domingo, 20 de septiembre de 2009

Malditos Bastardos


Título: Malditos Bastardos (Inglorious Basterds)
Director: Quentin Tarantino
Intérpretes: Brad Pitt, Christoph Waltz, Mélanie Laurent, Diane Kruger
Año de estreno: 2009

Érase una vez un ambicioso director de cine con un pasado como acomodador y encargado de videoclub que le había reportado una importante cultura cinéfila. Irrumpió en la escena de manera colosal gracias a dos películas rompedoras: Reservoir dogs y Pulp Fiction, que no tardaron en transformarse en referentes de culto. Su tercera película, Jackie Brown, de factura más clásica, no levantó tantas pasiones pese a estar magníficamente realizada. Se hizo esperar varios años antes de estrenar su esperado cuarto largometraje, Kill Bill, que vio la luz en forma de dos entregas, pues su enorme duración invalidaba que fuese editada como una sola película. Tres años más tarde regresaba a escena de la mano de su amigo Robert Rodriguez realizando una de las dos películas de Grindhouse, que homenajeaba los programas dobles de películas de serie B en Estados Unidos: Death Proof. La caída de la calidad respecto a sus obras anteriores con esta última generó una gran expectación cuando comenzaron a propagarse por Internet las noticias de la que sería su sexta película: Malditos Bastardos.

La diferencia más notable entre este último filme y los anteriores no es otra que la ambientación: mientras que las películas anteriores eran un canto a la cultura popular de los años 90 o, como muy pronto, 80, Malditos Bastardos se desarrolla entre 1941 y 1944. El escenario se traslada, pues, a la Francia ocupada por los nazis. En medio del horror desarrollado por Hitler y su Holocausto, un grupo de militares norteamericanos que se hacen llamar los "Bastardos" desembarca en Europa con el único propósito de aniquilar tantos nazis como les sea posible. Su tarea les conduce hasta el estreno de la última película producida por Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Partido Nacionalsocialista: El orgullo de la nación. Dicho evento tiene lugar en un cine propiedad de una joven judía llamada Shosanna Dreyfus que se oculta bajo una falsa identidad y que, al verse forzada a alojar en su local dicho estreno, decide aprovechar la ocasión para vengarse de los nazis que ocuparon su país y asesinaron a su familia.

Para criticar la película, me gustaría aclarar que haré reflexiones comparando Malditos Bastardos con la filmografía anterior de Tarantino, hablando en general. No obstante, sólo he visto Pulp Fiction y Kill Bill; pido perdón por adelantado si hago juicios generalizados que no se corresponden a sus otras películas.

Malditos Bastardos carece de innovaciones importantes, y se aleja del llamado estilo Tarantino para mostras una clara influencia del cine clásico, tanto argumental como estéticamente, aunque posee una serie de toques que comentaré en los que el director le confiere su característico toque. El argumento, algo fantástico (pues carece de toda credibilidad histórica), no está narrado mediante los conocidísimos (y quizá demasiado utilizados por otros cineastas) saltos temporales que hicieron famosa a Pulp Fiction, sino de manera lineal, pero entrelazando las distintas historias, protagonizadas por los Bastardos y Shosanna, respectivamente. Se presenta con el estereotipo de buenos contra malos, aunque Tarantino da su toque número uno en la aparición de antihéroes: los Bastardos demuestran una crueldad que consigue que el público se ponga de su parte, y es que si se inflinge el mismo daño a los "malos", no nos parece tan mal.

En cuanto a su aspecto estético, la ambientación está muy cuidada en todos sus detalles, por lo que Tarantino se ve obligado a prescindir a sus adoradas referencias a la cultura popular, que sin embargo se ven sustituidas por numerosos guiños al cine clásico, desde los numerosos carteles que decoran el cine de Shosanna hasta la presencia de Emil Jannings en el estreno de El orgullo de la nación, así como la ésta, cuyas escenas traen a la memoria tanto los largometrajes propagandísticos de Leni Riefenstahl como el cine soviético de Sergei Eisenstein.

Al hablar de los actores, es difícil elegir uno por quien comenzar, pues no hay un protagonista claro. Son muchos los personajes que aparecen, entre norteamericanos, ingleses, franceses y alemanes. Los y las fans de Brad Pitt se van a llevar un chasco en ese aspecto. De hecho, me atrevería a comenzar por Christoph Waltz, que encarna a Hans Landa, alias "Cazajudíos", un nazi de apariencia poco imponente y tan afable que da mal rollo. Como resulta natural, todos los actores realizan un trabajo excelente; resulta imposible decantarse por ninguno. Pitt vuelve a demostrar que es un actorazo como la copa de un pino, Mélanie Laurent y Diane Kruger dan más de una sorpresa en sus papeles además de estar guapísimas y algunos de los incondicionales de Tarantino realizan pequeños papeles, algunos tan pequeños que sólo se oyen sus voces (Harvey Keitel y Samuel L. Jackson).

