Título: El dr. T. y las mujeres (Dr. T. and the women)
Director: Robert Altman
Intérpretes: Richard Gere, Helen Hunt, Farrah Fawcett, Kate Hudson
Año de estreno: 2000
No es la primera vez que me pasa. No es la primera vez que en pocas horas veo seguidas dos películas absolutamente opuestas, una buena y otra mala. La primera vez, vi primero la cautivadora Descubriendo Nunca Jamás seguida de la decepcionante Match Point. Hoy el contraste ha sido muchísimo mayor: tras el peliculón que es Donnie Darko, me he tragado una película malísima: El dr. T. y las mujeres. Y además, ironías de la vida, ambas distribuidas en España por la misma empresa.
El doctor Travis, alias doctor T., es un eficiente ginecólogo a la par que un atractivo cuarentón que tiene una vida envidiable: una esposa maravillosa, dos hijas casaderas y una posición económica de lo más solvente. Y por si eso fuera poco, tiene un abrumador éxito con las mujeres. Sin embargo, su maravillosa existencia da un vuelco en pocos días: su mujer retrocede mentalmente a la infancia y debe ser ingresada, su hija mayor en espera de casarse se desvela lesbiana y se enamora de una mujer totalmente distinta a las que se pelean en su sala de espera para ser las primeras en ser atentidas por él.
Bueno, y entonces, ¿qué pasa? Ése es el problema: que en El dr. T. y las mujeres no pasa nada de nada. Sus dos horas de duración no son más que la sucesión de cosas que le pasan al abnegado ginecólogo encarnado por el guaperas de turno, en este caso entradito en años, rodeado por una larga lista de conocidas actrices que asumen los papeles de las mujeres más cercanas a él: su mujer, sus hijas, su cuñada, su amante... El argumento resulta tan sumamente vago que a los 54 minutos de película me percaté de que aún no sabía de qué trataba. Dentro de la sucesión lógica de introducción, nudo y desenlace, El dr. T. y las mujeres no parece salir de la introducción. El final resulta atropellado, ilógico e incluso estúpido.
Obviamente, esta película no es más que el vehículo de lucimiento personal de Richard Gere y una serie de actrices: Farrah Fawcett es la única que resulta creíble como la esposa que enloquece y vuelve a la infancia; Helen Hunt realiza la misma clase de papel que la hizo famosa en Mejor... imposible y ¿En qué piensan las mujeres?; Kate Hudson resulta patética tras ver su brillante papel en Casi famosos y de Liv Tyler prefiero no hablar. Hay muchos otros personajes femeninos, pero lo cierto es que el llamado bello sexo queda a la altura del betún en este largometraje, por más que el doctor T. se empeñe en ensalzarlo.
Pido encarecidamente a mis lectores que no vean esta película si no es bajo coacción. A mi juicio, se trata de un bodrio aburridísimo, además de uno de los argumentos peor desarrollados que he visto.
Puntuación: 1
El doctor Travis, alias doctor T., es un eficiente ginecólogo a la par que un atractivo cuarentón que tiene una vida envidiable: una esposa maravillosa, dos hijas casaderas y una posición económica de lo más solvente. Y por si eso fuera poco, tiene un abrumador éxito con las mujeres. Sin embargo, su maravillosa existencia da un vuelco en pocos días: su mujer retrocede mentalmente a la infancia y debe ser ingresada, su hija mayor en espera de casarse se desvela lesbiana y se enamora de una mujer totalmente distinta a las que se pelean en su sala de espera para ser las primeras en ser atentidas por él.
Bueno, y entonces, ¿qué pasa? Ése es el problema: que en El dr. T. y las mujeres no pasa nada de nada. Sus dos horas de duración no son más que la sucesión de cosas que le pasan al abnegado ginecólogo encarnado por el guaperas de turno, en este caso entradito en años, rodeado por una larga lista de conocidas actrices que asumen los papeles de las mujeres más cercanas a él: su mujer, sus hijas, su cuñada, su amante... El argumento resulta tan sumamente vago que a los 54 minutos de película me percaté de que aún no sabía de qué trataba. Dentro de la sucesión lógica de introducción, nudo y desenlace, El dr. T. y las mujeres no parece salir de la introducción. El final resulta atropellado, ilógico e incluso estúpido.
Obviamente, esta película no es más que el vehículo de lucimiento personal de Richard Gere y una serie de actrices: Farrah Fawcett es la única que resulta creíble como la esposa que enloquece y vuelve a la infancia; Helen Hunt realiza la misma clase de papel que la hizo famosa en Mejor... imposible y ¿En qué piensan las mujeres?; Kate Hudson resulta patética tras ver su brillante papel en Casi famosos y de Liv Tyler prefiero no hablar. Hay muchos otros personajes femeninos, pero lo cierto es que el llamado bello sexo queda a la altura del betún en este largometraje, por más que el doctor T. se empeñe en ensalzarlo.
Pido encarecidamente a mis lectores que no vean esta película si no es bajo coacción. A mi juicio, se trata de un bodrio aburridísimo, además de uno de los argumentos peor desarrollados que he visto.
Puntuación: 1
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