Título: Gilda
Director: Charles Vidor
Intérpretes: Rita Hayworth, Glenn Ford, George Macready, Joseph Calleia
Año de estreno: 1946
Se publicitó con la frase "There never was a woman like Gilda" ("Nunca hubo una mujer como Gilda"), y probablemente es cierto. Es uno de esos personajes que ha marcado un antes y un después en la historia del cine; lo cual es un honor bastante restringido cuando se trata de personajes femeninos, en mi opinión. Tal vez únicamente Escarlata O' Hara pueda contarse junta a Gilda como una de ellas, aunque probablemente más de uno añadiría a La chica de La tentación vive arriba y a Holly Golightly. Bueno, para gustos están los colores.
Para variar, el personaje titular no es el narrador de la historia, aunque sí es cierto que en ella recae buena parte del desarrollo dramático de la historia. Ésta se inicia con un norteamericano en Buenos Aires, un pobre diablo llamado Johnny Farrell, que consigue un puesto de trabajo en el casino ilegal del inquietante Ballin Mundson. Éste le prohíbe que mantenga relaciones con mujeres, lo cual no supone un problema para Johnny, que las detesta. No obstante, la cosa cambia cuando Ballin regresa de un viaje casado. La afortunada es una hermosa mujer de espíritu libre llamada Gilda. A medida que se van desarrollando los acontecimientos, descubrimos que Gilda y Johnny se conocieron en el pasado y que ella fue la causa de que él odie al género femenino.
Gilda cuenta con muchas cosas legendarias aparte de la guapísima Rita Hayworth ejerciendo ese papel de femme fatale que se considera libre por encima de todas las cosas ("Si yo fuera un rancho, me llamaría "Tierra de nadie"), y no me refiero únicamente al citadísimo striptease con el guante mientras canta Put the blame on mame. La tormentosa relación entre ella y Johnny, que aseguran odiarse aunque no sean capaces de vivir el uno sin el otro, es una de las más apasionadas que he visto en el cine clásico. Apasionada por la intensidad de bofetadas (también legendarias), besos, gritos y seducción. Posee una fuerza que a veces aparece mitigada en el cine clásico, además de unas referencias a la sexualidad poco corrientes en aquella época.
Una película que recomiendo incluso a quienes no les gusta el cine clásico. Y es que nunca hubo una mujer como Gilda.
Puntuación: 9
Para variar, el personaje titular no es el narrador de la historia, aunque sí es cierto que en ella recae buena parte del desarrollo dramático de la historia. Ésta se inicia con un norteamericano en Buenos Aires, un pobre diablo llamado Johnny Farrell, que consigue un puesto de trabajo en el casino ilegal del inquietante Ballin Mundson. Éste le prohíbe que mantenga relaciones con mujeres, lo cual no supone un problema para Johnny, que las detesta. No obstante, la cosa cambia cuando Ballin regresa de un viaje casado. La afortunada es una hermosa mujer de espíritu libre llamada Gilda. A medida que se van desarrollando los acontecimientos, descubrimos que Gilda y Johnny se conocieron en el pasado y que ella fue la causa de que él odie al género femenino.
Gilda cuenta con muchas cosas legendarias aparte de la guapísima Rita Hayworth ejerciendo ese papel de femme fatale que se considera libre por encima de todas las cosas ("Si yo fuera un rancho, me llamaría "Tierra de nadie"), y no me refiero únicamente al citadísimo striptease con el guante mientras canta Put the blame on mame. La tormentosa relación entre ella y Johnny, que aseguran odiarse aunque no sean capaces de vivir el uno sin el otro, es una de las más apasionadas que he visto en el cine clásico. Apasionada por la intensidad de bofetadas (también legendarias), besos, gritos y seducción. Posee una fuerza que a veces aparece mitigada en el cine clásico, además de unas referencias a la sexualidad poco corrientes en aquella época.
Una película que recomiendo incluso a quienes no les gusta el cine clásico. Y es que nunca hubo una mujer como Gilda.
Puntuación: 9
No hay comentarios:
Publicar un comentario