Quizá alguien extrañe que aún no haya hecho referencia alguna a una de las características más notables en el cine de Tarantino: la violencia. Efectivamente, en Malditos Bastardos no falta: la propia trama la propicia. No obstante, en mi opinión Tarantino se ha sobrado un poco. Hay un ensañamiento excesivo en las muertes, y algunas de ellas son absolutamente innecesarias. Con esto no quiero decir que el resto fuesen necesarias, sino que no son del todo justificables: algunos personajes podrían salir vivos sin que eso afectase a la calidad de la cinta. Sabemos que Tarantino no pretende que aparezcan héroes. Sin embargo, en ese aspecto me ha resultado incluso desagradable.

Puntuación: 6

martes, 15 de septiembre de 2009

Iris


Título: Iris
Director: Richard Eyre
Intérpretes: Judi Dench, Jim Broadbent, Kate Winslet, Hugh Bonneville
Año de estreno: 2001

Apuro mi último mes de vacaciones ingiriendo cine y literatura a granel. Es una pena que un libro no pueda saborearse en tan sólo dos horas. ¡La vida es muy corta y hay demasiado por ver!

Hacía tiempo que sentía interés por esta película. Debo confesar que Titanic, que vi cuando tenía tan sólo once años, no sólo consiguió que me enamorase de Leonardo DiCaprio: también me presentó a una actriz pelirroja llamada Kate Winslet. Aunque no he visto demasiadas películas suyas, ésta es una de las que me interesaron en el momento de su estreno pero que no he tenido ocasión de ver hasta hoy.

Iris es un biopic muy especial, centrado en la figura de la novelista y filósofa Iris Murdoch y su relación con su esposo John Bayley, basándose en una obra de éste, Elegy for Iris. La película mezcla fragmentos de la pareja en su vejez, cuando Iris enferma de alzheimer con su posterior desarrollo, y escenas de la juventud de ambos, cuando se conocieron.

Esta película se caracteriza por un ritmo pausado que resulta lento en algunas secuencias. El director refleja así el estilo de vida de los dos ancianos, mientras la otrora brillante Iris se hunde lentamente en el sopor de la terrible enfermedad mental que conduce al olvido. Los flashbacks se intercalan como fogonazos, a veces se interrumpen para dar paso a otra escena del presente para finalizar después, dando verdadero aspecto de recuerdos que surgen de manera espontánea.

El punto fuerte es, cómo no, la interpretación. Judi Dench se encamina al Olimpo de mis actores preferidos (donde comenzó a estar un poco gracias a su sublime Elizabeth I de Shakespeare in love) con su impresionante interpretación de Iris en su declive: pasa de ser una mujer inteligente que es dolorosamente consciente de su grave enfermedad y sufre al ver cómo sus amadas palabras comienzan a perder todo sentido para ella, a convertirse en una anciana que apenas sabe valerse. Su actuación resulta francamente realista, al igual que la de Jim Broadbent como el anciano John Bayley, embargado de amor por Iris hasta el final, pero sufriendo al ver su estado y, a veces, perdiendo los nervios con ella, algo que sucede inevitablemente a todas las personas que tienen enfermos de alzheimer a su cargo. Kate Winslet y Hugh Bonneville dan vida a los mismos personajes en su juventud; su papel no pasa de anecdótico pero resulta entrañable.

Puntuación: 5

lunes, 14 de septiembre de 2009

El dr. T. y las mujeres


Título: El dr. T. y las mujeres (Dr. T. and the women)
Director: Robert Altman
Intérpretes: Richard Gere, Helen Hunt, Farrah Fawcett, Kate Hudson
Año de estreno: 2000

No es la primera vez que me pasa. No es la primera vez que en pocas horas veo seguidas dos películas absolutamente opuestas, una buena y otra mala. La primera vez, vi primero la cautivadora Descubriendo Nunca Jamás seguida de la decepcionante Match Point. Hoy el contraste ha sido muchísimo mayor: tras el peliculón que es Donnie Darko, me he tragado una película malísima: El dr. T. y las mujeres. Y además, ironías de la vida, ambas distribuidas en España por la misma empresa.

