Título: Los Tudor (The Tudors)
Intérpretes: Jonathan Rhys-Meyers, Henry Cavill, James Frain, Sam Neill, Maria Doyle Kennedy, Natalie Dormer, Jeremy Northam, Nick Dunning
Emisión: 2007-Presente (3 temporadas, emitida en España por Canal+)
Como dicen por ahí, la cabra tira al monte. Y quizá la sabiduría popular de ese refrán podría aplicarse a mi persona cuando descubrí la existencia de esta serie. Y como los médicos y/o estudiantes de Medicina y carreras relacionadas con las ciencias biológicas están de suerte gracias al amplio abanico de series sobre médicos que existen, una historiadora del arte como yo se conforma (de buen grado) con recreaciones históricas como la que nos ocupa, Los Tudor.
La serie recibe su nombre de la dinastía Tudor, que fue la penúltima en reinar en Inglaterra antes de la creación del reino de Gran Bretaña (la última fue Estuardo). Concretamente, la serie se centra en la figura del rey Enrique VIII, que ha pasado a la Historia, entre otras cosas, por crear la Iglesia anglicana para poder divorciarse y por ser el padre de los tres últimos reyes de la dinastía: Eduardo VI, María I (Bloody Mary para los amigos) y Elizabeth I. Pero me estoy adelantando a los hechos. La historia se inicia hacia 1518, con un joven rey rigiendo los destinos de la población inglesa, casado con Catalina de Aragón, esposa de su difunto hermano, el anterior rey, más dedicado a disfrutar de sus aficiones y sus amantes que a velar por la política, en la que se deja guiar por el cardenal Wolsey. De fondo vemos una bulliciosa corte de intereses enfrentados que intervienen de manera directa en el desarrollo ulterior de los acontecimientos más relevantes en la vida del rey, y por ende, de Inglaterra.
Los Tudor consta, de momento, de tres temporadas. La primera abarca desde 1518 hasta, aproximadamente, 1530, momento en que Enrique repudia a Catalina para poder casarse con Ana Bolena. En esta temporada vemos cómo se conocen y se enamoran, para beneficio de la familia Bolena, compuesta por miembros muy ambiciosos que se oponen al consejero principal del rey. La segunda temporada se centra en el matrimonio de Enrique y Ana, los intentos de ésta por darle un heredero y, sobre todo, en la escisión de la Iglesia anglicana de la Iglesia cristiana, decisión que Enrique toma azuzado por su secretario, Thomas Cromwell, que desea extender la Reforma protestante en el reino, lo cual le cuesta al rey la vida de su mentor, Tomás Moro. En mi opinión, esta temporada es la menos amena de las tres existentes, salvo los tres últimos episodios, que se centran en la caída en desgracia de la familia Bolena al descubrirse su labor de manipulación dentro de la corte real. La tercera temporada es, de momento, la más breve. Consta de ocho episodios (mientras que las anteriores contaban con diez cada una) que abarcan un corto pero intenso período en la vida del rey, desde 1536, año en que se casa con Jane Seymour, hasta 1540, en que se casa y divorcia pocos meses más tarde de Ana de Cleves. En comparación con la segunda temporada, que me resultó bastante densa, la tercera me pareció francamente interesante, con un desarrollo ágil pero preciso de los acontecimientos. Se ha anunciado el rodaje de una cuarta temporada que cerrará la serie y que relatará los siete últimos años de vida de Enrique VIII, centrándose, supongo, en sus dos últimas esposas: Catherine Howard y Catherine Parr.
