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Título: El padrino. Parte III (The Godfather Part III)
Director: Francis Ford Coppola
Intérpretes: Al Pacino, Talia Shire, Andy García, Eli Wallach
Año de estreno: 1990
Hace unos cuatro años realicé un viaje a Sicilia y conocí algunos de sus lugares más característicos: las ruinas de Taormina y Cefalú, la catedral de Monreale o la capital, la decadente Palermo. Ante el edificio de la Ópera de esta ciudad leí que fue en la misma donde se rodaron las últimas secuencias de El padrino. Parte III, y es en su escalinata donde tiene lugar uno de los momentos más conmovedores de toda la cinta. Al volver a casa vi El padrino y El padrino. Parte II, pero por razones que no vienen al caso dejé aparcada la trilogía hasta que ayer terminé de ver el desenlace de la trágica historia de la familia Corleone. Y sí, cuando vi la última escena, en la escalinata de la Ópera de Palermo, sentí un escalofrío.
Creo que difícilmente existirá alguien que no sepa de qué va esa historia de El padrino, pero como pesaría en mi conciencia no informar a los lectores los acontecimientos que explican la tercera entrega de la saga, allá voy: la trilogía de El padrino adapta la novela homónima de Mario Puzo y El siciliano, del mismo autor, y se centra en la familia siciliana Corleone, cuyo patriarca, don Vito Corleone, es un capo de la mafia en los Estados Unidos. Don Vito Corleone, alias "el padrino", tiene tres hijos y una hija: Santino ("Sonny"), Frederico ("Fredo"), Michael y Constanzia ("Connie"). A través de las dos primeras entregas conocemos la dura vida de don Vito desde su nacimiento en Sicilia hasta su muerte, pasando por su ascenso hasta convertirse en padrino del clan Corleone. Michael, el tercero de sus hijos, es un joven héroe de guerra que no quiere saber nada del "negocio familiar", pero acaba viéndose a la cabeza del mismo tras la muerte de su padre. Su situación como padrino le arrastra al fondo de un infierno del que no pierde la esperanza de salir.
El padrino. Parte III nos presenta a un Michael Corleone de unos sesenta años que lucha por legalizar sus acciones y eliminar todo rastro delictivo de sus negocios familiares. Abrumado por la culpa y los remordimientos de su pasado, Michael se apoya en su sobrino Vincenzo, un atractivo joven con grandes dotes de liderazgo y una sangre fría de la que carecía su padre, Sonny. Vincenzo es el apoyo más importante de Michael a medida que éste trata de utilizar sus contactos con el Vaticano para legalizar sus negocios y eliminar cualquier vínculo con la mafia, pero las numerosas traiciones que sufre (incluida la de su propia hija, que se enamora de Vincenzo, su primo carnal) le conducen a un callejón sin salida.
A diferencia de sus predecesoras, El padrino. Parte III no fue unánimemente aclamada por la crítica, y aún hoy hay muchos fans de la saga que reniegan de esta tercera entrega. En mi opinión es una película excelente, que respeta por completo el espíritu de El padrino y El padrino. Parte II a pesar de haberse estrenado cerca de veinte años después de ésta última (con numerosos enfrentamientos entre Coppola y la productora); sin duda es el guión redactado a medias por Francis Ford Coppola y Mario Puzo lo que proporciona cohesión a la trama, mucha más de la que pueden tener otras sagas que he visto; el desarrollo trágico resulta magistral y el concepto global de la trilogía resulta fascinante. Visualmente respeta también la cercanía con las entregas anteriores, y proporciona una imagen muy acorde con el espíritu de la novela de Sicilia, donde se desarrolla buena parte de la trama. Finalmente, El padrino. Parte III cuenta con una fascinante banda sonora que reutiliza las melodías leitmotiv de El padrino (esa inolvidable Speak softly love) y El padrino. Parte II para llenar los momentos más dramáticos con sus inconfundibles notas.
Gran parte de la grandeza (no se me ocurre otra manera de definirlo) de El padrino. Parte III (dato curioso número 1: Coppola y Puzo querían llamar a la película The death of Michael Corleone, pero Paramount se opuso, imagino que para que la película no se desvinculara de la marca El padrino) radica en las actuaciones: Al Pacino y Diane Keaton se reencuentran por tercera vez como Michael Corleone y Kay Adams, y demuestran que son tan buenos actores que pueden lograr que sus personajes tengan una increíble química en pantalla. Andy Garcia, con ese aire frío y despiadado bajo sus rasgos redondeados, da lugar a un muy carismático Vincenzo Corleone. Aunque falta Robert Duvall dando vida a Tom Hagen, uno de mis personajes predilectos de la saga, me gusta destacar a una Sofia Coppola de diecinueve años como Mary Corleone, una actuación denostada por la crítica (dato curioso número 2: no sólo ganó dos razzies, sino que obtuvo el dudoso honor de sentar un nuevo récord en el porcentaje de votos necesarios para obtener dichos "galardones") pero que a mí me atrapó a pesar del horroroso doblaje que le colocaron a la pobre. El personaje, frágil pero necesario, fue rechazado por Winona Ryder para rodar Eduardo Manostijeras, y la pequeña de los Coppola es quien se encarga de representar a la buena de Mary; una caracterización muy acertada la convierte en una italiana muy racial (no debemos olvidar que los Coppola son italo-americanos).
En definitiva, para mí El padrino. Parte III es una magnífica clausura de una saga brillante de principio a fin, y no debería obviarse, como suele suceder, cuando se habla de las dos primeras entregas en las innumerables listas de las mejores películas de todos los tiempos, porque sin El padrino. Parte III, la historia de los Corleone es una historia incompleta.
Puntuación: 9
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