El doctor Travis, alias doctor T., es un eficiente ginecólogo a la par que un atractivo cuarentón que tiene una vida envidiable: una esposa maravillosa, dos hijas casaderas y una posición económica de lo más solvente. Y por si eso fuera poco, tiene un abrumador éxito con las mujeres. Sin embargo, su maravillosa existencia da un vuelco en pocos días: su mujer retrocede mentalmente a la infancia y debe ser ingresada, su hija mayor en espera de casarse se desvela lesbiana y se enamora de una mujer totalmente distinta a las que se pelean en su sala de espera para ser las primeras en ser atentidas por él.

Bueno, y entonces, ¿qué pasa? Ése es el problema: que en El dr. T. y las mujeres no pasa nada de nada. Sus dos horas de duración no son más que la sucesión de cosas que le pasan al abnegado ginecólogo encarnado por el guaperas de turno, en este caso entradito en años, rodeado por una larga lista de conocidas actrices que asumen los papeles de las mujeres más cercanas a él: su mujer, sus hijas, su cuñada, su amante... El argumento resulta tan sumamente vago que a los 54 minutos de película me percaté de que aún no sabía de qué trataba. Dentro de la sucesión lógica de introducción, nudo y desenlace, El dr. T. y las mujeres no parece salir de la introducción. El final resulta atropellado, ilógico e incluso estúpido.

Obviamente, esta película no es más que el vehículo de lucimiento personal de Richard Gere y una serie de actrices: Farrah Fawcett es la única que resulta creíble como la esposa que enloquece y vuelve a la infancia; Helen Hunt realiza la misma clase de papel que la hizo famosa en Mejor... imposible y ¿En qué piensan las mujeres?; Kate Hudson resulta patética tras ver su brillante papel en Casi famosos y de Liv Tyler prefiero no hablar. Hay muchos otros personajes femeninos, pero lo cierto es que el llamado bello sexo queda a la altura del betún en este largometraje, por más que el doctor T. se empeñe en ensalzarlo.

Pido encarecidamente a mis lectores que no vean esta película si no es bajo coacción. A mi juicio, se trata de un bodrio aburridísimo, además de uno de los argumentos peor desarrollados que he visto.

Puntuación: 1

Donnie Darko


Título: Donnie Darko
Director: Richard Kelly
Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Jena Malone, Mary McDonnell, Drew Barrymore
Año de estreno: 2001

Está demostrado que mi manera de llegar a las películas es a menudo de lo más curiosa. Todo comenzó mientras leía las críticas de una web que me divierte muchísimo, que es Cinecutre, cuando me topé con una película llamada S. Darko, secuela de la película de culto Donnie Darko y que, como sucede en el 99% de las secuelas, es un truño. No obstante, para poder captar de que iba la susodicha crítica, me leí el argumento de la conocida Donnie Darko, que no había visto, en ese templo de sabiduría llamado wikipedia. Me interesó y, por suerte, hacerse con ella no ha sido tan complicado.

Donnie Darko es, en una palabra, un peliculón. Una obra maestra con un argumento complejo como pocos, de desarrollo no trepidante ni lento sino con el ritmo justo para generar el interés del espectador y brillantemente apuntalado con personajes en los que se refleja tal y como es ese enorme país al otro lado del charco que el celuloide nos ha enseñado a admirar gracias a su idealizada imagen.

El argumento tiene como protagonista a un adolescente llamado Donald Darko (allias "Donnie") que vive con su familia en Middlesex, Virginia. Su vida podría parecer normal salvo por un pequeño detalle: Donnie padece esquizofrenia paranoide. La enfermedad y su medicación le hacen tener unas alucinaciones en las que aparece un conejo gigante llamado Frank, que en su primera aparición le salva la vida al atraerle al jardín de su casa en el instante en el que un motor de avión cae sobre su dormitorio vacío. A partir de ese momento, Donnie se siente en deuda con Frank, de manera que comienza a obedecerle mientras cada uno de sus actos se conecta entre sí.

Se aprecia a simple vista que el argumento es una rallada. Sin embargo, por extraño que pueda parecer, no resulta enrevesado ni delirante durante su visionado, pues todos los hechos resultan muy sólidos en su conjunto. La película se apoya en una base filosófica fundamental, el existencialismo, y en las paradojas de la vida. Las conversaciones que Donnie sostiene a ese respecto con su profesor de Ciencias. No obstante, la mejor manera de comprender la cadena de eventos al completo es leer la interpretación del director y guionista, Richard Kelly, que puede verse en la versión Director's Cut de la película o en la wikipedia, si el DVD no está a mano. Además de su compleja historia, Donnie Darko refleja el lado más retrógrado de la América profunda. En esta película, para variar, no vemos la imagen glamourosa de los Estados Unidos que suele presentar Hollywood. Donnie Darko está protagonizada por americanos de verdad.