Los Tudor ha dado fama a Jonathan Rhys-Meyers, "el chico de Match Point". Realiza una magnífica interpretación de Enrique VIII, si bien debe matizarse que es mucho más guapo que el verdadero rey; claro que en esta sociedad que vivimos, poca gente vería la serie si no saliese gente guapa en general, aunque hay excepciones, naturalmente. Su Enrique VIII, un tipo ambicioso, aguerrido, seductor, algo ingenuo y con cierta tendencia a la ira resulta altamente creíble. A su alrededor florecen multitud de personajes de los más diversos orígenes cuyos papeles destacan por su realismo. Mis preferidas son, personalmente, Catalina de Aragón y María Tudor. La primera es una mujer bondadosa, recatada y muy piadosa, que aun repudiada sigue amando al rey. En cuanto a su hija, es combativa y cabezota, y se compenetra de maravilla con Rhys-Meyers cuando actúan como padre e hija, aunque tan sólo se lleven catorce años, muchos menos que los personajes a los que encarnan. Otro personaje principal es Charles Brandon, mejor amigo de Enrique VIII, con tramas paralelas que le convierten en protagonista de su propia historia. Curiosamente, en cada una de las tres temporadas aparecen sendos altos cargos eclesiásticos encarnados por tres pesos pesados del Hollywood de ayer y de hoy: Sam Neill como el cardenal Wolsey, Peter O'Toole como el papa Pablo III y Max von Sydow como el cardenal Otto Truchsess von Waldburg. Podría seguir citando personajes capitales, pero la lista es interminable. Todos tienen su momento de gloria en esta serie.
El punto fuerte de esta serie es la ambientación, muy lograda. Tanto los decorados como la apariencia de los personajes se ciñen a la realidad histórica. Y es que, aun embellecida, la fisonomía de los personajes históricos, esto es, la gran mayoría, se respeta mucho. Destaco a un joven Carlos I de España y V de Alemania interpretado por Sebastián Armesto, que resulta de un enorme parecido con los retratos que conservamos del rey. Los hechos históricos son fidedignos salvo en detalles puntuales. Se ha criticado que los acontecimientos parecen suceder muy seguidos aunque transcurriesen varios años entre ellos. Ciertamente, eso podría haberse solucionado con unas oportunas cartelas con las fechas en ciertos momentos, algo que apenas se hace. Quizá la mayor libertad se la hayan tomado respecto al personaje de Margarita Tudor, hermana de Enrique. Ésta se trata, en realidad, de la combinación de dos hermanas del rey, María y Margarita. Lo que le sucede al personaje en la serie le sucedió en la realidad a María, pero para evitar confusiones entre la hermana de Enrique y su hija, se le dio el nombre Margarita, la otra hermana.
La serie tiene como resultado un aspecto estético muy cuidado, con una iluminación muy bonita. Se acompaña con música instrumental, compuesta por melodías de la época (se ven varias danzas de factura renacentista) y otras compuestas especialmente para la serie. La guinda la ponen los créditos de apertura, un bombardeo de imágenes que varía por temporadas y en el que se presenta a los actores de manera melodiosa pero enérgica. Tal y como eran Enrique VIII y su convulsa época.
Puntuación: 8
La serie recibe su nombre de la dinastía Tudor, que fue la penúltima en reinar en Inglaterra antes de la creación del reino de Gran Bretaña (la última fue Estuardo). Concretamente, la serie se centra en la figura del rey Enrique VIII, que ha pasado a la Historia, entre otras cosas, por crear la Iglesia anglicana para poder divorciarse y por ser el padre de los tres últimos reyes de la dinastía: Eduardo VI, María I (Bloody Mary para los amigos) y Elizabeth I. Pero me estoy adelantando a los hechos. La historia se inicia hacia 1518, con un joven rey rigiendo los destinos de la población inglesa, casado con Catalina de Aragón, esposa de su difunto hermano, el anterior rey, más dedicado a disfrutar de sus aficiones y sus amantes que a velar por la política, en la que se deja guiar por el cardenal Wolsey. De fondo vemos una bulliciosa corte de intereses enfrentados que intervienen de manera directa en el desarrollo ulterior de los acontecimientos más relevantes en la vida del rey, y por ende, de Inglaterra.
