miércoles, 2 de junio de 2010

Prince of Persia


Título: Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo (Prince of Persia: The Sands of Time)
Director: Mike Newell
Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Gemma Arterton, Ben Kingsley, Alfred Molina
Año de estreno: 2010

Érase una vez una fábrica de dinero llamada Disney que, no contentos con los pingües beneficios reportados por una de las sagas cinematográficas más rentables del cine reciente, los del toque mágico del Midas gótico y los de sus sucesivas entregas de preadolescentes cantantes que superan los prejuicios sociales, decidió forzar un poco más la máquina y combinar su particular ideología con una de las corrientes más exitosas en taquilla de las películas de aventuras actuales: la adaptación de videojuegos. Purgando entre títulos adaptables según sus principios, léase, sin sexo ni violencia, la pequeña gran Disney topó, ¡oh, maravilla! con una saga mítica a la par que actual: Prince of Persia. La pequeña gran Disney se frotó las manos cual mosca sobre un bollycao y compró los derechos para hacer de la inmortal saga una nueva mina de oro.

Antes de narrar el argumento, explicaré lo más brevemente posible algunos datos acerca de la saga original de videojuegos. Prince of Persia es la denominación que engloba un total de diez títulos para distintas plataformas, todos ellos de factura norteamericana. El primero, cuyo título era un sencillo Prince of Persia, vio la luz para ordenador en el año 1989 gracias a Jordan Mechner, que gracias al éxito de este primer juego se animó a sacar otros dos, secuelas del ya citado: Prince of Persia 2: The Shadow and the Flame (1994) y Prince of Persia 3D (1999), este último con apoyo de Microsoft, que incluía novedades como gráficos 3D, como su propio nombre indica. Llegó incluso a ver la luz en la efímera videoconsola Dreamcast. No obstante, estos juegos no cosecharon el éxito del primero, de manera que la ya famosa saga cayó (casi) en el olvido hasta que, en 2003, Ubisoft la rescató y sacó Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo para Playstation 2, GameCube, Xbox y ordenador. Obtuvo la aclamación unánime de crítica y público y animó a la empresa a crear dos secuelas para crear una nueva trilogía: Prince of Persia: El Alma del Guerrero (2004) y Prince of Persia: Las Dos Coronas (2005). Como sucedió con la primera trilogía, las siguientes entregas no fueron tan exitosas, si bien Ubisoft no se ha rendido: además de varios ports para consolas portátiles de los juegos existentes y de nuevas aventuras para Nintendo DS (Battles of Prince of Persia y Prince of Persia: The Fallen King), dos nuevas entregas para consolas de sobremesa han visto la luz: Prince of Persia (viva la originalidad) en 2008, para Playstation 3, Xbox 360 y ordenador, que narra una historia nueva con personajes nuevos, y Prince of Persia: Las Arenas Olvidadas, una irónica versión en videojuego de la película basada en un videojuego para narrar una historia que tiene lugar entre las entregas de la trilogía en la que se basa el largometraje, convirtiéndola en tetralogía. Vaya, al final no he sido tan breve.

Pero volvamos al celuloide. La película se basa, fundamentalmente, en el videojuego homónimo, si bien se toman elementos de sus dos secuelas. El protagonista es Dastan, un huérfano pilluelo que malvive en las calles de la capital del Imperio persa hasta que el rey Sharaman le encuentra. Impresionado por su heroísmo, le adopta y le cría junto a sus dos hijos, Tus y Garsiv. Años más tarde, los tres hermanos viajan por el desierto hasta la ciudad sagrada de Alamut con el fin de conquistarla y averiguar si es cierto que sus fraguas abastecen de armas a los enemigos de Persia. No obstante, lo que encuentran es una población pacífica regida por una bellísima princesa cuya principal obsesión es proteger una misteriosa daga que cae accidentalmente en manos de Dastan. Cuando el rey Sharaman muere envenenado y Dastan es acusado del magnicidio, se ve obligado a escapar, llevándose consigo a la princesa Tamina, que le descubre el verdadero poder de la daga, que no es otro que el de hacer retroceder el tiempo.

Parece coherente, ¿verdad? No os engañéis: el guión de
Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo está lleno de agujeros que sólo pueden explicarse en el fútil intento de tratar de condensar muchas horas de juego en menos de dos horas de película. ¿Se podría haber hecho mejor? Sin duda alguna, sí. Hay películas del mismo estilo y con premisas muy parecidas que resultan mil veces más sólidas argumentalmente que este Prince of Persia. ¿Se puede culpar a los guionistas de haber querido ceñirse demasiado a ciertos detalles del videojuego? Probablemente sí, pero tampoco lo sé con seguridad porque no lo he jugado. Sin embargo, si es así, también se debe aplaudir (moderadamente) ese intento de fidelidad hacia la obra original. Lástima que el resultado haya sido tan... ¿cómo definirlo? Lamentable.

Visualmente, los norteamericanos vuelven a demostrar que no tienen la menor idea de lo que se cuece más allá de Boston al este y San Francisco al oeste.
Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo luce una maravillosa mezcla de culturas orientales que engloban desde la India hasta el África Negra, incluyendo todo lo que hay en medio de manera indiscriminada, con los toques japoneses de moda. Como las falleras en Sevilla de Misión: Imposible 2, vaya. Pero claro, todos los personajes hacen de lo que son: americanos vestidos con chilabas. Supuestamente, la gracia está en la actitud de los personajes, diametralmente opuesta a lo que se espera de un puñado de "moros" (pensemos que somos americanos...). Destaca especialmente el "empresario" Sheik Amar, que entre otras gracias habla de capitalismo en el ¿siglo VI d.C.? De todas formas la datación es meramente orientativa, no quiero ponerme quisquillosa. Después de todo, en los videojuegos de Prince of Persia aparecen ascensores y a nadie le importa. En resumen, podría decirse que Jake Gyllenhaal salva la película, ¿por qué? Porque es guapísimo, pone unas caras muy graciosas, vive mucho su personaje (me parece haber oído las palabras "Jack Sparrow" de fondo) y evoca al perfecto héroe Disney de los tiempos modernos, con permiso de del príncipe Naveen de Tiana y el sapo, claro.

Podría entrar en otras cuestiones que hacen aún más increíble la película, como la moral de Disney aplicada al Próximo Oriente medieval (nadie puede creerse que Tamina vaya medio desnuda por el desierto y en toda la película no intente beneficiársela ni un solo tío, y se cruza con unos cuantos), o el propio final, y no diré más para evitar destripes, pero, en serio, ¿existe alguien que no sepa cómo acaban las películas de Disney?

Bueno, en resumen:
Prince of Persia: Las Arenas del Tiempo es mala a dolor, pero entretiene bastante, las peleas están muy bien coreografiadas y se queda en mero espectáculo palomitero, y si me quejo es porque como cinéfila hay una serie de niveles que exijo para sentirme satisfecha con una película, algo que, por ejemplo, y ya no me voy a seguir aguantando más la (odiosa) comparación, Piratas del Caribe: La Maldición de la Perla Negra cumplía con creces. Pero sólo ésa.

Puntuación: 4

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