Donnie Darko cuenta con un reparto en el que destacan algunos nombres conocidos. En una película de talante tan alternativo como ésta, que estuvo a punto de salir directamente a vídeo, nos sorprende hallar a actores como los hermanos Gyllenhaal o a Drew Barrymore. Todos ellos realizan unos papeles excelentes. Destaca, por supuesto, el protagonista, cuya interpretación de Donnie resulta magistral.

Otro punto fuerte de la película es la música. Su canción más conocida es Mad world, versión de Gary Jules de una canción de Tears for Fears, cuyo éxito ha logrado que sea identificada con el filme. Suenan muchas otras canciones y melodías instrumentales que, pese a no ser tan conocidas, dan un magnífico resultado y se adaptan de maravilla a los distintos acontecimientos que tienen lugar en pantalla.

Una magnífica película que me encantaría recomendar a mucha gente, aunque no sea de ésas que a todo el mundo le gustan. Este largometraje, diametralmente opuesto al cine palomitero que tanto prolifera en nuestros cines, es una película selecta que sólo los amantes de las películas complejas serán capaces de apreciar y, supongo, de adorar. Y, ¡ojo, que las apariencias engañan! Aunque lo parezca, no es cine de terror. Es cine de pensar.

Puntuación: 10

domingo, 13 de septiembre de 2009

District 9


Título: District 9
Director: Neill Blomkamp
Intérpretes: Shartlo Copley, Jason Cope, Eugene Khumbanyiwa, William Allen Young
Año de estreno: 2009

Una de las muchas cosas que Hollywood nos ha enseñado es a mirar al cielo con temor, ya que si un buen día se produce una invasión extraterrestre, a buen seguro vendrán con el objetivo de colonizar nuestro planeta y a exterminar a la raza humana. ¿Cuántas películas hemos visto con esa premisa? Sin embargo, a nadie se le había ocurrido preguntarse cómo reaccionaría la Humanidad, caracterizada desde tiempos remotos por su xenofobia, a la llegada de criaturas de otro planeta. District 9 aborda este problema.

En 1982, una enorme nave de origen extraterrestre aparece suspendida en el cielo sobre Johannesburgo, Sudáfrica. Las fuerzas del orden toma la iniciativa de abrirse paso al interior de la misma, donde hallan cerca de un millón de extraterrestres hacinados en pésimas condiciones. Conducidas al exterior, con la nave aparentemente inutilizada, las criaturas son recluidas en una zona vedada por una valla que acaba convirtiéndose en una suerte de gueto, llamado distrito 9. Sin embargo, tras veinte años de convulsa convivencia entre los seres humanos y los repulsivos extraterrestres, llamados despectivamente bichos, las protestas de los sudafricanos llevan a la creación de un nuevo gueto a doscientos kilómetros del original. La tarea de desahucio y traslado recaen en un humilde empleado de la MNU (Multinational United), que ve cómo toda su vida da un vuelco cuando descubre el trasfondo más oscuro de la organización para la que trabaja.

Un tráiler en televisión de apenas unos segundos de duración bastó para despertar mi interés por esta película, que fui a ver si saber siquiera cuál era su argumento exacto. La historia resulta terriblemente original, con un tratamiento descarnado y realista aunque sea de ciencia-ficción. Si el hombre es un lobo para el hombre, como decía Hobbes, ¿cómo no va a serlo para otras criaturas inteligentes y además extranjeras? Los alienígenas de District 9 no son crueles ni desean un exterminio, tan sólo quieren volver a casa. Con Sudáfrica como escenario, ese país conocido por su durísimo apartheid contra la población negra nativa por parte de los colonizadores blancos, la xenofobia y los traslados forzados a causa de la raza se perfilan como irónicos temas que hasta hace muy poco afectaban a los seres humanos y, aquí, a los extraterrestres. A través de los ojos del protagonista veremos las facetas más ruines de los seres humanos, que extorsionan, difaman, traicionan, mutilan y matan en nombre de toda clase de intereses.

