envejecimiento) y los intensos sentimientos que desarrollan entre sí los protagonistas y los secundarios. El resultado es una historia épica sobre el fin de una era y la decadencia de un estilo de vida, centrándose en dos antihéroes tan enfrentados como unidos: los icónicos Scarlett O'Hara y Rhett Butler, que llenan la pantalla con la poderosa presencia que imprimen en sus personajes. Se hallan, sin embargo, escoltados con numerosos secundarios que aportan a la pareja protagonista un interesante contraste, como Ashley Wilkes, un caballero que se aferra a sus valores morales mientras lucha contra los contra sus sentimientos hacia Scarlett o Melanie Hamilton Wilkes, cuya imperecedera bondad contrasta en todo momento con el egoísmo de la protagonista.
Lo que el viento se llevó es, como ya he dicho, la encarnación del drama épico. Peca de algunos defectos propios del cine de la época, como la excesiva musicalización (no hay ni un solo minuto de la trama en que no suene música de fondo) y es demasiado larga, por lo que verla en dos partes (el entreacto de quince minutos facilita esta opción) es la mejor idea. Si le hallo algún defecto es que la narración es más lineal en la primera parte; la segunda da la impresión de apretar el acelerador y hay un momento, la parte entera donde aparece Bonnie, que parecen narrarse momentos aislados, a saltos: Bonnie recién nacida, Bonnie con tres años, Bonnie con seis años, sin nada en medio. Imagino que a esas alturas la película empezaba a resultar demasiado larga y los productores metían prisa.
Pese a todo, Lo que el viento se llevó es una película eterna, que ha envejecido con increíble dignidad y que aún puede hacernos estremecer al oír el leitmotiv de su banda sonora o esas frases que han pasado a la posteridad como "Francamente, querida, eso no me importa", "Mañana será otro día" o, sobre todo, "¡A Dios pongo por testigo que nunca volveré a pasar hambre!".
Puntuación: 9
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