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Autor: Nobuhiro Watsuki
Género: Shounen
Editorial japonesa: Shueisha
Editorial española: Glénat
Número de volúmenes: 28 en la edición original, 22 en la reedición bunko
Si bien dije en mi reseña de Akira que todo lo que tenemos los otakus occidentales se lo debemos a esta película, no es menos justo afirmar que Rurouni Kenshin es una de las series que más propiciaron el inicio de la "era dorada" del manganime en España, si no la que más. Así fue en mi caso. Ponéos cómodos, que ahí va una historia de la abuelita Cebolleta.
Corría el año 1999. Era verano, y aunque llevaba todo el año jurando y perjurando que no madrugaría, acabé levantándome hacia las nueve de la mañana. Era un día cualquiera, no recuerdo ni siquiera a qué altura de junio o julio debió ser. Aburridas mi hermana y yo, pusimos la televisión e hicimos zapping por los seis canales que teníamos en aquella época. Y entonces empezó en Canal + una serie "de esos dibujos japoneses". Nos quedamos viéndola, resultó ser el primer episodio y nos enganchamos a saco, las dos. Era Rurouni Kenshin, titulada en español El guerrero samurai. Gracias a esa serie que hizo de mí una adicta aprendí lo que era un samurai, lo que era una katana, lo que fue el shogunato Tokugawa y lo que supuso la Era Meiji que lo siguió. Tardé aún un par de años en lograr que alguien me prestara la primera edición del manga que había publicado Glénat, y que cuando leí ya estaba descatalogada. Por eso, cuando hace un par de años la editorial francesa decidió republicar la serie en su nuevo formato bunko (una práctica muy de moda actualmente en Japón: republicar series antiguas de autores consagrados en tomos más grandes y gruesos, con portadas nuevas, realizadas expresamente para la ocasión. Hace poco, finalmente logré comprarme los dos últimos tomos y terminar así de releerme el manga que marcó mi adolescencia.
Nos hallamos en 1878. Kenshin Himura, un vagabundo pelirrojo que ostenta una cicatriz con forma de cruz en la mejilla izquierda llega a Tokio, donde es atacado en plena calle por una muchacha, Kaoru Kamiya, que le acusa de ser Hitokiri Battôsai, el asesino que ha atacado el dojo de su padre, ahora regentado por ella, en el que se enseña la disciplina de kendo Kamiya Kasshin Ryû. Dado que Kenshin desafía la prohibición de llevar armas con la katana colgada de su cinto, es natural que Kaoru se confunda. No obstante, Kenshin le muestra su espada, una sakabatô, de filo invertido con la que no puede matar, y la rescata del verdadero bandido que se jacta de ser el susodicho Hitokiri Battôsai, un legendario guerrero de la Restauración Meiji. Tras ayudar a Kaoru a proteger su dojo y desenmascarar al impostor, Kenshin desvela su verdadera identidad: él es Hitokiri Battôsai, que, horrorizado por los crímenes que cometió en el pasado, se dedica a errar en busca de la manera de expiarlos. Por ofrecimiento de Kaoru se queda en el dojo Kamiya a vivir, y juntos viven numerosas aventuras que les llevan a conocer a buenos amigos como Sanosuke Sagara, Yahiko Myojin o Megumi Takano, y a enfrentarse a villanos como Raijûta, Makoto Shishio o Enishi Yukishiro.
A pesar de desarrollarse en un período muy concreto de la Historia japonesa, Rurouni Kenshin no se ciñe a la realidad más que lo justo, ya que como en todo buen shounen, las espectaculares peleas en las que los combatientes ignoran todas las leyes de la Física son la piedra angular de su desarrollo, en el que además vemos esos típicos valores que destacan los mangas de la Shounen Jump: valor, amistad, sinceridad, trabajo en equipo... En el caso de Rurouni Kenshin, el diseño de los sucesivos contrincantes del grupo protagonista debe mucho a los cómics de superhéroes norteamericanos de Marvel y DC, de los que su autor es un ferviente entusiasta. El manga, cuya publicación abarcó siete años, comprende dos arcos argumentales precedidos por una serie de episodios sueltos gracias en los que se da forma a los personajes que deslumbran en las aventuras posteriores, desde el histórico Hajime Saito del Shinsengumi hasta el desquiciado Enishi Yukishiro. Rurouni Kenshin es, para mí, una serie insustituible que a lo mejor no se diferencia mucho de los shounen que se publican ahora, pero que desde mi pundo de vista no le llegan ni a la suela del zapato.
Puntuación: 10
Aunque sabía de ella, y me consta que mi hermana es una gran fan, no he leído el manga ni visto la serie anime, pero me ha encantado tu reseña! Besitos!
ResponderEliminarMuchas gracias! Francamente, RK no es una serie con la que pueda ser imparcial, tuvo un gran impacto en mí... A lo mejor si la hubiera descubierto hace menos tiempo no me habría fascinado tanto, quién sabe. Tiene un encanto muy especial.
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