Gran parte del metraje se articula como un falso documental en el que se narra a posteriori la experiencia de Wikus van de Merwe, el empleado de la MNU encargado de desahuciar a los alienígenas. A través de los testimonios de las personas cercanas a él y vídeos con supuesto final documental, además de grabaciones con cámaras de seguridad y similares, la historia avanza haciéndose muy cercana al espectador. Incluso las escenas que por lógica no podrían ser documentales, en las que no debería haber cámara alguna, resultan estremecedoras. El resultado es impactante y va más allá de una simple película de ciencia-ficción, pues invita a la reflexión acerca de la naturaleza humana.

Puntuación: 10

Paula


Título: Paula
Autor: Isabel Allende
Año de publicación: 1994
Editorial: Plaza & Janés

Nunca olvidaré la primera novela de Isabel Allende que me leí. Se trataba, precisamente, de su ópera prima, La casa de los espíritus. Tenía unos trece o catorce años y recuerdo que me subía mucho la moral leer una novela "de mayores". Logró atraparme como pocos libros lo han conseguido, urgiéndome a devorar páginas hasta descubrir el desenlace de la novela. Podría decir que marcó un antes y un después en mi experiencia como lectora.

Con el paso de los años he leído muchas otras novelas de la autora, tanto de su primera época como más recientes. Y, sin embargo, desde hace un lustro descansaba Paula en mi estantería, desatendido, hasta que me atreví a darle una oportunidad.

Paula no es exactamente una novela. Fue escrita por Isabel Allende a modo de terapia, por así llamarla, mientras su hija Paula se hundía en el coma provocado por la porfiria. En sus páginas la autora alterna el relato de su vida, o mejor dicho, de su linaje, con reflexiones sobre la vida, la muerte y el lamentable estado de su hija, además de la crónica del presente que aún viven.

Se aprecia a primera vista que Paula es un libro muy íntimo, escrito para tratar de expulsar el dolor que atrapa a Allende como un furioso depredador. Haciendo gala de su particular estilo, la autora se desnuda en estas páginas, volcando sus recuerdos y sensaciones de manera vívida y desgarrada. No resulta sencillo hacer una crítica de una obra que no es novela ni ensayo, sino una especie de autobiografía preñada del sentimiento que Isabel Allende nos transmite de que el lance que relata en su obra marcará un antes y un después en su vida.

Puntuación: 8

viernes, 11 de septiembre de 2009

Sinuhé el egipcio


Título: Sinuhé el egipcio (The Egyptian)
Director: Michael Curtiz
Intérpretes: Edmund Purdom, Jean Simmons, Victor Mature, Bella Darvi
Año de estreno: 1954

Corrían los años cincuenta cuando la todopoderosa industria de Hollywood se vio amenazada por el creciente auge de un electrodoméstico llamado televisión. La presencia de la pequeña pantalla en los hogares estadounidenses redujo de tal manera la asistencia a los cines que los estudio recurrieron a las llamadas superproducciones: películas rodadas en Cinemascope, empleando la técnica del Technicolor, protagonizadas por grandes estrellas, con enormes y fastuosos decorados e historias épicas. Entre los títulos más recordados se hallan, por ejemplo, Ben-Hur, Los Diez Mandamientos o Quo vadis?, entre otros. Por supuesto, Sinuhé el egipcio también responde a estos tópicos.

El protagonista titular es el hijo adoptivo de un médico que desde joven se prepara para perpetuar el oficio en la familia armado con su buena voluntad y su escepticismo. Siempre junto a su amigo Horemheb, de humilde origen pero que aspira a ser oficial de la Guardia Imperial, y a su astuto criado Kaptah, Sinuhé presencia la profunda reforma que supone para Egipto la imposición del culto solar por el faraón Amenofis IV, también conocido como Akhenatón, además de sucumbir a los encantos de una desalmada cortesana llamada Nefernefernefer antes de descubrir el verdadero amor.

Sinuhé el egipcio es la adaptación de la novela homónima de Mika Waltari, novelista finlandés que redactó su obra basándose en escritos originales egipcios. La novela consta de unas 550 páginas que se ven pálidamente reflejadas en el celuloide. Tuve ocasión de leerla hace años, y me encantó. La película repasa de manera vaga los acontecimientos que tienen lugar en el libro; aun durando más de dos horas resulta insuficiente. Ejemplo de ello resulta el romance entre Sinuhé y Nefernefernefer, aunque en la película ella sólo le seduce una vez, en la novela son tres las veces en las que el ingenuo Sinuhé sucumbre a sus encantos. Además, se relaciona el culto monoteísta al sol con el cristianismo, algo que no recuerdo que sucediese en el libro.

