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Autor: Charlotte Brontë
Año de publicación: 1847
Editorial: Alianza Editorial
Los clásicos nunca mueren, y su revisión siempre resulta provechosa. Eso debe ser lo que ha motivado la más reciente adaptación cinematográfica de la novela Jane Eyre, estrenada hace una semana en España. Como tenía ganas de verla, decidí ponerme manos a la obra para llegar a apreciarla por completo, y como hice en su momento con Orgullo y prejuicio, he leído la novela en la que se basa, uno de los grandes hitos de la novela decimonónica, que participa y engrandece de uno de los géneros predilectos de las novelas de su siglo, es decir, el de las huerfanitas que superan toda clase de vejaciones para terminar triunfando sobre sus enemigos y hallando el amor de manos de un ricachón. Pero como decía, Jane Eyre va más allá.
Nuestra protagonista es, efectivamente, huérfana, dejada al cuidado de unos familiares políticos que no sienten por ella el menor afecto. Tras ser enviada a un internado en el que permanece hasta los dieciocho años, Jane pone un anuncio para convertirse en institutriz, anuncio que recibe como respuesta una invitación para ejercer en la finca de Thornfield Hall, donde queda al cargo de la joven la educación de Adèle, la protegida del dueño de esas tierras, el señor Rochester. Entre Jane y el señor Rochester se desarrolla un amor que desafía todas las convenciones sociales y al que se une el truculento secreto que oculta Thornfield Hall.
Podría decirse, y está muy de moda decirlo, que el apasionado argumento de Jane Eyre ha envejecido mal. Los tiempos cambian, los usos evolucionan y el drama subsiguiente a los trágicos acontecimientos que tienen lugar en Thornfield Hall deben verse a través del cristal de lo que yo llamo la mirada histórica, tratando de ponernos en el lugar de la época. La narración se caracteriza por un estilo muy claro y ameno, con un desarrollo de los acontecimientos que logra enganchar al lector y unos sentimientos que la novela transmite de manera muy clara gracias a la primera persona empleada para relatar los hechos. La comparación con la única novela de Emily Brontë, Cumbres borrascosas, publicada ese mismo año, resulta inevitable, y aunque sí es cierto que Jane Eyre me ha gustado bastante más, la intensidad de ésta palidece ante la de Cumbres borrascosas, actualmente considerada superior por los estudiosos de las obras de las Brontë, si bien Jane Eyre es más popular.
Puntuación: 9
Yo la leí durante la carrera, y también me gustó más que Cumbre Borrascosas. Y aunque mi debilidad es Jane Austen, debo reconocer que la historia de esta huérfana consiguió conmoverme e intrigarme a partes iguales. Una gran reseña, bss!
ResponderEliminar¡Muchas gracias! La verdad es que Jane Eyre se ha convertido en uno de mis libros favoritos, sobre todo gracias al señor Rochester... al que no puedo imaginarme con otro rostro que no sea el de Michael Fassbender (al que amo con todas mis fuerzas) XD
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