Los Tudor consta, de momento, de tres temporadas. La primera abarca desde 1518 hasta, aproximadamente, 1530, momento en que Enrique repudia a Catalina para poder casarse con Ana Bolena. En esta temporada vemos cómo se conocen y se enamoran, para beneficio de la familia Bolena, compuesta por miembros muy ambiciosos que se oponen al consejero principal del rey. La segunda temporada se centra en el matrimonio de Enrique y Ana, los intentos de ésta por darle un heredero y, sobre todo, en la escisión de la Iglesia anglicana de la Iglesia cristiana, decisión que Enrique toma azuzado por su secretario, Thomas Cromwell, que desea extender la Reforma protestante en el reino, lo cual le cuesta al rey la vida de su mentor, Tomás Moro. En mi opinión, esta temporada es la menos amena de las tres existentes, salvo los tres últimos episodios, que se centran en la caída en desgracia de la familia Bolena al descubrirse su labor de manipulación dentro de la corte real. La tercera temporada es, de momento, la más breve. Consta de ocho episodios (mientras que las anteriores contaban con diez cada una) que abarcan un corto pero intenso período en la vida del rey, desde 1536, año en que se casa con Jane Seymour, hasta 1540, en que se casa y divorcia pocos meses más tarde de Ana de Cleves. En comparación con la segunda temporada, que me resultó bastante densa, la tercera me pareció francamente interesante, con un desarrollo ágil pero preciso de los acontecimientos. Se ha anunciado el rodaje de una cuarta temporada que cerrará la serie y que relatará los siete últimos años de vida de Enrique VIII, centrándose, supongo, en sus dos últimas esposas: Catherine Howard y Catherine Parr.
Los Tudor ha dado fama a Jonathan Rhys-Meyers, "el chico de Match Point". Realiza una magnífica interpretación de Enrique VIII, si bien debe matizarse que es mucho más guapo que el verdadero rey; claro que en esta sociedad que vivimos, poca gente vería la serie si no saliese gente guapa en general, aunque hay excepciones, naturalmente. Su Enrique VIII, un tipo ambicioso, aguerrido, seductor, algo ingenuo y con cierta tendencia a la ira resulta altamente creíble. A su alrededor florecen multitud de personajes de los más diversos orígenes cuyos papeles destacan por su realismo. Mis preferidas son, personalmente, Catalina de Aragón y María Tudor. La primera es una mujer bondadosa, recatada y muy piadosa, que aun repudiada sigue amando al rey. En cuanto a su hija, es combativa y cabezota, y se compenetra de maravilla con Rhys-Meyers cuando actúan como padre e hija, aunque tan sólo se lleven catorce años, muchos menos que los personajes a los que encarnan. Otro personaje principal es Charles Brandon, mejor amigo de Enrique VIII, con tramas paralelas que le convierten en protagonista de su propia historia. Curiosamente, en cada una de las tres temporadas aparecen sendos altos cargos eclesiásticos encarnados por tres pesos pesados del Hollywood de ayer y de hoy: Sam Neill como el cardenal Wolsey, Peter O'Toole como el papa Pablo III y Max von Sydow como el cardenal Otto Truchsess von Waldburg. Podría seguir citando personajes capitales, pero la lista es interminable. Todos tienen su momento de gloria en esta serie.
El punto fuerte de esta serie es la ambientación, muy lograda. Tanto los decorados como la apariencia de los personajes se ciñen a la realidad histórica. Y es que, aun embellecida, la fisonomía de los personajes históricos, esto es, la gran mayoría, se respeta mucho. Destaco a un joven Carlos I de España y V de Alemania interpretado por Sebastián Armesto, que resulta de un enorme parecido con los retratos que conservamos del rey. Los hechos históricos son fidedignos salvo en detalles puntuales. Se ha criticado que los acontecimientos parecen suceder muy seguidos aunque transcurriesen varios años entre ellos. Ciertamente, eso podría haberse solucionado con unas oportunas cartelas con las fechas en ciertos momentos, algo que apenas se hace. Quizá la mayor libertad se la hayan tomado respecto al personaje de Margarita Tudor, hermana de Enrique. Ésta se trata, en realidad, de la combinación de dos hermanas del rey, María y Margarita. Lo que le sucede al personaje en la serie le sucedió en la realidad a María, pero para evitar confusiones entre la hermana de Enrique y su hija, se le dio el nombre Margarita, la otra hermana.
La serie tiene como resultado un aspecto estético muy cuidado, con una iluminación muy bonita. Se acompaña con música instrumental, compuesta por melodías de la época (se ven varias danzas de factura renacentista) y otras compuestas especialmente para la serie. La guinda la ponen los créditos de apertura, un bombardeo de imágenes que varía por temporadas y en el que se presenta a los actores de manera melodiosa pero enérgica. Tal y como eran Enrique VIII y su convulsa época.
Puntuación: 8
Nunca he podido ver a los críticos, pero es interesante lo que escribes sobre películas.
ResponderEliminar