Al igual que otras superproducciones de la época, Sinuhé el egipcio se caracteriza por los monumentales decorados, que al igual que la caracterización de los personajes, se inspira en los vestigios que conservamos de la cultura egipcia, con toques de colorido bastante antinaturales que añaden fantasía al antiguo Egipto reflejado en esta película.

La interpretación de los actores no es ninguna maravilla, llega a ser pasable. Como dato curioso señalaré que los dos nombres más conocidos del elenco son Jean Simmons y Victor Mature, que no interpretan precisamente al héroe titular.

En resumen, no se puede hablar de una gran obra maestra, tan sólo de un producto más en una tendencia dentro de Hollywood.

Puntuación: 5

viernes, 4 de septiembre de 2009

Los Tudor


Título: Los Tudor (The Tudors)
Intérpretes: Jonathan Rhys-Meyers, Henry Cavill, James Frain, Sam Neill, Maria Doyle Kennedy, Natalie Dormer, Jeremy Northam, Nick Dunning

Emisión: 2007-Presente (3 temporadas, emitida en España por Canal+)

Como dicen por ahí, la cabra tira al monte. Y quizá la sabiduría popular de ese refrán podría aplicarse a mi persona cuando descubrí la existencia de esta serie. Y como los médicos y/o estudiantes de Medicina y carreras relacionadas con las ciencias biológicas están de suerte gracias al amplio abanico de series sobre médicos que existen, una historiadora del arte como yo se conforma (de buen grado) con recreaciones históricas como la que nos ocupa, Los Tudor.

La serie recibe su nombre de la dinastía Tudor, que fue la penúltima en reinar en Inglaterra antes de la creación del reino de Gran Bretaña (la última fue Estuardo). Concretamente, la serie se centra en la figura del rey Enrique VIII, que ha pasado a la Historia, entre otras cosas, por crear la Iglesia anglicana para poder divorciarse y por ser el padre de los tres últimos reyes de la dinastía: Eduardo VI, María I (Bloody Mary para los amigos) y Elizabeth I. Pero me estoy adelantando a los hechos. La historia se inicia hacia 1518, con un joven rey rigiendo los destinos de la población inglesa, casado con Catalina de Aragón, esposa de su difunto hermano, el anterior rey, más dedicado a disfrutar de sus aficiones y sus amantes que a velar por la política, en la que se deja guiar por el cardenal Wolsey. De fondo vemos una bulliciosa corte de intereses enfrentados que intervienen de manera directa en el desarrollo ulterior de los acontecimientos más relevantes en la vida del rey, y por ende, de Inglaterra.

Los Tudor consta, de momento, de tres temporadas. La primera abarca desde 1518 hasta, aproximadamente, 1530, momento en que Enrique repudia a Catalina para poder casarse con Ana Bolena. En esta temporada vemos cómo se conocen y se enamoran, para beneficio de la familia Bolena, compuesta por miembros muy ambiciosos que se oponen al consejero principal del rey. La segunda temporada se centra en el matrimonio de Enrique y Ana, los intentos de ésta por darle un heredero y, sobre todo, en la escisión de la Iglesia anglicana de la Iglesia cristiana, decisión que Enrique toma azuzado por su secretario, Thomas Cromwell, que desea extender la Reforma protestante en el reino, lo cual le cuesta al rey la vida de su mentor, Tomás Moro. En mi opinión, esta temporada es la menos amena de las tres existentes, salvo los tres últimos episodios, que se centran en la caída en desgracia de la familia Bolena al descubrirse su labor de manipulación dentro de la corte real. La tercera temporada es, de momento, la más breve. Consta de ocho episodios (mientras que las anteriores contaban con diez cada una) que abarcan un corto pero intenso período en la vida del rey, desde 1536, año en que se casa con Jane Seymour, hasta 1540, en que se casa y divorcia pocos meses más tarde de Ana de Cleves. En comparación con la segunda temporada, que me resultó bastante densa, la tercera me pareció francamente interesante, con un desarrollo ágil pero preciso de los acontecimientos. Se ha anunciado el rodaje de una cuarta temporada que cerrará la serie y que relatará los siete últimos años de vida de Enrique VIII, centrándose, supongo, en sus dos últimas esposas: Catherine Howard y Catherine Parr.

