Título: Avatar
Director: James Cameron
Intérpretes: Sam Worthington, Zoë Saldaña, Giovanni Ribisi, Sigourney Weaver
Año de estreno: 2009
Por fin, después de tanto tiempo, la película más esperada de Hollywood ha llegado a la gran pantalla, avalada por toda clase de críticas y demás fuegos de artificio. Y como a veces somos un poco borregos, picamos en la golosina de esa novedosísima técnica de 3-D que James Cameron ha estado desarrollando durante doce años y todo eso.
Antes de continuar, me gustaría puntualizar que, personalmente, ya había visto películas en 3-D. Vale que no pasaban de ser los típicos documentales que ponen en el IMAX, pero sabes por donde van los tiros, te conoces la historia de las gafas de cristales verde y rojo y todo lo demás. Por eso, cuando me enteré de que por la historia del 3-D te clavaban cuatro euros más en la entrada, me planteé no ver Avatar. Más que interés genuino por la película, lo que tenía era curiosidad. No obstante, al final acudí, claro.
La historia se desarrolla, donde todo el mundo sabe ya, en un satélite llamado Pandora, donde los seres humanos se dedican a extraer un mineral de propiedades combustibles. Hasta allí viaja Jake Sully, un ex-marine lisiado, para ocupar el puesto de su difunto hermano gemelo dirigiendo un avatar, es decir, el cuerpo de un indígena de Pandora, a través de una serie de conexiones mentales. Estos indígenas, llamados na'vi, son humanoides de unos tres metros de altura y piel azul, entre otras características físicas de lo más peculiares. Decidido a cumplir su misión, los planes de Jake se vienen abajo cuando comienza a sentirse a gusto con su nuevo cuerpo, conoce a los na'vi desde dentro y se enamora de su princesa, Neytiri.
Del argumento poco se puede decir, salvo que no rebosa originalidad precisamente, y eso que yo soy la gran defensora de los tópicos: estoy plenamente convencida de que un argumento clásico, bien llevado, puede tener muy buenos resultados. No obstante, la historia de Avatar me recordaba constantemente a los de Pocahontas y Tarzán, ambas de Disney. Es una película larga (casi tres horas) que en ciertos puntos puede resultar hasta predecible, en ningún momento sucede nada que no te esperes; antes de la "batalla final", sabes quién va a morir. Los personajes son también clásicos, pero están bien llevados, sobre todo la científica Grace Augustine. Además hay uno de ellos, el coronel Selfridge, que resulta de lo más cansino en su superación progresiva de leyes naturales que tenían que haberle dejado K. O. bastante antes.
En resumen, que la espectacularidad se la reservan para el aspecto estético. Avatar cuenta con una fotografía maravillosa y un colorido espectacular, lástima que todo sea de mentira porque la orografía de Pandora es completamente irreal. El apartado estético es muy agradable y podría decirse que casi merece la pena, pero sabes lo que vas a ver y, yo, francamente, me esperaba algo más. El famoso 3-D no es distinto al de los documentales del IMAX y tan sólo se aprecia la diferencia cuando aparecen cosas flotando, que se ven superpuestas y parecen reales, y por otra cosa: el dolor de cabeza con el que salí del cine.
No diré que es una mala película porque no sería cierto, la verdad es que es entretenida y agradable de ver, pero recomiendo su visionado en HD o incluso 2-D, que puede que hasta se aprecie mejor el colorido. El resultado global no es ni bueno ni malo, tan sólo ha sido magnificado por las campañas de promoción. Personalmente, no me ha parecido tan espectacular como Titanic.
Puntuación: 6
Director: James Cameron
Intérpretes: Sam Worthington, Zoë Saldaña, Giovanni Ribisi, Sigourney Weaver
Año de estreno: 2009
Por fin, después de tanto tiempo, la película más esperada de Hollywood ha llegado a la gran pantalla, avalada por toda clase de críticas y demás fuegos de artificio. Y como a veces somos un poco borregos, picamos en la golosina de esa novedosísima técnica de 3-D que James Cameron ha estado desarrollando durante doce años y todo eso.
Antes de continuar, me gustaría puntualizar que, personalmente, ya había visto películas en 3-D. Vale que no pasaban de ser los típicos documentales que ponen en el IMAX, pero sabes por donde van los tiros, te conoces la historia de las gafas de cristales verde y rojo y todo lo demás. Por eso, cuando me enteré de que por la historia del 3-D te clavaban cuatro euros más en la entrada, me planteé no ver Avatar. Más que interés genuino por la película, lo que tenía era curiosidad. No obstante, al final acudí, claro.
La historia se desarrolla, donde todo el mundo sabe ya, en un satélite llamado Pandora, donde los seres humanos se dedican a extraer un mineral de propiedades combustibles. Hasta allí viaja Jake Sully, un ex-marine lisiado, para ocupar el puesto de su difunto hermano gemelo dirigiendo un avatar, es decir, el cuerpo de un indígena de Pandora, a través de una serie de conexiones mentales. Estos indígenas, llamados na'vi, son humanoides de unos tres metros de altura y piel azul, entre otras características físicas de lo más peculiares. Decidido a cumplir su misión, los planes de Jake se vienen abajo cuando comienza a sentirse a gusto con su nuevo cuerpo, conoce a los na'vi desde dentro y se enamora de su princesa, Neytiri.
Del argumento poco se puede decir, salvo que no rebosa originalidad precisamente, y eso que yo soy la gran defensora de los tópicos: estoy plenamente convencida de que un argumento clásico, bien llevado, puede tener muy buenos resultados. No obstante, la historia de Avatar me recordaba constantemente a los de Pocahontas y Tarzán, ambas de Disney. Es una película larga (casi tres horas) que en ciertos puntos puede resultar hasta predecible, en ningún momento sucede nada que no te esperes; antes de la "batalla final", sabes quién va a morir. Los personajes son también clásicos, pero están bien llevados, sobre todo la científica Grace Augustine. Además hay uno de ellos, el coronel Selfridge, que resulta de lo más cansino en su superación progresiva de leyes naturales que tenían que haberle dejado K. O. bastante antes.
En resumen, que la espectacularidad se la reservan para el aspecto estético. Avatar cuenta con una fotografía maravillosa y un colorido espectacular, lástima que todo sea de mentira porque la orografía de Pandora es completamente irreal. El apartado estético es muy agradable y podría decirse que casi merece la pena, pero sabes lo que vas a ver y, yo, francamente, me esperaba algo más. El famoso 3-D no es distinto al de los documentales del IMAX y tan sólo se aprecia la diferencia cuando aparecen cosas flotando, que se ven superpuestas y parecen reales, y por otra cosa: el dolor de cabeza con el que salí del cine.
No diré que es una mala película porque no sería cierto, la verdad es que es entretenida y agradable de ver, pero recomiendo su visionado en HD o incluso 2-D, que puede que hasta se aprecie mejor el colorido. El resultado global no es ni bueno ni malo, tan sólo ha sido magnificado por las campañas de promoción. Personalmente, no me ha parecido tan espectacular como Titanic.
Puntuación: 6