Los Tudor ha dado fama a Jonathan Rhys-Meyers, "el chico de Match Point". Realiza una magnífica interpretación de Enrique VIII, si bien debe matizarse que es mucho más guapo que el verdadero rey; claro que en esta sociedad que vivimos, poca gente vería la serie si no saliese gente guapa en general, aunque hay excepciones, naturalmente. Su Enrique VIII, un tipo ambicioso, aguerrido, seductor, algo ingenuo y con cierta tendencia a la ira resulta altamente creíble. A su alrededor florecen multitud de personajes de los más diversos orígenes cuyos papeles destacan por su realismo. Mis preferidas son, personalmente, Catalina de Aragón y María Tudor. La primera es una mujer bondadosa, recatada y muy piadosa, que aun repudiada sigue amando al rey. En cuanto a su hija, es combativa y cabezota, y se compenetra de maravilla con Rhys-Meyers cuando actúan como padre e hija, aunque tan sólo se lleven catorce años, muchos menos que los personajes a los que encarnan. Otro personaje principal es Charles Brandon, mejor amigo de Enrique VIII, con tramas paralelas que le convierten en protagonista de su propia historia. Curiosamente, en cada una de las tres temporadas aparecen sendos altos cargos eclesiásticos encarnados por tres pesos pesados del Hollywood de ayer y de hoy: Sam Neill como el cardenal Wolsey, Peter O'Toole como el papa Pablo III y Max von Sydow como el cardenal Otto Truchsess von Waldburg. Podría seguir citando personajes capitales, pero la lista es interminable. Todos tienen su momento de gloria en esta serie.

El punto fuerte de esta serie es la ambientación, muy lograda. Tanto los decorados como la apariencia de los personajes se ciñen a la realidad histórica. Y es que, aun embellecida, la fisonomía de los personajes históricos, esto es, la gran mayoría, se respeta mucho. Destaco a un joven Carlos I de España y V de Alemania interpretado por Sebastián Armesto, que resulta de un enorme parecido con los retratos que conservamos del rey. Los hechos históricos son fidedignos salvo en detalles puntuales. Se ha criticado que los acontecimientos parecen suceder muy seguidos aunque transcurriesen varios años entre ellos. Ciertamente, eso podría haberse solucionado con unas oportunas cartelas con las fechas en ciertos momentos, algo que apenas se hace. Quizá la mayor libertad se la hayan tomado respecto al personaje de Margarita Tudor, hermana de Enrique. Ésta se trata, en realidad, de la combinación de dos hermanas del rey, María y Margarita. Lo que le sucede al personaje en la serie le sucedió en la realidad a María, pero para evitar confusiones entre la hermana de Enrique y su hija, se le dio el nombre Margarita, la otra hermana.

La serie tiene como resultado un aspecto estético muy cuidado, con una iluminación muy bonita. Se acompaña con música instrumental, compuesta por melodías de la época (se ven varias danzas de factura renacentista) y otras compuestas especialmente para la serie. La guinda la ponen los créditos de apertura, un bombardeo de imágenes que varía por temporadas y en el que se presenta a los actores de manera melodiosa pero enérgica. Tal y como eran Enrique VIII y su convulsa época.

Puntuación: 8

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Enemigos públicos


Título: Enemigos públicos (Public enemies)
Director: Michael Mann
Intérpretes: Johnny Depp, Christian Bale, Marion Cotillard, Billy Crudup
Año de estreno: 2009

La magia del cine. Hollywood, esa fábrica de sueños, convierte a los gángsteres y a los mafiosos en figuras rodeadas de glamour y sofisticación, que se convierten en objeto de admiración por parte del espectador. Quizá el ejemplo más recordado sean Don Vito Corleone y su sucesor Michael Corleone en las sucesivas entregas de El Padrino. Sin embargo, el John Dillinger de Enemigos públicos no se queda atrás.

¿Y de qué trata Enemigos públicos? Ambientada en 1933, el atracador de bancos John Dillinger y su banda eluden la ley ganándose la admiración de la población norteamericana. De manera paralela a los robos y al romance del cabecilla con una joven llamada Billie, el agente del FBI Melvin Purvis pone toda la carne en el asador para tratar de dar caza del enemigo público número uno de los Estados Unidos.

Tres nombres destacan en los carteles de esta película: Johnny Depp, Christian Bale y Marion Cotillard. El primero es uno de mis actores preferidos, con una personalidad definida pero al mismo tiempo muy versátil a la hora de representar toda clase de papeles diferentes: igual de creíble resulta como Dillinger que como Sweeney Todd o Jack Sparrow; los hace a todos inolvidables. En cuanto a Christian Bale, sólo le conocía por las dos entregas de Batman y Mujercitas. Su papel como Purvis resulta impecable, le otorga una elegancia y una dignidad realmente cautivadoras. Respecto a Marion Cotillard, parece que desde que la descubrí en La vie en rose no dejo de encontrármela, y no me refiero sólo a las películas; también me refiero a la publicidad de moda. Su papel no es muy extenso, pero lo saca adelante bastante bien. Otros actores conocidos realizan papeles menores, como Billy Crudup, Channing Tatum (otro que se ha hecho famosísimo últimamente) o Giovanni Ribisi.

Con esta plantilla tan brillante, es una pena que la manera en que está rodada la película no resulte tan correcta como debería en estas características. Las cámaras de alta definición le dan a las escenas un aspecto, ¿cómo decirlo? Poco cinematográfico, más que una película de Hollywood parece una teleserie española. Además, la cámara se mueve demasiado y tiembla como si fuese llevada al hombro. Las persecuciones y los tiroteos resultan confusos; al igual que critiqué en La vie en rose pero de manera mucho más acusada. Semejante tembleque me estaba poniendo de los nervios en el cine. Afortunadamente, entre giro y giro enloquecido de la cámara se perciben las magníficas interpretaciones del elenco y la correctísima ambientación.

La música está muy bien adaptada tanto a la tónica de las distintas escenas como a la época en que se desarrola, los años de la Gran Depresión. Suenan varias canciones vocales de la época que resultan muy apropiadas y se adaptan a los momentos más conmovedores de la trama.

Puntuación: 7

martes, 1 de septiembre de 2009

Largo domingo de noviazgo


Título: Largo domingo de noviazgo (Un long dimanche de finçailles)
Director: Jean-Pierre Jeunet
Intérpretes: Audrey Tautou, Gaspard Ulliel, Dominique Pinon, Marion Cotillard
Año de estreno: 2004

Todo comenzó con Amélie, no sólo para mí, que descubrí una de las películas más encantadoras que se han rodado; también para su director, que alcanzó un merecido reconocimiento, así como la actriz protagonista, Audrey Tautou, que además de saltar a la fama internacional se convirtió en su musa en su siguiente película, Largo domingo de noviazgo, y en un precioso anuncio para televisión del perfume Chanel nº5.

Largo domingo de noviazgo cuenta la historia de una joven llamada Mathilde que busca desesperadamente a su novio Manech, muerto en la I Guerra Mundial. Él, junto a otros cuatro hombres, son sometidos a un consejo de guerra y condenados a vagar por tierra de nadie, una franja de tierra situada entre las líneas francesa y alemana, por automutilarse para obtener el indulto y regresar a sus hogares. Aunque todos los indicios apuntan a que Manech está muerto, Mathilde está convencida de lo contrario, y dedica todas sus energías a buscar las pistas que parecen indicar que sobrevivió.

Rodada tan sólo tres años después de la aclamada Amélie, la mano de Jeunet se revela en la manera en que está realizada Largo domingo de noviazgo. Si bien la historia es mucho más dramática (destacan la crudeza y el realismo de los flashbacks en los que se muestran las batallas que vivieron los personajes en la Gran Guerra), la manera de narrar es muy similar. La hermosa historia de Manech y Mathilde se relata en diversos flashbacks intercalados en la búsqueda de la joven. Esta narración se interrumpe en algunos fragmentos en los que la voz en off de la narradora explica detalles acerca de los personajes, al igual que sucedía en Amélie: datos de sus vidas junto a características puntuales que podrían no parecer relevantes para conocer sus principales rasgos, pero que se asocian a esas manías que asociamos a las personas que nos rodean, cosas que les hacen únicas.

La fotografía se caracteriza por la tonalidad amarillenta de las escenas de exterior, que recuerda a las fotografías en sepia de la época. Los interiores son cálidos, bien iluminados, acogedores; contrastan vivamente con las escenas de la guerra, de tonalidad más fria y hostil.

La interpretación resulta soberbia. Tautou demuestra que no está encasillada en Amélie; Mathilde parece dulce pero en realidad es un personaje triste, curtido por las desgracias como la cojera o la pérdida de Maneth. Dominique Pinon, un incondicional de Jeunet, y Ticky Holgado dan el toque cómico como el tío de Mathilde y el detective privado Germaine Pire. Destaco también a Marion Cotillard, cuyo breve papel como femme fatale por amor resulta de lo más logrado. Entre el elenco francés destaca Jodie Foster en un pequeño papel como Élodie Gordes, destaca el aire melancólico que da al personaje.

La música está dominada por una melodía instrumental que combina tristeza y esperanza, que acompaña muy bien las melancólicas escenas en las que Mathilde va oscilando entre ilusión y decepción. Favorece el ritmo reposado de la película.

Puntuación: 9